Despido procedente

No puedo destacar nada de Despido Procedente. Ni el guión ni el reparto están a la altura. Imanol Arias encarna a un ejecutivo sin personalidad ni recorrido al que el propio Imanol hace aún más insulso e inexpresivo. Y Darío Grandinetti transmite ese carácter argentino y un punto de incoherencia por el que se desarrolla la mayor parte de la película.
El enfrentamiento entre ellos es frío y disparatado, con situaciones más absurdas que cómicas.

Solo con el tráiler, no tenía muy claro qué tipo de película iba a ver, aunque ya se intuían detalles de comedia al más puro estilo disparatado. Pensé que se trataría de una película al estilo de una de las últimas comedias de Imanol Arias, 'Anastasio, agente secreto', pero no, el nivel de humor es aún más absurdo que en aquella ocasión y, para mí, que me gustan los golpes de humor un poco más elaborados y sorprendentes, significa que esta película supuso más bien un rato perdido que un punto interesante en mi filmografía.

Reconozco que, si te gustan películas de este género (al estilo, por ejemplo, de 'Dos buenos tipos' de Russell Crowe y Ryan Gosling), muy posiblemente te guste este film y te eches unas buenas risas con ella. Pero, si no, no deja de ser una suma de gags bastante previsibles y extremadamente manidos, en unas situaciones demasiado rocambolescas y surrealistas, llevando al extremo cualquier parecido con la realidad.

Bella factura y fotografía, pero tan vacía, eso sí, como el guión y los chistes de la película.
Lo más destacable (que ni me atrevo a llamarlo lo único bueno porque significaría que la película tiene algo bueno): las actuaciones del reparto. Pero parece que ni ellos se creen el absurdo guión que intenta coser toda la película.

Madre mía.....yo jamás comprenderé a críticos que valoran con 3 estrellas este tipo de películas, la película es mala hasta la saciedad, lenta, aburrida, sin gracia, sin chispa, absurda y una chorrada histórica de órdago.
Nada recomendable y por supuesto prefiero ver sálvame en Tele5 que esta película.

Mi más absoluta simpatía hacia esta comedia disparatada, que no absurda, ya que en realidad es así como me gustan. No puedo pasar por alto que se la califique de surrealista, subgénero del que soy un acérrimo detractor.

Lo bueno de este entretenimiento es que va de menos a más, el humor argentino a mi siempre me ha hecho gracia, y conforme va pasando el metraje, dichos personajes tienen más presencia. Por ejemplo, a Darío Grandinetti no le cuesta nada sacarte una sonrisa o hipnotizarte con sus ademanes, cosa muy difícil de conseguir para gran número de comedias de estadounidenses, con chistes y actuaciones realmente lamentables. Y eso que no estamos hablando de sus mejores obras, sino tan solo de una comedia para pasar el rato, como dicen, pero que con potenciales de primer nivel realmente se pasa bien.