Un día con el diablo

Sin duda, Cantinflas tiene mejores películas que "Un día con el diablo", no obstante, es innegable que nunca ha estado en una cinta más impredecible que ésta. El final de la guerra condicionó una apurada producción que hizo que la dirección de Miguel M. Delgado para un relato deshilvanado donde hay un desfile de personajes que parecen que van a ser importantes y luego desaparecen.

Pasando por alto la improbable y realmente curiosa guerra mexicano-japonesa, el guión de Salvador es una auténtica locura, aunque el intérprete usa su simpatía natural para mantener interesado al espectador. Los fans de toda la vida se rendirán a sus gags, mientras que sus detractores se agarrarán a sus problemas técnicos para despedazarla. Suele ocurrir con esta clase de humoristas que despiertan pasiones y odios incondicionales.

Como acontece en algunos episodios de "Padre de familia", cuesta pensar cómo hemos llegado a Cantinflas volviendo un poco loco a San Pedro y descubriendo que el infierno no está en el demonio.

Una pieza de arqueología de quien ha sido uno de los grandes maestros del humor.