Supernova

El segundo largometraje dirigido por el británico Harry Macqueen, responsable también del guion, que se proyectó en la pasada edición del Festival de cine de Toronto y que formó parte de la sección oficial del Festival de San Sebastián 2020.
La propuesta arranca con un gran sentido del humor, sobre todo por las conversaciones entre los dos personajes protagonistas, una pareja que llevan 20 años juntos, y que se desplazan de un lado a otro con su furgoneta, en donde la ironía y el humor británico salen a relucir. Con el paso de los minutos se van introduciendo unos elementos dramáticos, pero sigue manteniendo la ironía en los diálogos de Sam y Tusker, en una mezcla de géneros que funciona tan bien en el cine británico y que, sin necesidad de grandes giros ni de una dirección excesiva, cuenta muy bien esa historia de una pareja que viajan para disfrutar de los placeres de la vida, y que tienen que enfrentarse a una situación dramática que afecta a sus movimientos en ese recorrido por paisajes de gran belleza del Reino Unido, lo que demuestra que con un buen guion e interpretaciones se puede sacar adelante un proyecto de calidad.

El final puede ser discutible, aunque a nivel personal me convenció, y recomiendo que cuando se estrene en los cines españoles, o en el momento en el que puedan verla no sepan nada del argumento y del asunto central, como me sucedió a mí, porque así se llevarán varias sorpresas y podrán comprobar cómo son de creíbles las reacciones de Tusker y Sam. Una historia de amor filmada con una gran sensibilidad y naturalidad, en un ejemplo del buen cine que se hace en el Reino Unido, en especial películas de bajo presupuesto y cercanas al cine independiente (otro ejemplo es "Limbo", que también formó parte del programa del Zinemaldia 2020).
El aspecto más destacado es el guion, el texto original escrito por el propio Harry Macqueen, que con dos o tres detalles y sin necesidad de grandes giros, salvo el que marcará la película al finalizar el tercio inicial, nos presenta una gran historia de amor con tintes dramáticos.

Uno de los motivos por los que la película funciona tan bien es por el trabajo interpretativo de Stanley Tucci y Colin Firth, que están excelentes en unos papeles dramáticos contenidos, y los diálogos entre los dos protagonistas son sencillos pese a abordar temas profundos y complejos como la vida y la muerte, el pasado y el futuro. Un gran trabajo interpretativo de los dos actores británicos, en especial Stanley Tucci, que es el que tiene un cambio de registro pasando de las situaciones más alegres a los más dramáticas con una gran naturalidad. Ambos sacan adelante las escenas dramáticas de manera contenida, sin necesidad de exagerar ni buscar la lágrima fácil. El otro elemento destacado es la dirección de fotografía del veterano Dick Pope (dos veces nominado al Óscar por sus trabajos en "El ilusionista (2006)" y "Mr Turner (2014)"), que nos presenta unas imágenes de gran belleza visual en esos rincones del Reino Unido lejos de los grandes núcleos urbanos.
Una notable película, que gustará al público de mediana edad que disfruta con historias dramáticas familiares con toques de comedia, y a los más mayores.

LO MEJOR: El guion. Las interpretaciones de Stanley Tucci y Colin Firth.
LO PEOR: El final puede molestar a mucha gente.

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Se entiende por Supernova la explosión de una estrella que genera una gran cantidad de energía, generalmente en el momento final de su vida. Y más allá de la ciencia, también es el título de la película de Harry Macqueen, donde la pareja protagonista, Colin Firth y Stanley Tucci, hacen precisamente eso: explotar toda su energía, su brillo y su talento, al servicio de un drama cargado de simbología.

Ya desde el propio nombre de la película, Macqueen, responsable también del guion, va dejando pistas de lo que trata de abordar con Supernova. Una serie de alegorías que son una delicia ir descifrando poco a poco. Un juego de pistas donde, por ejemplo, lleva a preguntarte cuál es el principio y cuál su final. ¿Existen realmente? El guionista y director filma así un trabajo que juega con el espacio tiempo, con la propia memoria del espectador. Una obra, en definitiva, que busca más allá de lo que aparentemente muestra en pantalla.

Para eso se vale de dos actores protagonistas absolutamente brillantes. Dos estrellas en el apogeo de sus carreras, no afortunadamente en su final. Dos interpretaciones, pues, bárbaras, cargadas de una emoción que va desbordándose poco a poco, hasta estallar en una escena épica, llena de fuerza y donde se retrata perfectamente la línea sensible que divide el dolor por la pérdida y la comprensión y aceptación de una situación irreversible.

Con Supernova, Macqueen aborda además el conflicto del enfermo no desde la pena o la tristeza condescendiente, sino como un proceso de aprendizaje. E igualmente incluye el otro punto de vista, el de quien está al lado de aquel que ve próximo su final y actúa como buenamente puede. Rara vez examinamos los daños colaterales de la enfermedad, a veces tanto más dolorosos que las del propio afectado.

Estamos, por tanto, ante una película realista, cuyo único pero pudiera ser que se escapa al planteamiento básico de este tipo de dramas, y que se va forjando a fuego lento, con mucha pausa y reflexión. Vamos, no apta al consumo general. Asimismo, arriesga en su ejecución, en plantear una serie de dilemas sobre la familia, el amor y la enfermedad, que están en el día a día de todos y cada uno de nosotros. Y además lo hace de una forma sobria, elegante y sin filtro.

