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La mirada del hijo (Madre e hijo)

Drama Una noche, un hombre de 32 años, que conduce su coche a una velocidad muy superior a la establecida, atropella a un niño que muere poco después. Al temerario conductor le espera una pena de prisión de entre tres y quince años, pero su madre, una arquitecta de la clase alta de Rumanía, intentará evitarlo por todos los medios. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
1 de junio de 2014
36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los ricos también lloran y sufren y se enfrentan a la adversidad y el vituperio. Pero las penas con dinero son más livianas y llevaderas, más manipuladoras, más retorcidas y soterradas. Este drama familiar es claustrofóbico y obsesivo. Una desgracia sobrevenida – el hijo único de una familia adinerada de la capital, atropella y mata a un niño pueblerino durante un pique entre dos conductores sobrados de parné y faltos de cerebro – desencadena el implacable engranaje de una madre acaparadora y directiva que se hace con las riendas del asunto para minimizar el impacto en su pavisoso hijo malcriado y que la odia.

Al espectador le atenaza un desasosiego y una inquietud constantes durante la proyección de esta sobria pieza minimalista donde las mujeres tienen mando en plaza y los hombres son meros peleles intrascendentes. La suciedad moral, la afrenta que supone tener contactos en una sociedad donde el amiguismo entre mangantes es moneda de cambio recurrente que adultera las relaciones y desbarata cualquier noción de justicia. La necedad del dinero, las pieles y las veladas de ópera impiden cualquier intento por entablar relaciones humanas entre iguales y todo está abocado a sacar provecho, a manejar, subvertir, mangonear y falsificar cualquier vínculo. Quien puede, saca provecho y tajada.

Y si bien la película tiene virtudes indudables – como la presencia de una magnética Luminita Gheorghiu – resulta algo monocorde por su falta de progresión en la situación única que refleja, es como si el planteamiento lo fuera todo pero el desarrollo apenas aporta nada novedoso al conjunto y las escenas (todas bien resueltas, tóxicas y turbias) apenas hacen avanzar una trama mínima que se ahoga en sí misma. Además sabemos demasiado poco de la relación materno-filial previa al percance y nada de lo que ocurre ilumina ese enfrentamiento feroz y sin cuartel que socaba cualquier entendimiento o empatía. Nada aporta claridad sobre el núcleo del drama y eso va en detrimento del espectador y del resultado final. Lo que podría haber sido una gran película se queda en una buena película. Y gracias.

Sobre todo hay que resaltar y alabar la atmósfera pútrida, inquietante, ponzoñosa y carente de amor que recrea y que impregna todo el metraje como una viscosidad deleznable. El problema es que se queda corta, como si faltara información relevante para armar el rompecabezas de unas relaciones fracasadas y ante tanta opacidad estamos tentados de tirar la toalla y no entrar en la interesante propuesta planteada. Fuerte y poderosa, sin duda, pero con un tufillo a cine de calidad pretencioso que no está a la altura de sus aspiraciones.
antonalva
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11 de noviembre de 2013
26 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cornelia es mas que una madre. Es casi una dictadora que mueve con sus hilos a su hijo, su marido y cualquiera que se le acerque. Como resultado su hijo Barbu depende de ella para todo incluso cuando es acusado de asesinato tras atropellar a un chico. Pero Cornelia no va a dejar que el hijo de quien esperaba tanto caiga preso e intentara lo imposible para cambiar ese destino. La película comienza a denunciar la situación actual de Rumanía en donde la corrupción y el poder de los nuevos ricos pueden contra todas las instituciones del estado. De una sociedad dividida entre los que se han enriquecido rápidamente y a los que el progreso ha dejado atrás.
Pero mas importante es la historia de una mujer que ha fracasado como madre, de un hijo que la odia y comienza a separarse de ella, una nuera cansada de un circulo tan asfixiante y un marido ausente en los momentos centrales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
fran
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16 de noviembre de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basándose en la multicausalidad y el multiperspectivismo, el guión te enfrenta a la duda en todo momento. El espectador se ve inmerso en el juego de intereses y actitudes controvertidos que es la vida familiar y la ruleta del poder. Añadiendo un toque de culpabilidad a todos los personajes acabas llevando al límite la empatía de la duda. Lograr odiar y comprender ciertas actitudes genera la mayor satisfacción de ver la película. Planos cortos y al hombro hacen que te conviertas en un observador externo, estando allí, sólo observando, sin poder recibir más de lo que ofrecen unos diálogos llenos de pasión y dolor, sin el poder omnisciente del demiurgo, te vuelves tan vulnerable como los propios personajes, sus miedos, sus deseos y sus incomprensibles actuaciones... La escena final, desgarradora, encumbra a una protagonista, odiada a momentos, difícil de amar en todo el metraje, pero que llega a llenar de emoción a las propias piedras.
Bolseiro
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4 de junio de 2014
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cornelia (Luminita Gheorghiu), una mujer de sesenta años perteneciente a la alta sociedad rumana, se siente desgraciada porque su hijo Barbu (Bogdan Dumitrache) de 34 años vive independiente, no llama ni visita a su madre tanto como ella quiere, y encima tiene una novia que no le merece. De repente se produce un accidente de tráfico. Barbu atropella a un niño que muere como consecuencia del golpe. Tiene serio peligro de ser encarcelado por el atropello, pues conducía con exceso de velocidad. Cornelia usará todo su poder y sus contactos para evitar que su hijo vaya a prisión.

