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Céline y Julia van en barco

Comedia. Fantástico. Drama Muy cerca de la tradición de los cuentos infantiles, la película narra las relaciones entre la bibliotecaria Julie y Céline, y cómo ésta introduce a la primera en una historia, entre la realidad y la fantasía, que se desarrolla en una gran mansión aislada donde vive un viudo, su hija de 8 años y dos mujeres. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
29 de octubre de 2005
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en algún momento de aburrimiento mezclado con ansiedad, tan propio de la vida adulta en los tiempos que corren en este hemisferio, nos paramos a pensar, por suerte, en lo fácil que era cuando éramos niños el estar inmersos realmente en algo, entenderemos mejor esta película que habla sobre dos jóvenes adultas que parecen haber decidido extraer de cada acontecimiento, por nimio que parezca, toda una serie de misterios, aventuras y emociones que transforman el mundo en ese que fue algún día, cuando un simple paseo podía convertirse en una excitante experiencia llena de novedades insospechadas. Admitiré que, aún en el mejor de los casos es necesaria una dosis de paciencia para estar inmerso en la película durante las más de tres horas de su metraje. No obstante, la sensación de pérdida de tiempo, caos y gratuidad que puede producir la narración es completamente redimida hacia el final y posteriores revisiones no hacen más que enriquecer mil matices. Espontánea, improvisada, llena de hallazgos sencillos pero intensos, toda una inmersión en la capacidad de juego de la infancia.
roscao
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7 de diciembre de 2012
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Céline y Julia van en barco es una obra del director más inaccesible de los fundadores de la nouvelle vague, Jacques Rivette. Céline es una prestidigitadora y Julie es una bibliotecaria amante del tarot y los libros de magia. Ambas se divierten jugando la una con la otra, mediante engaños, trucos, hasta suplantándose las identidades. La primera parte del film trata sobre eso, utilizando recursos de los humoristas del cine mundo americano.

Pero Rivette va más allá y abre nuevos planos narrativos, que van a jugar con Céline y Julie tanto como van a jugar con nosotros los espectadores. Y estos planos narrativos son un juego, porque pueden ser recuerdos del pasado, efectos alucinógenos de las drogas, el mundo de Alicia en el País de las Maravillas o una representación teatral. Cuando se acostumbren a este "juego de espejos" Céline y Julie ejercerán de intrusas en estos planos de ficción como un Abbott y Costello en sus films.

Para haceros una idea de si os puede gustar el film. Tiene paralelismos con las películas de David Lynch que también juega con distintos planos narrativos en los que sus personajes pueden traspasar ese "plano" con la confusión correspondiente. Aunque mientras Lynch sobre todo emplea el thriller y el terror, a Rivette lo que mas le importa es la comedia, aunque tampoco olvida el thriller.

Los amantes de la interpretación también disfrutaran del film, viendo los firmantes del guión se nota que el film bebe de un ambiente de creatividad y libertad que queda plasmado en unas interpretaciones naturales y espontaneas. Especial atención a las dos protagonistas Dominique Labourier y Juliet Berto, y sobre todo, a esta última que esta magnífica.
Cthulhu
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13 de marzo de 2022
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Céline, prestidigitadora, irrumpe en la vida de Julie, una bibliotecaria aficionada al tarot y a los libros de magia. Ambas se divierten suplantando sus identidades. La primera introducirá a la segunda en una dimensión entre realidad y fantasía que se desarrolla en una casa fantasmagórica.
Jacques Rivette se inspiró en 'Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas' para alumbrar esta obra inclasificable que supondría la quintaesencia de su filmografía. Las dos protagonistas interpretan una ficción dentro de la ficción en un plano irreal donde existe la posibilidad de recuperar la infancia perdida. La conclusión propone un reinicio de la historia, como un juego de espejos cuya imagen se refleja hasta el infinito.



"Los lazos de sangre deben renovarse."
CINECLUB
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24 de noviembre de 2019
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no desgranemos la filmografía de Jacques Rivette, el hecho de explicar la importancia de su aportación al cine, ocuparía un espacio demasiado extenso imposible de comprimir aquí.

