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Ocaso de un pistolero

Western El sheriff Robert mata por accidente al hijo de uno de los pistoleros de la ciudad. Ante tal escándalo, el pistolero intentará vengarse raptando así al hijo del sheriff. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
10 de agosto de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje de Rafael Romero Machent, que sigue los pasos de su hermano Joaquín.
La película no tiene la calidad y personalidad de las obras de su hermano, sobre todo de las de su comienzo, pero está bien, siendo competente, sobre todo por aquello de seguir las pautas del western clásico, aún muy lejos de lo excesivo de las cintas de este simpático género que vendrían después, e incluso con la parodia, que fue su tumba definitiva.
El filme es muy serio, quizás demasiado, con unos personajes más bien tristes, perseguidos por el infortunio y el destino.
Lo que más se echa en falta en esta cinta es su ritmo interno, desigual, con buenas escenas, como los del ataque al rancho por la noche y, por supuesto, su final.
Es cierto que si reflexionamos sobre el argumento, con un guión de su hermano Joaquín, no resulta muy creíble, siendo el leif motiv un tanto estrambótico, pero se sigue bien, aunque no deje mucha huella.
Para ser el primer largo de un realizador está bien, siendo muy digno y competente, pero está lejos de ser una peli redonda.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Baraka1958
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14 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi repaso por el western europeo he recalado en esta ópera prima de Rafael R. Marchent y sobre la que tengo sentimientos encontrados.

Me ha sorprendido enormemente la buena factura técnica de la película, sobre todo teniendo en cuenta que se trata no solo de la primera incursión de Marchent en el género, sino de su primera obra como director (es cierto que ya se había curtido en el mundillo ejerciendo otras funciones como actor, escritor o segunda unidad de dirección), sorprenden los encuadres, la forma de mover la cámara y en definitiva, su buen pulso a la hora de dirigir; sin embargo, creo que hay un problema de base en el guion, porque transita entre dos aguas al establecer dos planos narrativos independientes entre sí.

La película tiene un arranque muy fuerte con la muerte accidental de un bebé en primer plano. Esta secuencia sirve para introducir en apenas unos minutos a los protagonistas que sustentan casi la totalidad del peso dramático de la acción. Tras una elipsis post-creditos se continúa la historia unos años después y hacen acto de presencia unos personajes que no tienen nada que ver con lo anterior, que ni van ni vienen porque en el conjunto del relato aportan entre poco y nada y que sólo sirven para desarrollar de un modo forzado el conflicto interno del protagonista, que ha decidido abandonar la vida de violencia a la que se ve abocado. En este punto se establece una especie de "subtrama" que es entretenida y nos regala algunos de los mejores momentos del film, el problema aquí es su nulo aporte para justificar la vuelta a la violencia del protagonista. Si bien la idea es mostrarnos cómo unos matones de poca monta enturbian la apacible vida del pueblo empujando a una persona que intenta ser pacifica hacia una forma de vida que ha dejado atrás, el detonante real aquí es su hijo y vista en su conjunto, la importancia de esta segunda trama se queda en nada. Marchent demuestra cierta torpeza al navegar entre ambas tramas porque se abandona casi totalmente la principal en detrimento de esta otra trama secundaria que sigue derroteros más tradicionales y la principal no se retoma de una forma clara hasta prácticamente el final de la película. Entre medias habremos pasado por un detonante falso y un falso clímax (el tiroteo en el rancho con el personaje interpretado por Guardiola), que hacen que la película se resienta y dé la impresión de ser más larga de lo que en realidad es. Para el final (el de verdad) nos espera un desenlace rápido, muy bien resuelto, con uno de esos grandes planos generales que empequeñecen a los personajes frente al conjunto, engrandeciendo la acción.

Como opera prima cumple sobradamente y da muestras de una técnica ya muy depurada, pero a nivel narrativo podría haber sido mucho mejor de haberse centrado en la trama principal, que no solo es más interesante por su enorme carga dramática, sino que tiene mucho más potencial. Aquí todavía hay margen de mejora y en apenas dos años alumbrará obras redondas casi sin fisuras como "Dos Cruces en Danger Pass" o "¿Quién grita Venganza?".
Canchado
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20 de febrero de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debut en la dirección de Rafael Romero Marchent, presentando unas credencias desbordantes de talento.

El film arranca magníficamente con unos títulos de crédito teñidos de la sangre inocente que se acaba de derramar, durante los cuales acontece una secuencia onírica de persecución que concluye abruptamente con un desasosegante despertar. Ello, unido a que poco tiempo más adelante comprendamos que en realidad ese sueño se trataba de un flash-back, sintetizan con una enorme economía de medios el perfil psicológico de este personaje.

Es muy ingeniosa la presentación de las dos parejas protagonistas, con una secuencia que finaliza con Craig Hill y Gloria Milland subidos en un carromato, e inmediatamente seguida de otra, que nos incita a pensar que son ellos mismos viajando en la lejanía, hasta que se acercan y comprobamos que se trata de dos jóvenes enamorados y a su vez amigos de los primeros, con quienes se encuentran. Este mismo recurso, de cambio sorpresivo de secuencia, es el que tiene lugar cuando el ayudante del sheriff se presenta para llevarse al hijo de Dan Murphy, y a continuación este último ya está manifestándole a su mujer su rotunda oposición a esta partida.