Película muy realista, con algunas escenas que parecen rodadas como vídeos caseros, rozando en algunos momentos el estilo de los documentales, pero dotada de una gran tensión dramática. Un film nada amable, que no da respiro ni hace concesiones, y tan áspero y contundente como su protagonista, la mujer que sostiene esta obra.

Dirigida por Calin Peter Netzer, “Madre e hijo” tiene un estilo bastante peculiar. Ciertas escenas de conversaciones inusualmente largas pero a la vez brillantes, en las que la cámara, en lugar de hacer plano / contraplano, como es lo habitual, va enfocando alternativamente a uno y otro contertulio, como si fuera el espectador el que está mirando y manejando la cámara. Todo esto con encuadres nerviosos, que al principio marean un poco, pero que terminan quedando bien.

Esta película es, por encima de todo, el retrato de Cornelia, la madre absorbente, manipuladora y controladora, que se desespera cuando comprueba que su hijo se escapa de su lado, y aprovecha el accidente de coche y el miedo del hijo para lanzar sobre él su manto protector con la esperanza de frenar así su huída y retenerlo a su lado.

Todo ello magníficamente representado por la actriz Luminita Gheorghiu cuya interpretación es sobrecogedora. Desde el principio de la película, cuando se muestra fuerte, poderosa, controlando todo su entorno, emergiendo como la reina absoluta de la película, hasta el final cuando termina por mostrar su lado más sensible, vamos asistiendo a su paulatino desmoronamiento plasmado por la actriz de un modo absolutamente convincente, dejando una actuación espectacular, histórica.

A mucha distancia, tampoco está mal la actuación de Bogdan Dumitrache, el hijo pusilánime de 34 añazos, que se arrastra por la vida con el lastre de una sobreprotección materna que le ha impedido desarrollar una personalidad propia para enfrentarse a las cosas, acostumbrado a que su madre le resuelva todo y le saque de todos los apuros. Es un manojo de miedos fruto de la personalidad posesiva de su progenitora. Ahora lo único que quiere en la vida es liberarse de ella, desatar los nudos que le han impedido avanzar como ser humano, empezar a vivir.

De alguna manera, aunque sin profundizar, la película toca la situación social de Rumanía, y nos muestra las terribles desigualdades que se producen en un país en el que de repente hay unos pocos ricos y muchos pobres. Un país en el que la corrupción está a la orden del día. Pero todo esto mostrado de un modo muy sutil, casi sugerido, por lo que en ningún caso se puede considerar un film de denuncia social, en absoluto.

Me llevé una grata sorpresa con esta película. Es de esas en las que el espectador comprende perfectamente a cada uno de los personajes. Entiende los motivos de todos para actuar del modo en que lo hacen, y comprende sus sentimientos, lo que automáticamente la convierten en una película de alto nivel. A menudo tienes la sensación de estar dentro de la pantalla asistiendo de un modo muy cercano a las conversaciones que se producen, y participando de las emociones de sus personajes, su dolor, sus miedos.

