El árbol

Desde sus primeras escenas, la pelicula del epígrafe me reveló su carácter soporífero. Por su lentitud, por su parsimonia odiosa, más allá de la relativa atracción de algunos encuadres y un cierto suspenso logrado ab initio, pero contrapesado, como dije, por la lentitud en favor: del tedio. Ganas de dormir es lo que me generó el film y eso no es bueno, señores. Quizá lo más interesante son ciertos primeros planos de detalles triviales, como vasos, hendiduras de veredas, flores, manos, nucas...El predominio de este estilo le da un cierto atractivo desde el punto de vista estrictamente visual (lo malo es que a "la final" los pàrpados se cierran). Hay tal vez, por el protagonismo principal de gente muy mayor un intento de la Dirección de subrayar el estado espiritual de los personajes centrales y una adaptación a su presunto o real ritmo. A la hora, había quedado exhausto y mi voluntad de perserverar en el "visionado" del film, flaqueó. Me restaría por decir que, transcurrida, precisamente, esa hora, no había el menor (entiéndase bien -el menor-) indicio de qué trataba la película, no se había desplegado argumento alguno.

La cámara de Gustavo Fontán desnuda los rituales, los silencios, las miradas, de un matrimonio durante su vejez. Los planos son hermosos, muestran los actos mínimos de la vida. El inexorable paso del tiempo esta presente en cada fotograma. Mención especial merece el hecho de que los actores son los padres de Fontán. Un presupuesto reducido para una película grandiosa. Abstenerse aquellos que tienen en sus mentes el vértigo del cine comercial. Bienvenidos quienes desean contemplar un film independiente y la sabiduría de las pequeñas cosas