Rivette es todo un renovador, todo un revolucionario. Es el “alma mater” de la Nouvelle Vague que junto a Truffaut, Godard y Rohmer formaban “la banda de los cuatro”, aunque no eran los únicos inscritos en este movimiento. Su cine, que siempre ha huido de modas posee una personalidad apabullante, ha tocado diferentes géneros, y tiene ciertas constantes que se repiten con mayor o menor intensidad. Por ejemplo, como en el caso presente, el teatro ocupa un lugar preferente, que no la teatralidad gratuita, que eso es otra cosa, si no el crear una realidad paralela, y en consecuencia, siente la necesidad y la fascinación de poder jugar con el espacio y el tiempo. Incluso el desdoblamiento de personajes o intercambiarlos también es otra de sus posibilidades. Para mí, este “vanguardismo”, este experimento en “Céline y Julie van en barco” si se entra en el juego, es toda una experiencia, muy audaz y muy agradecida. El reverso es, y de ahí que no sea un cine accesible, es que esto podría confundir al espectador habituado solamente a películas comerciales.

Lo que me ha movido a escribir mi impresión sobre ella es que he visto solamente un par de comentarios muy positivos y el doble de comentarios muy negativos con los que difiero totalmente, con pobres argumentos, que reflejan confusión y hasta el muchos casos una catetez supina y prejuiciosa, ya que es todo un ejemplo de las posibilidades que el lenguaje cinematográfico ofrece desde una perspectiva fresca y original.

El poder haber leído algunos comentarios por internet antes de pronunciarme, hace que le pueda dar la razón a los que señalan que David Lynch chupó bastante de Rivette para la creación de “Mulholland Drive”, aunque Lynch lo hiciera en clave de intriga. No veo un nexo “bergmaniano” con “Persona” como otros sí lo hacen, pero sí creo percibir el germen del cine más femenino que utilizaría con enorme acierto Robert Altman al cuidar la interrelación de las actrices en su cine, sobre todo con “Tres mujeres”.

Aquí la magia y el teatro se dan la mano gracias a los dos personajes protagonistas, Céline y Julie que, desde su inicio y a modo de cuento, inician un viaje iniciático, en el que las pistas que se nos van brindando van encajando a lo largo del metraje de manera sabia. La única manera posible de armar un guión tan bueno es como Rivette solía hacer, una total complicidad con su equipo y una admiración/ respeto por sus actores, la mayoría actrices en este caso, y que en este caso firman casi todos: Berto, Labourier, Ogier y Pisier en colaboración con su director, Rivette, con la ayuda en los diálogos de Eduardo de Gregorio y partiendo de la base de una historia de Henry James.

Su reparto se mueve como pez en el agua, sobre todo sus dos protagonistas que se encuentran casi en estado de gracia, con una naturalidad que se agradece. Barbet Schroeder, un director y guionista bastante interesante, aquí hace el papel de Olivier, con una presencia bastante personal y que también es el productor de la misma.

No hay grandes despliegues técnicos. Ni lo requería la historia ni tampoco había presupuesto para ello, aunque cumplan sus funciones, sobre todo su vestuario, aparentemente sin importancia y Jacques Renard en las escenas teatrales y de interior.

Puede que “Céline y Julie van en barco” no posea la fama de “Out 1: Noli me tangere”, la polémica de “La religiosa” o el esfuerzo y refinamiento de “La bella mentirosa”, pero es un precioso juego, que si se decide el espectador a participar de ella, que no dude que se trata de un pasatiempo inteligente, además de poco común que parece que ha sido rodado ayer.
Maggie Smee
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18 de marzo de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un aspecto que me ha parecido muy interesante de esta película es el uso que Jacques Rivette hace de Marcel Proust, concretamente de su novela "Por el camino de Swann". En un pasaje de esta, tras comerse una magdalena mojada en té, en la mente del protagonista se desencadena una serie de momentos y sensaciones asociados a una época feliz de su infancia. Los sabores le llevan a años atrás, a un momento similar de su niñez, y recuerda "todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té".

De un modo similar, Céline y Julie hacen uso de un caramelo para recordar los acontecimientos que tienen lugar dentro de la misteriosa casa. Cada vez que abandonan esta, salen en un especie de trance y no recuerdan nada. Sin embargo, descubren que el sabor de este caramelo les permite rememorar un tiempo pasado, el correspondiente a los eventos que ocurren en la casa. Así, el espectador acompaña a las protagonistas en su labor de rememorar este tiempo perdido, para así poder resolver el misterio de la niña Madlyn, e incluso tratar de salvarla.
albertsyco
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