Y el final rebosa talento. Inolvidable, a pesar de amenazar con resultar lacrimógeno, Netzer lo resuelve con una inesperada maestría, con una escena final preciosa, original y poética, que se cierra de un modo brusco, y que hace que salgas del cine impresionado y contento de haber elegido esa película para pasar la tarde y para recordar una buena temporada.

http://keizzine.wordpress.com/
keizz
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19 de mayo de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El rumano Calin Peter Netzer, mediante esta magnífica MADRE E HIJO, ganadora con toda justicia del Oso de Oro de la Berlinale 2013, se suma a la lista de interesantísimos realizadores que su país ha aportado a la cinematografía europea durante las dos últimas décadas. Peter Netzer acredita una férrea entereza mostrativa, fundamentada en la precisa y palpitante utilización de su cámara para hurgar en la acorralada intencionalidad de los personajes convocados por una trama tan precisa como densa.

MADRE E HIJO fundamenta su recorrido argumental en torno a la omnipresencia de un espléndido personaje femenino. El entramado narrativo que va a ir desvelando el film llega a ojos del espectador mediatizado por el punto de vista y el urgente posicionamiento de la protagonista. Nos situamos frente a un relato que se halla en la obligación de significar sin subrayados ni detenimientos la voluntad de quien lo principia y se sitúa en el epicentro de su mostración. Todo lo atisbado por el espectador en la sala pasa por el matiz sesgado de un filtro todopoderoso que, por ello, gobierna las entrañas del film al mismo tiempo que éste va palpando, radiografiando las suyas propias.

Consecuentemente, en la película tan importante es la certera concatenación de acciones como el abordaje sobre la personalidad y las decisiones que habrá de tomar aquella. Peter Netzer se las arregla muy bien para acudir a ambas sin que la obra sufra desequilibrio alguno: resulta tan pérfidamente avieso en la observación de las acciones exteriores como ávidamente espabilado en la insinuación de la resolutiva subjetividad protagónica. Hechos narrados y personaje central llegan armonizados con la misma paciencia y con la misma oscura inquina.

El film narra la apremiante tesitura que va a vivir Cornelia, una reputada profesional de la arquitectura, madura, bien situada en el "establishment” de la capital, casada y con un hijo, Barbu, del que, gracias a la primera, pronto sabremos que no tiene una buena relación. Un accidente de coche de este último será el detonante de los hechos que conforman el relato. Barbu resulta ileso, pero ha causado la muerte de un chaval que irrumpió en la carretera de forma inesperada. Un testigo asegura que el primero conducía muy por encima del límite de velocidad permitido. Cornelia y su cuñada acuden con la mayor celeridad a la comisaria enla que Barbuse halla detenido. Nada más llegar, la madre comenzará a querer tomar parte coactiva en los hechos.

La película traza un sibilino panorama por la realidad social de su país. Sin caer en ningún momento en los tópicos parámetros inherentes a un film político o históricamente denunciativo, CHILD´S POSE sugiere en calidad de mar de fondo o de decorado ambiental colectivo un insano estado de las cosas en el ámbito rumano El seguimiento a Cornelia y el prolijo, jugoso cúmulo de detalles que abundan en la descripción de su carácter, su resolución y su convencedora psicología permite que se vislumbre procelosamente ese válido y definitorio análisis. Cornelia se apunta rápidamente al “maniobra y vencerás” utilizando de forma tan abnegada como artera el poder que le otorga saberse instalada en los escalafones más altos e influyentes del reducto social al que pertenece.

Sin embargo, más allá de la solidez de este valor semidocumentalista, el film se gana la atención del espectador al situar en primer término de todos sus intereses la severa y potente adhesión a la “actuación” de Cornelia (impagable, grandiosa, perfecta Luminita Gheorghiu), concretamente a la voracidad inclemente, ciega, taimada y pese a todo humanista y maternal del poder de manipulación de esta mujer con la agudeza en estado de alerta máxima. El realizador tiene la sabiduría de aplicar a la configuración de sus planos la tensión y la clarividencia de su personaje central. De ahí que el nerviosismo de los encuadres y la duración de los planos abunden en significar ese olfato sabueso y esa conciencia urgida que los comanda desde dentro.

Retrato de una madre coraje incomprendida con causa –el perfil de Cornelia no es ni mucho menos inocente-, MADRE E HIJO sacude definitivamente por la premura implacable y el pálpito artero con el que está impuesta su lóbrega profundidad trágica. Tensa, áspera y humanísima, la película concluye revelándose como una milimétrica reflexión sobre la posesión de ese veneno tan preciado llamado poder.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Musiczine
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