El payaso y el Führer (TV)

Película realizada como producción televisiva que se enfrenta al tópico casi siempre acertado que tienen este tipo de producciones en nuestro país aunque las peores suelen ser las aberraciones comerciales que nos traen de otros países para llenar las sesiones de tarde de los domingos y sábados de cadenas como telecinco o antena 3. Vamos que en general siempre son una mierda, películas pretenciosas que usualmente se esconden detrás de coletillas como "basada en hechos reales" que lo único que consiguen es que mi madre no me deje poner una peli porque las quiere ver.
Esta, la he visto emitida en TV3 (es la cadena autonómica catalana y de ahí el título escrito en versión original) por la noche con el prestigio de una producción cinematográfica, sin en cambio, está bién. Se adopta al poco presupuesto y consigue una fotografía deliciosa conjugando los colores rojo del payaso, telón y banderas nazis con el negro de las filmaciones de la época, de oscuridad entre bastidores, el lápiz de labios y la esvástica.
No es perfecta pero si entretenida y recomendable, te acercas a los personajes y sientes simpatía con ellos. Ferran Rañe es Charlie Rivel, Jordi Martínez tiene mucho carisma pero Manel Barceló es poco alemán y menos nazi. La película solo peca de querer añadir dramatismo sementalicón en algunas escenas acompañadas de una innecesaria pista de piano. Por lo general contiene momentos de muy buenos diálogos y logradas actuaciones circenses. Minimalista pero llena, deliciosa.

Con una temática más que recurrente en una Europa que todavía arrastra el sentimiento de culpa porvocado por todo el dolor causado durante el siglo XX, El Payaso y el Furher sube al tren de las películas sobre la II Guerra Mundial, el nacionalsocialismo y el holocausto que parece recorrer sin descanso todos los países de la UE. Junto al carácter europeista de la cinta, se advierte también el gusto patrio por las biografías de personajes ilustres - Juana la Loca, Salvador, Camarón, Santa Teresa de Jesús, Lola, ... - que le dan un encanto especial a una película sin grandes pretensiones y rodada para televisión. En este país en que las producciones televisivas no abundan ni en número ni en calidad, El Payaso y el Fürher es un buen producto con posibilidades que puede dar un buen resultado en la pequeña pantalla.

Basado en el exitoso montaje teatral de Gerard Vázquez sobre la vida de Charlie Rivel, el payaso más famoso en la Europa del III Reich, Cortés nos traslada a la Alemania de 1944 con un guión más teatral que cinematográfico en el que 3 actores, dotados todos de una gran carga dramática, interpretan magistralmente unos personajes teatralizados que no desentonan por la estructura del guión.

Aunque el Payaso y el Furher es una producción muy interesante para televisión no podemos encuadrarlo en lo que tradicionalmente llamamos cine porque está más cercano al teatro filmado. Sin embargo, los elementos más interesantes de la película son los tramos de transición de escenas en los que imágenes de archivo de la época nos ilustran con un dramático Berlín derruido por la guerra.

Un montaje teatral hecho película. El guión por ello funciona. Unos actores estupendos, poco conocidos a los que no seguimos la escena. Doblaje para evitar el nefasto sonido directo. Todo casa en este filme desconocido en la cartelera y el público en general que he tenido la suerte de ver en TV. Aguanté el comienzo y sólo me bastaron unos pocos minutos para darme cuenta de que se trataba de un producto de gran calidad. Un 9 sobre 10.

Magistral actuación basada en una historia real, en la cual el payaso universal, Charlie Rivel (Ferran Rañé), debe actuar para el aniversario de Adolf Hitler, para cumplir su contrato con Goebbels (Manel Barceló), ministro de propaganda del III Reich, empeñado en cumplir su sueño infantil de ser un buen payaso.
La trama se complica en una lucha de poder en el seno de la actuación circense de Rivel, realidad y teatro se entremezclan en tempos fríos como la muerte en Auschwitz, tiernos como el niño que una vez Goebbels también fue, en una obra que acaba, pero otra empieza, fuera en Suecia o fuera en Cubelles, minúsculo pueblo del litoral catalán que no salía en los mapas alemanes de la época.

Tiro al plato.
Las mejores partes son los números de repertorio de los payasos, brillantes, con enjundia y sustancia, y las peores las más puramente cinematográficas o menos teatrales*, innecesarias, indecorosas.
Pierde parte de la gracia de las tablas en su traslación roma al cine esta obra interesante en su planteamiento, pero bastante convencional en su resultado. El personaje más rico es el de Charlie Rivel. El resto son más bien arquetipos o conceptos o excusas para expresar ideas; el de la Gestapo como parodia o caricatura del mal, el amigo una máquina de cargar contra los nazis a través de innumerables chistes y el último en apuntarse a la trágica fiesta sirve como detonante final de la bomba, noche y niebla.
Es más o menos lo mismo de siempre en otro ambiente diferente, variaciones infinitas sobre igual querido/transitado/conocido tema, el que obliga a levantar la ceja, fruncir el ceño y engolar la voz de barítono, ponerse solemne e importante, hacerse de cruces, rasgarse las vestiduras, llorar por el hombre y el mundo, trascendente, no vaya a ser que te tomen, acabáramos, por un simple ridículo payaso, no vaya a ser, no, por dios, que asome una sonrisa, que alguien tal vez se ría cuando no se debe o toca, vade retro.
Película de payasos la mar de severa seria seca. ¿Aplaudimos de pie semejante tremendo oxímoron?