Su Alteza y el Botones

Comedia romántica, que es un precedente de Vacaciones en Roma y que cuenta con un buen trío protagonista el compuesto por la bella Hedy Lamarr, Robert Walker y June Allyson, secundados por una actriz tan magnifica como Agnes Moorehead, todos ellos bajo la batuta de Richard Thorpe, uno de los artesanos en nomina de la todopoderosa Metro Goldwyn Mayer, y que fue el responsable de los mejores films de la saga Tarzan con Johnny Weissmuller y de clásicos del cine de aventuras como Ivanhoe o Los caballeros del Rey Arturo entre otras; aquí como he dicho realiza una comedia romántica de equívocos que sirve para hacer un film de denuncia social que sirve para hacer una reflexión sobre las diferencias de clases: la nobleza y las clases bajas, siendo un film de desarrollo previsible, pero que sabe aprovechar el carisma y el buen hacer de su reparto.
La película fue rodada durante la 2ª Guerra Mundial, por lo que el actor previsto para ser el protagonista, Mickey Rooney, al ser llamado a filas poco antes de iniciarse el rodaje no pudo ponerse al frente del reparto, entonces fue sustituido por Robert Walker.
La película no deja de ser un bonito, alegre, optimista y alegre cuento de hadas en tiempos modernos, y ello queda patente ya desde los títulos de crédito iniciales y remarcado por la larga y apasionada escena en la que el protagonista relata en una azotea ante unos vecinos emocionados; y la escena del sueño; pero es mas la historia que envuelve al protagonista, a la princesa y al periodista, donde el primero es un títere de la segunda para conseguir su objetivo, es el clásico cuento donde los sueños esperan que se puedan hacer realidad, aunque a veces no todo sale como nosotros nos creemos que puede estar previsto, aunque aquí todo el mundo finalmente encuentra a su princesa, aunque uno de los protagonistas no se de cuenta de ello, ya que siempre ha tenido delante a su princesa o lo que es lo mismo el amor de su vida, y otros para conseguir este amor verdadero serían capaces de renunciar a un reino; mientras que otros su verdadero reino es tener a los amigos que aprecia cerca de su entorno inmediato y disfrutando de la felicidad de sus seres queridos. Por otro lado la música acompaña muy bien al relato con unas melodías alegres al igual que algún que otro numero musical donde nos lanzan el mensaje de que con fe todo se puede superar. Entrañable y entretenida comedia romántica realizada a finales de la 2ª Guerra Mundial y en donde se da ese mensaje de optimismo, por otro lado muy normal en el cine de la época.

Lo primero que me sorprende de esta película, por lo menos en la versión que emiten en Filmin, es que las canciones estén dobladas al castellano eso, unido al "doblaje latino" y a la imagen de un castillo de cuento acentúa la sensación de que vas a ver una producción de animación con la Cenicienta u otra princesa ad hoc.

Algo de ese tono permanece en esta historia heredera de esas comedias de la Gran Depresión en que unos pobres trabajadores aspiran a la riqueza automática vía matrimonio o golpe de suerte.

Eso sí, que nadie se espere uno de los grandes títulos del tipo "Candidata a millonaria", "Medianoche" o "El hada madrina", a este botones le falta un poco de acidez y le sobra azúcar, aunque - si uno se deja llevar por el cuento de hadas - se puede disfrutar bastante.

Quizá para ello se incluye esa escena en la azotea en la que adultos y niños de un modesto edificio, se quedan embobados escuchando un cuento de hadas. Quizá sea una manera de decirte que vas a ver eso, un cuento de hadas y que te lo tomes como tal.

Respecto al reparto, nunca Robert Walker estuvo tan encantador (quizá en "Desde que te fuiste") y hasta puedes llegar a entender que se casara con una de las actrices más guapas y exitosas del momento, ni June Allison tan guapísima (prácticamente brilla, literalmente, en cada primer plano), además de buena actriz y cantante (que era lo habitual).

Por supuesto siempre se agradece la presencia de Agnes Moorehead (aunque le falta papel) y Hedy Lamarr resulta muy adecuada como guapérrima y elegantérrima.

Sosísimo Warner Anderson (el periodista).

Respecto al personaje de payaso (en el sentido más literal de la palabra, que tampoco es bueno) de Rags Ragland (el amigo del protagonista) ha perdido toda la gracia con el paso del tiempo, o siempre fue tan insufrible desde su origen, pero cuesta realmente masticar sus intervenciones y casi consigue, él solito, quitarle el adjetivo de "elegante" a la comedia.

" Erase una vez, no hace muchos años, en un viejo reino existía un castillo. Y en ese castillo vivía una princesa..."
Con esta tradicional frase, tan sólo alterada en la ubicación del tiempo, ya nos señalan que estamos ante un cuento de hadas a la vieja usanza, donde a los iniciales fotogramas de un imponente castillo europeo anclado en el pasado, le seguirán las imágenes de los afilados rascacielos de la Nueva York moderna.
" La princesa está triste. Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa
Es imposible no recordar los versos de Rubén Darío, porque este cuento, casi, casi, parece haberse inspirado en ellos.
Porque aquí no tenemos una princesa sino dos. Una ( Hedy Lamarr), de belleza incomparable, atrapada en su torre de marfil," presa en sus oros, presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real" .
Y la otra ( June Allyson en actuación impecable), no tiene sangre azul pero está igualmente atrapada " quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar"
No sé si consideraréis que me he puesto algo cursi pero os aseguro que esta peli no lo es.
Hedy Lamarr es una princesa de un lejano país que viaja a Nueva York con la esperanza de reencontrarse con el hombre del que, una vez, estuvo enamorada, un periodista, pero al que tuvo que abandonar por sus diferencias de clase y posición social.
June Allyson es plebeya, una muchachita vecina de nuestro protagonista, aquejada de una extraña enfermedad traumática que le impide andar y que vive la vida a través de los ojos de aquel.
En medio, Robert Walker. Príncipe que lucha sin saberlo contra el dragón del miedo que aprisiona a la princesa ( es muy significativa y hermosa la escena de la lectura del cuento en la azotea), se enamorará de la belleza etérea de la otra, a la que querrá seguir hasta el fin del mundo.
La lucha de barreras, sean de la clase que sean, la lealtad, la amistad, la generosidad, la renuncia, el discernimiento del amor verdadero y la búsqueda de la felicidad en la verdad de los sentimientos, son los valores que promueve este cuento bien arropado por los secundarios en sus respectivos papeles que le otorgan simpatía y humor en buen equilibrio y donde las escenas dramáticas brillan a gran altura ( es lo mejor del film en mi opinión), no me ha gustado mucho, en cambio, esa escena del sueño de June Allyson que, para mí, pinta bien poco. Subraya e infantiliza en exceso la historia, además de frivolizarla, al escorarla hacia el musical, cuando, sin embargo, es en el aspecto dramático del cuento donde alcanza su magia.
Tampoco han aprovechado la vertiente de la historia de la princesa con el periodista que, creo, merecía más papel en la trama que el que se le otorga. Esa subtrama está muy desaprovechada y como metida con calzador.


Un usuario, que me precede en la crítica de esta peli, la ha señalado como un precedente de Vacaciones en Roma de Wyler. Algo de eso hay. Parte de su trama recuerda mucho a ella, efectivamente. La princesa, que se enamora de un periodista, que busca los placeres de la vida de incógnito, la pelea en la taberna de esta cinta, frente a la del barco de aquella...Sí tiene sí, algunas similitudes. ¿ Casualidad?. ! Vaya usted a saber!