El asesino

"Quien nace para matar siempre ha de tener la mente vacía. Si piensas en las crías del cerdo ya no lo matas".

Film producido por Netflix, del que sólo he leído una crítica, y no podía ser más negativa, un uno sobre diez.
Y no puedo estar más en desacuerdo. Decía el "crítico" que hay demasiados personajes, lo cual es cierto, pero no por ello eso es negativo. Tras una cierta necesaria atención al comienzo, luego todo se comprende perfectamente, habiendo en efecto muchos personajes, pero a mi modo de ver muy interesantes y como se suele decir, con carne, como "4 ojos", "Macaco", "Siete orejas" "el asesino de asesinos" y/o el protagonista "Cabellera".
Lo que sí es verdad es que el epílogo se ve venir desde casi el comienzo del film, por lo que la posible sorpresa resulta eficaz sólo para despistados o personas que no van mucho al cine que digamos y/o que no han visto mucho cine en su vida, pues no es original y, repito, tal y como está narrado, es cantado.
Por lo demás hay buenos diálogos, humor negro y socarrón y el empaque técnico es muy competente, con una preciosa fotografía a cargo de Frabricio Tadeu y una banda sonora un tanto repetitiva pero marchosa.
Pero lo más importante para mi es que me ha parecido muy entretenida e interesante. Un western "a la brasileña" con bastantes elementos positivos que hace que mi valoración sea positiva. No es una obra maestra, por descontado, pero es un buen entretenimiento.

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Con una mezcla entre el spagethi western de los 70 y una pelicula de Werner Herzog, con personajes pintorescos y estravagantes, como el frances que no habla portugues y se sirve de un sordomudo que le hace de interprete, la deliciosa Maria de Medeiros como la madame de burdel retirada. En el Brasil profundo de principios del siglo pasado, con una violencia descarnada y un nihilismo abrumador, humor negro y mucha violencia, sin olvidar cierta critica a la corrupcion y al caquiquismo tipicos de la epoca, unos personajes de moral ambigua y violentas reacciones, muy bien hecha y bastante entretenida, el western sigue mas vivo que nunca.

Una película cruda, dura y descarnada. El polvo del desierto brasileño se mezcla con los bichos del mismo, y con otros bichos gigantes, los hombres que habitan aquellas tierras en las que el único aliciente es encontrar unas piedrecillas azules que les dan algo de vida y de ilusión porque es el único sustento que tienen.

Es tal la miseria y la falta de conciencia de las personas que es habitual dejar a un niño abandonado en el desierto cuando no le puedes dar de comer, dejándolo a merced de las fieras, humanas o no, que se lo puedan encontrar, y de eso va esta historia, de un niño abandonado que lo recoge un forajido, “Siete orejas” y que lo cría a su manera y que, cuando entiende que le ha dado las lecciones suficientes para afrontar la vida, lo abandona para convertirse en un pistolero a sueldo.

Una película amarga, que te atraganta, que te obliga a cerrar los ojos más de una vez de las crueldades que se ven. El chaval intenta tirar para adelante y va al encuentro de su padre, pero si lo encuentra o no, eso ya es hacer spoiler. Una película interesante, diferente, un western a la brasileira. Un 6,5.

Tiene su gracia que cuando le preguntan por primera vez su nombre al llegar a la ciudad, no teniendo ninguno que decir adopta el del héroe de las historietas populares que leía, Cabeleira (Morgado).
Lástima que en 1910 no hubieran llegado todavía a Pernambuco nuestras novelas "Lafuente Estefanía". También el autor puede ser el protagonista de su propia historia.
Porque la cosa va de historias, de cuentos brasileiros de cangaceiros y macacos. De cómo se matan unos a otros, de caciques absolutos como Mr. Blanchard, de matones como Corisco el Diablo Rubio, Siete orejas, Sobral, Cuatrojos, Cicatriz o el Gringo asesino de asesinos.
Muchos personajes, sí, que van y vienen, que entran y salen de escena, por lo que hay que estar un poco atentos a los nombres.
Pero no falta un hilo conductor coherente. Si nos fijamos bien encontramos hasta tres generaciones de "padres" que, a su manera, educan a sus "hijos" en la tremenda dureza de aquellos desiertos, "Todo lo que se arrastra, corre o vuela se come", y de la violencia de los ambientes, "Para matar la mente debe estar vacía".
Bandas armadas al margen de la ley que vivían del robo en las grandes haciendas, del bandolerismo o del pistolerismo a sueldo de los caciques. Cangaceiros, un gravísimo problema social, así llamados por llevar las cartucheras cruzadas al pecho como el "cangazo" del que tiran los bueyes.
Una historia y un guion complejos, con una realización trepidante donde la violencia (a veces gratuita y excesiva al estilo Tarantino) campa a sus anchas en todo el metraje. Con toques de realismo mágico estilo Macondo.
El excesivo concurso de personajes dificulta una mínima profundización en los mismos.
Excelente fotografía, vistoso colorido. Y turmalina paraíba, una de las gemas más valiosas del mundo que todos buscan.
Por momentos esperamos la llegada de "Antonio das Mortes", el matador de cangaceiros de Glauber Rocha (1969), con el correspondiente acompañamiento de espíritus y de santitos.
Un western a la brasileña, original, interesante. Merece un vistazo.

No hay mucho que decir sobre esta pobre película ambientada en el Brasil de principios del siglo XX, una tierra sin Dios ni ley.

Confusa, con demasiados personajes que hacen sospechar que originalmente era una serie limitada. Los genios de Netflix, viendo la pobreza de su historia, para recuperar su dinero, decidieron convertirla en largometraje, con el peor resultado posible.

Violencia gratuita a montones, argumento mal hilado, personajes con nulo encanto y una progresión dramática mal balanceada, al punto de cometer uno de los pecados propios de un principiante: el” Deus Ex Machina” que paso a explicar en el spoiler

En definitiva, aquí no hay nada que salvar a excepción de la fotografía