Justicia sin palabras

Auguste Maroilleur (Jean Gabin), un duro e hierático hacendado que vive con una numerosa familia en un cortijo de la campiña francesa, parco en palabras y patriarca que lleva hacienda y familia siguiendo ancestrales tradiciones con mano de hierro, durante una cacería de patos, encuentra en uno de los pequeños bunker que usan como mirador para la caza, un paquete que contiene un polvo blanco, lo corta con la navaja que siempre lleva encima, lo prueba junto a su fiel capataz Bien-Phu (veterano de Indochina acogido por el viejo) que se encontraba con él y se dan cuenta que es, "La Horse" (heroína).

El paquete resulta haber sido escondido por un nieto tarambana que tratando de salir del asfixiante control de su abuelo, trabajaba como correo para una peligrosa banda de narcotraficantes, el abuelo tira la heroína a un bidón de agua, y ante las advertencias del nieto del valor de la mercancía destruida, y la segura aparición de tipos peligrosos buscándola, le dice que él se ocupa, y le acomoda en un sótano/zulo hasta que la cosa se solucione.

Todo esto durante los primeros minutos a modo de presentación de modo de vida, singularidades de ese núcleo familiar rural, y circunstancia (la horse), que nos va a mostrar hasta qué punto son duros y están unidos; a partir de aquí, con los mafiosos apareciendo por tandas buscando la heroína y al nieto, y la familia cada vez más unida ante la creciente ola de criminales que van llegando, y la subsiguiente investigación policial (los interrogatorios son de lo mejor y más retrancoso del film), tenemos un buen thriller rural de esos que conocieron su edad dorada en la década de los 70, protagonizada por un inmenso Jean Gabin dotando a su personaje de una dureza, sequedad, y fidelidad a arcaicas tradiciones rurales, realmente apabullantes, nadie esboza tan siquiera una sonrisa en esa familia, si, hay tensión entre los miembros y algún que otro mal rollo, pero a la hora de la verdad son una roca, sin una simple fisura ante la adversidad (mafiosa y policial), todos los actores que interpretan a ese núcleo familiar realizan un formidable trabajo (acabas rendido ante su evolución de sufridos labriegos a duros defensores de la estabilidad familiar), buena dirección que te mantiene atento a la pantalla durante su corto metraje (75 minutos), buenas escenas de acción, y una banda sonora a cargo de Serge Gainsbourg que aunque al principio da la impresión de ser algo ratonera, acaba revelándose como muy adecuada.

En resumen, muy entretenido thriller rural, al que su procedencia francesa, le da un plus de interés que hace más que recomendable su visión.