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Tree of Knowledge

Drama Sigue la historia de un grupo de niños daneses en su paso de la infancia a la adolescencia. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
11 de enero de 2016
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El retrato más veraz que he visto de la adolescencia. Lo que Malmros consigue en esta película es algo digno de estudio, pues sin una sola escena que podamos considerar en sí misma «emotiva» consigue crear una obra de una fuerza emocional impresionante, que gota a gota, secuencia a secuencia, cala al espectador hasta los huesos.

Tiene algunas escenas filmadas con tal cariño y delicadeza que me derrito por completo, y sin embargo en todo momento guarda el tono no solo realista sino casi documental. Es una de las películas más tiernas que he visto nunca, porque está hecha con verdadera pasión por alguien que parece comprender e incluso añorar una de las etapas más complejas de nuestra vida.

Cualquier película que vea en las próximas semanas va a parecer de cartón al lado de esta obra maestra, una cinta preciosa, hecha con mimo, que encapsula en 110 minutos las dudas, las inseguridades, los miedos, la emoción, el descubrimiento, la frustración y la belleza de esa etapa. No es lirismo, es ante todo vida. Y llega al alma.
AlvaroFaure
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5 de febrero de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Tree of Knowledge, Nils Malmros, director danés discreto y padre de un cine de escasa visibilidad fuera de las fronteras de su país, parece filmar un milagro, haciendo casi tangibles las emociones de unos prepúberes en su tránsito (entre incómodo, maravilloso e inolvidable) hacia la adolescencia.

Malmros nos sitúa en Aarhus, segunda ciudad más grande de Dinamarca, allá por los años 50. Y, como en esa autobiografía mayúscula que es su filmografía (toda ella basada en sucesos que vivió en primera persona), el realizador danés se ocupa de forma sutil, con un estilo casi documental, a relatarnos dos años en la vida de unos adolescentes. Hasta aquí no encontramos nada que parezca suponer que estemos ante un film distinto.

Pero, mágicamente o no, resulta inevitable sumergirnos en esta cálida disección de la adolescencia, tan repleta de errores, temores, indecisiones, pero también de amistad, de primeros amores. Malmros se sirve de una historia coral para, a través de la mirada de varios adolescentes, tejer una trama a partir de detalles: un niño guiñando el ojo en clase, un amor platónico cogido de la mano con otra persona, una sonrisa tímida…

De alguna manera, el director danés cuenta una historia universal con la que es imposible no empatizar y no sentirse representado por muchas de las situaciones que se presentan. Además, anticipando el metarrelato linklateriano, Malmros filmó esta pequeña joya a lo largo de dos años, para realzar el verismo de su historia tanto psicológica como visualmente (se presiente un leve cambio en la fisonomía y cuerpo de los protagonistas).

Pero todo ello, y como buena representante del subgénero ‹coming of age›, Tree of Knowledge se presenta como una pérdida de la inocencia inevitable. En ese proceso indeterminado que es el paso de la infancia a la adolescencia, los cuerpos tanto masculinos como femeninos van tomando forma, nacen diversas voluptuosidades y, con ellas, el despertar sexual y la curiosidad por lo desconocido.

El director danés nos describe el doloroso proceso (más para unos que otros) de ver cómo el mundo cambia a nuestro alrededor y no lo terminamos de comprender: ahí surgen los distanciamientos entre los alumnos, la plena conciencia de los juegos de roles y los clichés a los que estos están sujetos. Y Malmros lo filma a la perfección, con una veracidad y un talento que elevan la película hasta cotas insospechables (más aún si tenemos en cuenta su invisibilidad, incluso entre los cinéfilos que buscan cines más marginales).

No olvidemos mencionar, para concluir, que gran parte del encanto de la película reside en la elección de los carismáticos protagonistas y en la espontaneidad de sus interpretaciones. Es por ello que resulta tremendamente fácil conectar con sus temores, con sus deseos y con su forma de afrontar sucesos para ellos aún desconcertantes y confusos como son el amor, el sexo, la incomunicación o la soledad. Ya sabrán que para nosotros, ya adultos, siguen siendo temas igual de misteriosos e indescifrables.
Filiûs de Fructüs
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24 de febrero de 2024
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Bueno, casi. Hay un puñado de personajes, tres o cuatro, que son más protagonistas. Luego, otros tres o cuatro, un poco menos. Y así.

Es curioso. Por tanto, lo que hay es un crisol de personajes. El mundo del alumnado joven, poco antes de llegar a la adolescencia. Cómo se relacionan, cómo piensan, cómo ven el mundo. Todo un salpicado de momentos que reflejan con credibilidad ese mundo, el escolar-juvenil. De una manera muy fidedigna, convence.

No es la época actual, pienso que es un tiempo de hace 30, 40 o 50 años, no lo sé bien. Una época en la que no imperaba la ideología de género, como ahora. Con sus propias rémoras, eso sí. Pero también tenía su belleza: Los bailes de pareja, las salas oscuras, la pareja heterosexual como eje central. Los chavales y chavalas descubriendo un mundo nuevo, con su intensidad, con sus miedos. Las actuaciones son excelentes, y sencillas, como el propio filme.

En películas nórdicas recientes, como "The innocents" o "Sala de profesores", pensaba que los-as jóvenes nórdicos eran fríos como témpanos de hielo, a tenor del retrato que de ellos se hacía en esos filmes. Pero en la presente he comprobado que esa imagen era falsa, los chicos y chicas de esas edades tienen cierto rasgo cultural propio de aquellos países, por supuesto, pero siguen teniendo esa espontaneidad e impulsividad que les caracteriza en todo el mundo, algo común en el género humano. Es lo que ocurre en el cine, te pueden colar lo que quieran si no conoces la realidad.

"Tree of knowledge" no te cuenta aparentemente nada especial, pero es bella en su sencillez. En su verdad. En lo escueto de su planteamiento. En la crudeza de su realidad. Se te hará lenta si pides convencionalidad. A mí, que sólo anhelo verdad, me valió sobradamente la pena su visionado. Un 6,8.
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