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El espíritu del 45

El espíritu del 45
2013 Reino Unido
Documental
7,0
1.047
Documental Documental ambientado en Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial. Analiza el espíritu del nuevo socialismo de la postguerra (1945-1951), que fue desmantelado a partir de 1979 por los gobiernos conservadores de Margaret Thatcher. (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
10 de septiembre de 2013
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hace mucho tiempo, la señora vicepresidenta del actual gobierno del Partido Popular, decía en una de esas peculiares declaraciones que caracterizan a los miembros de esta fauna política por su facilidad para provocar, algo así cómo que los españoles tenemos que hacernos a la idea de que nuestros hijos vivirán peor que nosotros. Una frase que, sin duda es fácil de interpretar (y con razón) de la forma más polémica viendo todo lo que está pasando, y quiénes son los responsables. El buenazo de Ken Loach, conocido por ser uno de los maestros en el género social y reivindicativo de la actualidad cinematográfica (y del extremo político opuesto que la señora vicepresidenta de nuestro país) vuelve con un nuevo documental. Un documento en el que viene, más o menos, a decirnos lo mismo que en aquella frase pero con unos objetivos, formas e intenciones totalmente distintas...

No hace falta ni mencionar que poco tiene que ver Ken Loach con la señora Sáenz de Santamaría, es más, me apostaría a que ninguno sabe de la existencia del otro. Sin embargo, hay algo que les une; la política, aunque cada uno lo entienda de maneras muy distintas. Porque las políticas aplicadas en la actualidad de nuestro país y la situación a lo largo de la historia reciente no se aleja mucho de la situación que viven en Gran Bretaña. Esa situación que tanto cabrea a Loach y que saca su lado más nostálgico y revolucionario. Loach, cómo muchos de nosotros, quiere un cambio, un cambio que empieza en nuestros países de residencia y que debe extenderse a nivel global. Para ello, qué mejor que abrir el baúl de los recuerdos, donde, cómo decía Korina, cualquier tiempo pasado nos parece mejor.

Loach nos traslada a 1945, con la segunda guerra mundial terminada y una sociedad reconvertida que busca el progreso. Una nación que había vencido al fascismo en armas y que ahora debía dejar atrás los míseros años de entreguerras para vencer al fascismo…a nivel social. Y así lo hicieron. El director repasa cómo el socialismo subió al poder con el apoyo del pueblo, y cómo poco a poco la sociedad se fue recuperando de la decadencia, tanto a nivel material cómo en indeales se refiere. Sin embargo, todo llega a su fin, y en este caso…de mala manera. La llegada de Margaret Tachter (la antítesis del director) y con ella el capitalismo y neoliberalismo más extremos, y el fin del socialismo laborista por el que tanto se había luchado. Así, el director saca, con cierta ironía, su postura más radical ante lo que entiende cómo el fin del progreso y el inicio de una decadencia que se extiende hasta el día de hoy, rememorando y analizando la sociedad que pudo ser y no fue, pero dejando caer las claves para arrancar las malas hierbas de raiz.

‘El espíritu del 45’ es un panfleto sí, pero un panfleto con verdades como puños que muchos quieren obviar. Un documental que no gustará a todo el mundo, pero que todo el mundo debería ver. Una lección de historia contemporánea que sin embargo guiña el ojo al futuro más que al pasado con función didáctica y un objetivo en mente: incitar al espectador. Sus armas: una propuesta simple y un tema conocido y nada novedoso (y menos teniendo en cuenta la tradición del autor) pero, ante todo, un tema importante y necesario y un tono directo y explícito que hacen ver la rabia y la nostalgia de un director ya curtido y cada vez más cansado. Como decía la famosa canción: "Volver la vista atrás es bueno a veces, Mirar hacia delante es vivir sin temor."
Baco
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16 de septiembre de 2013
25 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un presente en el que los restos de un Estado del Bienestar -que en España apenas pudimos oler- son despedazados y vendidos, pocos ejercicios de recuerdo historiográfico son más pertinentes y necesarios y más de actualidad que rememorar todo lo que nuestros abuelos pasaron para conseguir aquello que ahora dejamos vender, en qué condiciones se vivía entonces y las esperanzas que estamos tirando por la borda. Ken Loach no está hablando del pasado, se refiere estratégicamente y con audacia al presente.