Otro ejemplo más de la sabiduría del segundo de los hermanos Romero Marchent, que en absoluto le va a la zaga a Joaquín Luis, es la soberbia elipsis temporal que se marca tras la marcha del niño, valiéndose para ello de elementos climatológicos como señal del cambio de estación -lluvia torrencial, viento golpeando la puerta del granero, chimenea encendida-, que explican cómo ha sido posible llegarse a ese grado de desestructuración del núcleo familiar. Las montañas de la zona del pueblo del sheriff Roger aparecen cubiertas de nieve cuando Dan acude en busca del chaval, cuando no estaban nevadas a la llegada del pequeño a esa localidad, otro exponente del impoluto rigor de esta elipsis.

El gran trabajo realizado a la hora de perfilar la moralidad de los principales intérpretes -excepcional la escena de Miriam suplicándole a Roger, con el hombre sin apenas ser capaz de mirarla de frente sabedor de su inmundicia-, deviene en la justificación de las elevadas dosis de violencia -que no son gratuitas en absoluto-, conservando además el pudor mediante el uso del plano contra plano (dejando fuera de campo a los que van a morir, en el momento preciso de recibir los impactos de bala), o bien rodando estas escenas en plano general. Tres de ellas destacan sobremanera por su sobresaliente planificación:
-En la primera, vemos un plano con uno de los malos de la función a punto de apretar el gatillo, pasándose a un primer plano de su indefenso contrincante, durante el cual oímos el disparo, y a continuación se cambia de nuevo de plano para mostrarnos a otro sujeto, que ha sido quien ha disparado antes, consiguiendo salvar in extremis a su yerno. Pero ahí no queda la cosa, pues el director madrileño aun tiene la genialidad de hacer caer de bruces al muerto sobre la única zona embarrada que había, dejando claro así su posicionamiento ético.
-La segunda, -precedida de una solemne escena funeraria como claro ejemplo de la calma que precede a la tempestad- está filmada en plano general y ambiente nocturno de ténue iluminación, con los asesinos avanzando de espaldas y oyendo el sonido de sus tiros. Será el cambio de tonalidad de los ladridos de un perro, lo que nos anticipe la brutalidad que están a punto de cometer.
-La última está rodada de nuevo en base a contraplanos del agredido después de recibir cada uno de los balazos, y los planos del atacante disparando, que se van difuminando progresivamente a medida que se le aproxima el moribundo, con la estocada final de espaldas al espectador como muestra de piedad.

El sadismo de los malhechores -formidable es el plano de sus sombras reflejadas en la pared de la prisión, cual espíritus malignos-, queda subrayado por el hecho de que nunca concederán la más mínima posibilidad de salvación a cada una de sus víctimas, todo lo contrario que cuando son ellos los que resultan abatidos, en donde los contendientes siempre parten en situación de igualdad de oportunidades -como en el juego de los dos revólveres, antesala de un antológico duelo-.

No hay crueldad física que pueda superar el dolor causado por la imposibilidad de lograr el amor de un hijo, en uno de los finales más desgarradores de la historia del cine.

Es una pena que la aportación del cine español al eurowestern no haya sido reconocida en su justa medida, tanto por haber sido los pioneros, como por disponer de una serie de cintas -como la que nos ocupa- que son auténticos top en el género.
burrito
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12 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¡Que viene Dan Murphy!" (Hill), la noticia llega inmediatamente al sheriff Robert (Puente). Y llega el pistolero, llega en una carabana con su mujer y un niño como un colono más. Asustado, el sheriff le suelta un tiro que mata sin querer al recién nacido.
Escena siguiente, cinco años después. Dan, su esposa y su hijo Andy (de cinco años), están siendo acosados por los malvados hermanos Custer en otro pueblo distinto. El espectador no entiende nada.
El resto de la cinta es una sucesión de acontecimientos deslabazados para tratar de combinar lo que realmente son dos historias que no tienen ningún punto en común y que el guionista se ha empeñado en encadenar. Y eso que por separado hubieran podido perfectamente desarrollarse, especialmente la del niño, porque la de los malos ya está muy vista. Pero podían dar juego cada una a su manera. Ahí creemos que está el lastre principal de la obra, en juntar dos tramas sin un buen nexo de unión que les de consistencia.
La película tiene momentos desangelados, sí, pero también hay que reconocer el acertado análisis de la personalidad de Dan. Rehabilitado como pistolero ayudado por el ambiente familiar, recae después cuando, acosado por las circunstancias, se ve incapaz de soportar toda la violencia que le persigue y el desmembramiento de su familia.
Rodada en la sierra madrileña y en la provincia de Guadalajara, tiene una digna ambientación que estropean un poco las grandes estrellas de sheriff a que nos tienen acostumbrados los westerns hispanos.
Lafuente Estefanía
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6 de septiembre de 2021
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Directa, violenta, intrigante, sucia, angustiosa, forzada, irregular y decepcionante producción de intriga y venganza en formato western, con la que Rafael Romero Marchent, da sus primeros pasos como director, apoyado en el guion de su hermano, Joaquín Romero Marchent.

El sheriff Robert mata por accidente al hijo de uno de los pistoleros de la ciudad. Ante tal escándalo, el pistolero intentará vengarse raptando así al hijo del sheriff.

Detrás de este contundente y llamativo título, se esconde uno de los primeros trabajos del irregular realizador, Rafael Romero Marchent, donde ofrece las premisas habituales de sus próximos proyectos, con: violencia, polémica y venganza.

Una película de género western, que mantiene el interés de principio a fin pese a algunas inverosimilitudes de difícil explicación.

No es un producto que vaya a entusiasmar a todo tipo de público, pero ya os aseguro que ofrece lo que se espera de él, una trama potente de intrigas e intereses personales, que deriva en un épico y desgarrador desenlace.

Ocaso de un pistolero, queda como una atrevida y angustiosa producción de suspense y venganza, con el que los hermanos Romero Marchent, dejan sus señas de identidad.
Jon
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