En definitiva, una suerte de 'road movie' que nos lleva de viaje por sentimientos muy fuertes, donde si logras conectar con ella, sus sacudidas emocionales te dejarán exhausto, pero a la vez reconfortado. El cine, como medicina para el corazón y la memoria.

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*Dignidad y respeto

Supernova, producida por la BBC y el British Film Institute, tiene un sello británico donde las emociones se plantean contenidas. Los silencios, las miradas y las distancias hablan más que los diálogos, así los personajes nunca llegan a licuar sus emociones del todo en pantalla. Al menos, hasta el explosivo desenlace donde Colin Firth desarmará al espectador.

La interpretación de Firth es explorativa, dentro del tono algo sobrio que mantiene el filme. El discurso de su personaje abarca los cuidados y el acompañamiento, profesando un amor incondicional a su pareja pues abraza su lugar. Mientras el personaje de Tucci, al ser incapaz de controlar sus recuerdos, al menos desea preservar su imagen en la memoria de quienes le amaron.

El corazón de la película es este relato sobre la dignidad humana y el respeto al paciente para decidir sobre su propio destino. Supernova tiene claro que desea tomar en serio este viaje y dedica espacio a las decisiones vitales de sus protagonistas. La pareja brilla en sus momentos de intimidad, donde sus emociones y opiniones son tratadas en profundidad.

*Gobernar sobre el propio destino

La erosión progresiva de la memoria ya fue tratada, por ejemplo, en películas como la reciente El padre (2020) o la también premiada Still Alice (2014). Este cine ayuda al público a comprender una difícil realidad sobre quienes viven la enfermedad y cómo sus allegados acompañan en el proceso.

El tono de Supernova es calmado y a veces distante pues no desnuda a sus personajes desde el inicio. La película sabe qué representación no desea dar y permite a Tusker desarrollar otras cualidades, a veces es reservado y otras divertido. Este trato tierno conmoverá al público que sepa emocionarse con esta sensibilidad.

Sin embargo, la película en un par de escenas se permite bucear en un sentimentalismo demoledor. En gran medida hacia el desenlace, conducido por el punto de vista de Firth y su destreza musical. Un broche lacrimógeno para un filme que tiene claros sus principios sobre el amor en pareja, el encuentro con la enfermedad y el final.

*Conclusión

Supernova cumple lo que desea ser, una historia sobre la dignidad del paciente y el respeto por sus decisiones. Firth y Tucci encajan en una representación sensible y contenida, aunque el primero tiene reservadas varias escenas donde enternecerá al espectador. Harry Macqueen presenta un relato fiel, sensible y directo al corazón.

Escrito por Alba Puerto Martín

Supernova conoce en Argentina, es un filme extraordinario de una actuación magistral de Tucci

Tucker escritor (Tucci) que tiene una enfermedad terminal y Sam (Firth) un concertista de piano, deciden hacer un último viaje para recordar su pasado y demostrarse su amor mutuo.

Una historia simple donde se va a ver de una forma dura el proceso de una enfermedad, la limitación que conlleva a eso y el temor de la soledad.

Entre sus cartas Tucci tenía la intención de hacer algo para evitar el sufrimiento de su novio, pero este al darse cuenta trata de luchar contra esta decisión que había tomado su amor, pero respeto hasta el final.

Uno puede estar de acuerdo o no con muchas cosas que se ven esta película, hasta qué punto puede una pareja entregar y hacerse cargo de algo que no sabe ni conoce como se iba a enfrentar Sam, pero era demasiado fuerte su vacío de perder a Tucker que no podía dejarlo ir.

Ética, moral, decisiones, humanas contra las predica divina hacen de Supernova una cinta bella para analizar en cada uno de nuestro interior hasta donde somos capaces de soportar algo que es innato del hombre.

Excelente.

La historia de una pareja gay que presenta Harry Macqueen parecía original y reflexiva, puesto que trasciende la sexualidad y pasión de una relación superficial para tratar asuntos serios. De hecho, el vínculo entre los protagonistas se muestra a través de matices, con discreción, lo cual lo diferencia de tantos títulos que se esfuerzan por exagerar el enamoramiento.

El problema es que la premisa, interesante al principio, no tarda en visitar lugares comunes y abandonarse a los clichés típicos de biografías sobre la enfermedad. De este modo, la profundidad que prometía no llega nunca y el resultado es bastante similar al de muchas otras propuestas. La verdad es que si los protagonistas fueran hombre y mujer, tampoco se diferenciaría en nada en particular.

No cabe duda que los actores –conocidos veteranos– hacen gala de una interpretación impoluta, probablemente lo más destacable del film. Junto a ellos, la fotografía y la banda sonora son los otros puntos fuertes que pueden disfrutarse más.

Sin embargo, el gran inconveniente no es el convencionalismo de la narrativa, ni siquiera la falta de coherencia entre los personajes. La cuestión central a analizar ante esta película es el tema de fondo, alrededor de la muerte, que se pretende maquillar a base de paisajes bucólicos británicos y música emotiva. Resulta sorprendente que una materia tan delicada y controvertida se presente de manera tan poética y engañosa.

El drama no tarda en aparecer después de un arranque con pinceladas de humor. Es de agradecer que no llegue a la sensiblería barata, pero no pueden dejarse de notar ciertos diálogos postizos y una concepción un tanto amplia del amor, que llega a justificar algunos actos cuestionables. Todo siempre dentro de un relato que ya hemos visto muchas veces en pantalla y que, sin Colin Firth y Stanley Tucci, quizá habría quedado en nada.

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