Nadie en sus cabales negará que el “espíritu del 45’” hiciera mucho por aquellos que menos tenían, pero con frecuencia no le damos el alto valor que merece u olvidamos que los derechos, una vez ganados, hay que defenderlos. Este es al auténtico recordatorio que se propone el director socialista. Por ello contrapone a la fiesta y celebración nostálgica del solidario “espíritu del 45’”, la vil manera y progresión en que se empezó a desmoronar y privatizar un estado posible gracias a la socialdemocracia, por manos de políticos neoliberalismo (los afines pioneros: Pinochet, Thatcher y Reagan). El documental está siempre aplicado a Gran Bretaña, lo contrario sería debilitar el discurso y prolongar innecesariamente el metraje. Es tarea fácil para el espectador dar un paso más planeado por Loach y ver donde estamos 30 años después de estas políticas neoliberales… a dónde ha llevado esta falsa “Gran Moderación”.

Como lamento, celebración nostálgico e importantísimo recuerdo, el documental funciona, pero como nada más. Pocas cosas hay más tristes tras el visionado de un documental, y más en uno como este, que constatar con plena seguridad cómo no se ha extraído ni una sola idea interesante de los 94 minutos de metraje. Eso ocurre con Espíritu del 45’, y es muy triste.

Hay una elipsis fundamental en el discurso de este documental: aquella que contrapone de un salto el inicio de la socialdemocracia en 1951 con el inicio de la política de la Dama de Hierro en 1979. Con ella se barren e ignoran de golpe 30 años de historia. Estamos ante toda una declaración de intenciones. Por una parte, la comparación de ambos espíritus, uno idealizado en el que reina la solidaridad, y otro regido por el egoísmo y el individualismo; por otra, el maniqueísmo de la propuesta de un director más efectista que reflexivo. A Loach no le importa comprender ni explicar qué ocurrió en esos 30 años. No le importa la ‘estanflación’, la crisis del 73, ni ninguno de los cambios políticos, económicos y culturales que propiciaron la subida de Thatcher y su neoliberalismo bajo el lema TNA (‘There is Not Alternative’. Ríanse pero a nosotros nos la están colando con las mismas palabras… pero en un peor inglés). A Loach le vuelve a poder la persuasión fácil y emocional sobre la reflexión. Comprobamos lo mismo en los entrevistados. Contrastan una mayoría de trabajadores testigos del cambio del gobierno laborista de Clement Attlee en contra de una minoría de expertos capaces de indagar y analizar en ellos.

Las alternativas que parece sugerir el documental tampoco me convencen demasiado… ¿Hay que volver al fin de una II Guerra Mundial, a un porcentaje de ancianidad minúsculo, a la muerte de miles de obreros y la destrucción de un país y a las ayudas americanas para re-construir el Estado del Bienestar? O tal vez, más que las medidas concretas, lo que reivindica el director es ese “espíritu” solidario y activista del que hace mención el título y que no hay que creerse del todo. ¿Pero entonces, por qué abusar de datos históricos concretos de escaso valor sobre los pasos en la nacionalización de cada servicio?

A la espera de que en su próxima película Ken Loach nos de las respuestas, tendremos que pensar por nosotros mismos en lugar de volver a soluciones del pasado. Hasta entonces, tratemos de mantener tantos derechos y servicios como podamos.
Hernando
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12 de septiembre de 2013
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me han invitado al preestreno de El espíritu del 45 en el auditorio de CCOO de Madrid. Mañana se estrena al mismo tiempo en toda Europa. Ken Loach aparentemente nos cuenta una historia lineal, pero lo que nos describe es un círculo.

La película comienza contándonos un final: las consecuencias de dos guerras devastadoras, la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y el periodo de entre guerras. Las consecuencias de una avaricia sin límite, de una falta de solidaridad hacia los más necesitados, hacia los desempleados, la miseria del hambre, la falta de salud y unas condiciones sanitarias deleznables. Cómo la función médica busca ante todo su lucro en manos privadas. Cómo se puede considerar al ser humano una propiedad, un medio para enriquecerse. Los más jóvenes tienden, incluso la gente de mi generación, a pensar que Europa siempre fue rica, que la miseria solo es atributo de los países del tercer mundo.

