Cuando llega una extraña (TV)

¿Cuál es probablemente la única virtud que le podemos otorgar a un telefilm? Su capacidad de adicción. Cuando llega una extraña es de los pocos telefilms que no enganchan que yo haya visto. Su historia, probablemente porque ya la hemos visto como cien veces en otros telefilms y no telefilms, acaba cayendo en saco roto desde el minuto uno, y una película de tan soporífera duración que no engancha ni desde el principio es demasiada losa como para mantener el ritmo.

Todo lo demás se mantiene en los estándares cutres del género.

Thriller psicológico dirigido con insolvencia, en el que el suspense es solo un espejismo, ya que desde el comienzo tenemos la sospecha de todo lo que va a suceder y cómo podrá ser el final.

Esta película, siguiendo el modelo de las realizaciones de formato televisivo al que pertenece, viene cargada de lugares y hechos comunes a los de otros productos de similar género, con un argumento inverosímil, un guion que es solo un esbozo y un ritmo narrativo totalmente plano.

Los personajes --muchos de ellos innecesarios--, mediocremente interpretados, están carentes de evolución psicológica y muestran unas motivaciones que rozan el absurdo. Además, el hilo de la trama queda estancado muy pronto y todo acontece como una serie de secuencias desprovistas de coherencia y vacías de contenido, sin tensión o inquietud.

Un telefilm, en conclusión –no hay que extenderse más–, defectuoso en su técnica, falso en su argumento y con un tosco estilo, que solo sirve para pasar a duras penas el rato y dejarlo luego colgando en el olvido.