El empleo (C)

No he visto muchos cortos a lo largo de mi vida, pude ver éste al conectarme por accidente a un blog donde hablaban de él, esto se podría considerar una crítica al escaso espacio que tienen en los medios audiovisuales los cortos. La idea me pareció magnifica, un reflejo de lo que es nuestra verdadera crisis. Una metáfora de como nos usamos los unos a los otros con total normalidad, como una rutina del día a día, todos estamos al servicio del capitalismo, nos estamos deshumanizando?

Notable corto que se centra en mostrarnos tanto la verdadera utilidad para la sociedad de nuestro trabajo como el aprovechamiento que hacemos del trabajo de los demás.
Y es que no somos nada: unos somos mesas, otros percheros, quizás los más iluminados llegan a ser lámparas o semáforos. Eso si, no cualquiera vale para ser ascensor.
El corto trata de como el tener posesiones, a su vez trabajo de otros, nos hace pensar que somos importantes, que somos alguien, pero no nos engañemos, todas estas posesiones las tenemos por y para seguir ejerciendo nuestro trabajo para la sociedad ya seamos relojeros o taxistas.
7,7/10.

Este corto es un buen repaso a la sociedad humana de trabajo especializado. En tono subrealista narra como para poder desarrollar tu trabajo, tienes que valerte antes del trabajo de muchas más personas.

El final es simplemente una genialidad, que describe perfectamente cómo nos sentimos la inmensa mayoría de los trabajadores por cuenta ajena.

El título de mi crítica debe de asustarles, y es que este corto a mi gusto es de lo mejor que alguna vez nos hayan regalado los "dibujitos animados". En la historia argentina de la animación este corto es el más ganador y es que sin lugar a dudas se los merece.

Una metáfora sobre el trabajo, la vida cotidiana (y rutinaria) de las personas como pocas veces se ha plasmado.

Cuando uno habla de una obra maestra debe decir las cosas justas y necesarias. Si dice mucho: aburre; si dice poco: se queda corto.

Reitero: Obra maestra.

Sátira estupenda, fiel reflejo de la cotidianidad y del transcurso de estos días en que ser un individuo no importa más que ser un mero felpudo. Santiago Grasso nos transmite la cara y la cruz de una sociedad numerada y adaptada a que cada persona no se interrelacione, no comulgue con el de al lado, con que se vean normales ciertos comportamientos que, por ser rutinarios, no deberían ser específicos.

Ir al trabajo desde la perspectiva de aquel que tiene una trabajo que le denigra y que le falta el respeto, pero a la vez de aquel que utiliza los recursos ofrecidos para denigrar y faltar el respeto a sus iguales viendo estos hechos como algo normalizado y común. La recapacitación se nos hace necesaria junto a una reflexión en cadena, y pienso que es ése el objeto y el objetivo de una director que ha conseguido convertir un pequeño cortometraje de animación de apenas 6 minutos en una diatriba moderna que invita al autoanálisis y a sacar unas conclusiones nada halagüeñas.

Importante y recomendadísimo.