Y cómo de ese desastre surge un espíritu solidario, el espíritu del 45. Sin duda un espíritu mediatizado por cómo se habían corregido esos excesos de avaricia en los países del este europeo, las revoluciones comunistas. Pero, en definitiva, un espíritu solidario construido desde la democracia, respetando las libertades pero atendiendo al bien público y a las eficiencias (sí, digo eficiencias) de un sistema nacional, estatal y público, para cubrir ciertos servicios comunitarios, resolviendo necesidades, no buscando beneficios.

Magnífica película que nos recuerda nuestro pasado, y nos señala dónde estamos, dónde estamos volviendo. Una película que cierra un círculo que se empeñan en hacernos volver a vivir unos desaprensivos.

Porque quien no recuerda su pasado está condenado a repetirlo. El dicho no es exactamente así, pero es que no basta sólo con conocer las cosas, hay que recordarlas. Quizá así podamos romper el círculo.
pathe
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15 de septiembre de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kent Loach estrena un documental en VOS, por lo que creo que durará poco en cartelera.
Tenía interés de ver, en este formato, a este veterano realizador inglés. No me ha defraudado. Loach vuelve, una vez más, a mostrarnos las miserias del sistema capitalista. Tomando como referencia los años que siguieron a la segunda guerra mundial, el director, a través de testimonios de personas que vivieron aquella época, así como en grabaciones de la época, arranca una narración histórica sobre los acontecimientos que hicieron posible el estado de bienestar en el Reino Unido, así como los que llevaron, con el gobierno de Margaret Thacher a su posterior demolición.
Loach no esconde, nunca lo ha hecho, su compromiso con las políticas sociales públicas, que han posibilitado el que millones de personas puedan disponer de una protección en materias tan sensibles como la educación, la salud, la vivienda... y así pues el documental se convierte en un valioso testimonio, también un alegato, en defensa de aquello que por derecho pertenece a la mayor parte de la sociedad, aquella sociedad formada por mineros, mujeres, personas sin trabajo, niños... en definitiva personas normales despojadas de lo más básico, cuando el beneficio y el interés económico que sigue enriqueciendo, día a día, a los que ya son muy ricos, vuelve a ser lo que domina el mundo. Queda la memoria, necesaria, de unos hechos que configuraron una sociedad menos injusta, más democrática. Queda un espíritu que es a la vez la suma de muchos argumentos y emociones, para seguir adelante. Los tiempos han cambiado pero la desigualdad social y las políticas de reconquista conservadora, no nos deben hacer olvidar que, en el fondo sigue existiendo una ciudadanía que es capaz de rebelarse y unirse para lograr una sociedad donde prevalezca el interés común. En Inglaterra como en España, una memoria que es necesario recuperar, no para mirar atrás con complacencia o sentimentalismo, sino para ser más consciente de lo que nos jugamos.
Solaris
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4 de abril de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las derechas siempre han sido buenas para ganar guerras. Todos unidos y palo al enemigo. A veces también las izquierdas se ponen el traje de derechas stalinista y obtienen el mismo resultado efectivo de aniquilar al oponente. Ambos utilizan sin embargo la misma munición: el pueblo.
Cuando llega la paz es otra cosa y ese pueblo, ese que se dice soberano pero que se escribe con letras de vasallo, siempre se empeña en obtener lo básico, a saber: Justicia, trabajo, educación y salud. Todavía estamos en ello, desgraciadamente.
El incansable militante Loach nos recuerda un tiempo en un país de grandes imperios donde la miseria dio un paso de gigante hacia la esperanza de una vida mejor. Los hombres y mujeres que lo pidieron tuvieron que avalarlo con su sangre en dos guerras mundiales y no se les pudo decir que no. Ya vendrían las calculadas crisis y la Tacher de turno con las rebajas.
Loach nos lo cuenta, tomando partido como siempre, apoyado por un buen surtido de imagenes de archivo y vuelve a poner el dedo en la llaga dando el penúltimo aviso para navegantes de su carrera. Es invevitable mirar a nuestro alrededor y ver como la historia es un bucle interminable.
ELZIETE
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