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Punky Brewster (Serie de TV)

Serie de TV. Comedia. Infantil Serie de TV (1984-1988). 4 temporadas. 88 episodios. Penélope “Punky” Brewster es una niña de siete años que es abandonada por su madre. La pequeña, acompañada de su inseparable perro Brandon, se refugia en un apartamento vacío, donde pronto es descubierta por Henry, administrador del edificio. Éste, que es un hombre de avanzada edad y acostumbrado a vivir solo, se ve conmovido por la dulzura y simpatía de la niña y decide acogerla en su hogar. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
15 de enero de 2009
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
La hippie más precoz que se conoce, ya a los siete años tenía claro que lo suyo era ser rebelde y llevar todo tipo de complementos chillones para dar el cante. Simpática, extrovertida y tocahuevos como pocas, encontró en el gran Henry al viejete cascarrabias que todos hemos tenido en nuestra familia y que ella nunca pudo disfrutar al ser huérfana. Pobrecilla, pobrecilla, pobrecilla.

Para pobrecillo el tío Henry, al que su corazón de oro no le permitió dejar en la calle a esta niña, más tarde convertida en una fresca de cuidado (actuando en series como “Sabrina”), con lo que amargó la jubilación tranquila que tanto añoraba después de décadas de duro trabajo. En los primeros capítulos ya se entrevé que la niña se va a hacer con la casa, ocupando con total descaro el cuarto que nuestro anciano tenía reservado para sus momentos de ocio.¡Tío Henry quiero un perro! ¡Tío Henry quiero una casita en el árbol!. ¡Ay, tío Henry cuánto te acordaste de tus tiempos mozos en los que el bofetón educativo no estaba mal visto por la sociedad!
Dios bendiga al tío Henry, por su santa paciencia.

Los clichés corren a cargo de los amigos de la desvalida, desde la amiga negra para fomentar el no al racismo hasta la amiga rica y consentida más pija que la médula ósea, que daban lugar a múltiples argumentos aleccionadores.

Serie para rellenar aquellas largas mañanas de verano enganchado a la TV.
Favio Rossini
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13 de octubre de 2007
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo como cada capitulo me hacía reir, y recuerdo sus historias, sus amigos, el perro y su cama estilo carro, su habitacion con las paredes pintadas, llena de dibujitos, también su casita en el árbol... Hoy por hoy, a mis 17 años, no me molestaría que la volvieran a poner, claro que no sería lo mismo, y es obvio que no me resultaría tan divertida, pero eso pasa con todo, según el momento de tu vida te gustan unas cosas, y a mi me gustó Punky, fue una de mis series preferidas que ahora recuerdo como si fuera ayer cuando corría para el sofa y encendía la tv para verla.
carolina
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22 de septiembre de 2009
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa serie de televisión con la que viví mi infancia. Esperando cada día la hora punta para ver a la increible niña huérfana llena de energía y simpatía.

Desde luego que marcó una época de mi vida y sé que nunca me olvidaré de esta serie, incluso todavía hay días que la echo de menos; ¿dónde están todas las series como veáse ésta o verano azul? Ahora todas son iguales, con un mismo argumento: adolescentes salidos que no tienen dos dedos de frente. A excepción de unas cuantas... pero la mayoría... de esa calaña.

Recuerdo que nunca me cansaba de verla, a pesar de que se repitiesen los capítulos y ya me los supiera, siempre me enganchaba... tenía una magia especial... y quizá tenga que ver que para unos pocos fuera una Punky dos en persona, y siempre acabara identificándome con ella de alguna manera.
Mo Cuishle
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24 de mayo de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enternecedora niñita de dos coletitas que su madre abandona y es acogida por el bonachón Henry, que junto al leal perro Brandon formarán una tríada que riete tú de las amapolas. Es una serie infantil, que provoca sonrisas y un contundente humor enlatado. Recuerdo con dulzura aquellos días en los que disfrutaba con sus aventuras mientras bebía un tang tropical, con el torso desnudo y la ventana abierta, dejando que la fragancia de la naturaleza me salpicara la columna vertebral ¡que tiempos!

Es una serie que tenía olvidada, pero hace unos días en misa me encontré un punky, sí, los muchachos estos de ahora que van con una cresta en la cabeza pintada de rosa. Sus amigos le llamaban el Brewster, y pronto comprendí por que era, agradeciendo a Dios este intelecto con el que me ha dotado. Enseguida se dibujaron en mi corteza cerebral esas escenas de Punky y Henry en un supermercado comprando cereales con regalo, o Brandon devorando la colección de sellos de Henry mientras este se mostraba iracundo. Acabada la ceremonia corrí apresurado hacia mi casa para hacerme un tang tropical y rescatar aquellos recuerdos desparramados en el desván del olvido.

Fue como telestransportarme a mi infancia, sorteando los capones de Don Tomás, meando en las macetas de Don Matías, yendo a comprar petardos en el Kiosco de “El Gordo” Ah, eso si que era felicidad. Los chicos de ahora solo saben jugar al Cras Bandicoot, o al de los marcianitos esos de las bolas en la Play 3. Se perderán las múltiples aventuras que algún día protagonizamos, como aquella en la que nos metimos en la catedral con mi amigo Simón y su amiga bajina y tuvimos que correr delante de algunos erguidos agentes del cuerpo que se agitaban violentamente, regentados por un tal Niso, sobrino del tío Felipe. Por poco no nos capturan, al final acabamos en la plaza comiéndonos unos bocadillos de jamón. Y eso que no habíamos hecho nada allí dentro, tan solo mi amigo que se bajó los pantalones, pero aquel día parecíamos terroristas.

Es increíble como los recuerdos se arremolinan para transportarnos a minutos enterrados, parece como si volviera a realizar esas aventuras, yo descubrí mi máquina del tiempo, mi máquina del tiempo se llama Punky Brewster, ¿y la tuya?

Les dejo un soneto que mi corazón dibujó para todos ustedes, Jorge dale a la guitarra, maestro:

Ahí va Henry con su ceño fruncido
en sus hombros Punky la traviesa
Mientras Brandon olisquea una contesa
de mi cerebro recuerdos he parido

Recuerdo el olor de la infancia
que vuela como vuela la avutarda
de mi nariz enemiga de esta vida bastarda
que me hizo olvidar esa delicada fragancia

Subo las escaleras de la vida
mientras por el ascensor bajan las sonrisas
olvidé esa orgía de alegría

Quisiera dejarme cresta en mi sección occipital
desprenderme de mi traje y corbata
y hacerme un tang tropical.
KraSti
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1 de noviembre de 2008
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Punky Brewster es una gran serie de televisión, ya que cada capítulo nos enseña una lección de valores éticos y morales. Una comedia magnífica que entretendrá a jóvenes y adultos. Sin duda marcó la infancia y adolescencia de muchas generaciones y cada vez que la ven añoran recordar otros buenos tiempos. Por lo demás cabe decir que la serie es entretenida y amena, con buenos guiones, y a la vez muy sencilla de entender y fácil de interpretar. Sin duda merece la pena conseguir esta serie en DVD (cuando quiera es hora de que la editen), ya que forma parte y es todo un clásico de nuestra videoteca de series míticas. En resumen: una comedia muy bien creada, con buenos actores y con mucho fondo ético. Un saludo.
Fredi
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