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Rep. Dominicana Esposa ingenua
94
Comedia
A finales de la Segunda Guerra Mundial, Marie (Catherine Deneuve) y su marido Jerôme (Philippe Noiret) viven en un castillo cerca de Normandía. Marie sueña con ir a París, pero Jerôme, intimidado por la guerra y preocupado por la fidelidad de su esposa, prefiere permanecer aislado en el campo. Un paracaidista de la resistencia y un grupo de soldados alemanes ponen fin a la tranquilidad de los habitantes del castillo. (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2007
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran debut en la dirección de Jean-Paul Rappeneau (“Cyrano de Bergerac”); una ágil comedia histórica sobre la invasión alemana (en la línea de su reciente “Bon voyage”).
Se mantiene enormemente fresca pese a los 40 años transcurridos desde su estreno, tiene un ritmo que no desfallece, y un sinfín de situaciones que atrapan y divierten.
Sorprendente la interpretación de una bellísima CATHERINE DENEUVE: esta película deberían verla todos aquellos que la consideran sólo un témpano de hielo. Se llevarían una sorpresa, porque hace un personaje inquieto y chispeante, un auténtico tornado que nada tiene que ver con los gélidos papeles que la hicieron famosa.
La acompaña el recientemente fallecido Philippe Noiret como su marido, pusilánime al principio, decidido al final, con ese halo cercano y entrañable que Noiret sabía transmitir tan bien.
Geniales los detalles “alimentarios”: nunca el crujir de una manzana o de unos granos de café me subyugaron tanto.
Se mantiene enormemente fresca pese a los 40 años transcurridos desde su estreno, tiene un ritmo que no desfallece, y un sinfín de situaciones que atrapan y divierten.
Sorprendente la interpretación de una bellísima CATHERINE DENEUVE: esta película deberían verla todos aquellos que la consideran sólo un témpano de hielo. Se llevarían una sorpresa, porque hace un personaje inquieto y chispeante, un auténtico tornado que nada tiene que ver con los gélidos papeles que la hicieron famosa.
La acompaña el recientemente fallecido Philippe Noiret como su marido, pusilánime al principio, decidido al final, con ese halo cercano y entrañable que Noiret sabía transmitir tan bien.
Geniales los detalles “alimentarios”: nunca el crujir de una manzana o de unos granos de café me subyugaron tanto.
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