El funeral

Quintaesencia del cine de mafiosos. Por su profundidad de campo, la mejor. La más compleja y también la más incómoda de un género que por definición es ombliguista y redundante. Ésta, a diferencia de las otras, se deshace de buena parte del peso y de la vocación de entretenimiento y se dedica a ahondar en las actitudes y en el tormento, obstaculizando la simple acción.

Es cruda, repulsiva, indigesta y seguramente poco apreciada por los puristas, amantes de los estándares. Los mafiosos son lo que son; seres deplorables, volubles y monocordes. No hay nada de romántico en ellos. Habitan un mundo estrecho, por opresivo, y son personajes extremos, que viven un desenlace constante, de tensión, de metáfora apocalíptica.

La cinta recoge esa imponente intensidad emocional y no la malbarata. Hace exégesis y no da tregua. Tan buena es la caracterización de los actores como la recreación de las pocas horas en que tiene lugar la acción, así como la conducción de la historia, con pulso, e incluso con intriga, hacia un final que realza la metáfora y quizá resbala un poco por ser demasiado redondo.

La historia saca provecho de los complejos y vicios violentos de Abel Ferrara, que si algo sabe hacer bien es tensar la cuerda y causar estragos. Un director menor que tiene, en ésta, su gran obra.

Con propuestas como ésta, nos hallamos ante algo distinto a lo que solemos ver en los films que abarcan el género de las mafias que tan pocos frutos ha dado durante los últimos años. Con tintes de lo más dramático y diálogos sorpresivos, se nos muestra una historia que, a priori, no parece demasiado original, pero el modo como está rodada, con un ritmo de lo más adecuado y algún que otro salto temporal, facilita el visionamiento además de mantenerte enganchado a la pantalla durante la duración del metraje, que es bastante propicia. Así pues, con actuaciones que destilan calidad por doquier, un conseguido montaje y buenas secuencias, se nos otorga una historia donde prevalecen los sentimientos de los protagonistas por encima de cualquier otro parámetro, y es ahí donde reside el espíritu de la película, que es capaz de transportarnos incluso al interior de sus personajes y sumergirnos en un viaje de lo más complaciente.

Notable recreación de un drama familiar vivido por unos mafiosos, que aunque no lo parezca, también tienen sentimientos. A destacar el maestro Walken y los señores Gallo y Del Toro, pero sobre todos ellos un impecable Chris Penn en la, quizás, mejor interpretación de su carrera.
Muy recomendable como muestra de que existe otra manera de hacer cine de gangsters, y como ejemplo de que una película puede ser violenta sin necesidad de disparar apenas algún tiro.

Película menor dentro del subgénero de mafias cuyas mayores virtudes son contar con un reparto de auténtico lujo que funciona a las mil maravillas y lograr una puesta en escena y ambientación muy conseguidas que incluso por momentos recuerdan algo a “El padrino”.

Pero en mi opinión tiene un gran defecto, consistente éste en que a nivel argumental no explota todas sus posibilidades y se pierde lastimosamente en subtramas más bien confusas e inadecuadas que aportan muy poco o nada al relato.
Imagino que se pretendía dotar a los personajes de profundidad, hacerlos más interesantes y demás pero en este sentido el film me pareció algo fallido.
Porque si se intenta mezclar el comunismo, la esquizofrenia y los problemas matrimoniales y meterlos todos juntos dentro de la coctelera marca “cine de mafias” a buen seguro -y a falta de un milagro que equilibre el sabor de dichos ingredientes-, el cóctel resultante no será nada agradable, más bien de un regusto amargo, insulso por momentos, algo aguado en su conjunto.

Es una pena que Benicio del Toro esté totalmente desaprovechado; y cuando se da por finiquitado su personaje es como si se produjese un punto de inflexión en la película. Antes; trama sólida, muy bien urdida, se mantiene el interés. Después; empiezan los desvaríos, los efectismos del guión, los personajes se desdibujan, y más de uno pierde la cabeza.

El final es meramente anecdótico por muy impactante que resulte.
A destacar un Chris Penn en plena forma que incluso le roba protagonismo interpretativo al mismísimo Christopher Walken y la narración elíptica de la que se vale Ferrara a lo largo de todo el film y que esta muy bien implementada. Poco más.

El error al ver esta película es verla esperando ver otra película de gánsteres en clave de acción, repleta de tiroteos. En “The funeral” el mundo de la mafia sólo está como telón de fondo y apenas hay disparos, no es el motor principal de la historia. Por lo que se ve, parece que lo que Ferrara pretende es ver como vivirían una situación realmente dramática los miembros de un clan mafioso, desarrollar la tensión dramática y como asumen la situación. Por eso matan al hermano menor y le dan una personalidad carismática, que, por cierto, ha sido interpretada con bastante solvencia por parte de Vincent Gallo.
Los momentos cumbre de esta película son dramáticos, no violentos. Como toda película de Abel Ferrara es una película adulta, sobria, que nadie espere grandes escenas de desenfreno, pero si unas grandes interpretaciones por parte de sus protagonistas, una narración inteligente por parte de Ferrera, aunque sin demasiados adornos y por supuesto unos excelentes diálogos, como siempre es habitual en los guiones de Nicolas St. John. Tanto Christopher Walken, como Benicio del Toro o Annabella Sciorra hacen unas actuaciones de calidad, ponen la sal en la película, pero de todo el reparto me quedaría con el hermano de Sean Penn, con Chris Penn. Ya lo vimos despuntar en Reservoir Dogs y aquí vuelve a hacer una interpretación sublime. Es admirable como plasma el trastorno mental de su personaje, como es capaz de pasar de una situación normal a la histeria esquizofrénica en un solo instante y resultar creíble. No era el mejor papel, pero se ha ganado una mención aparte.

Por lo demás, la historia tiene ciertos momentos de perder cierto ritmo, a lo mejor Ferrara se toma con demasiada parsimonia su trabajo y se autocomplace en la madurez de su habitual estilo de relato, hay ciertos momentos en los que se hecha en falta un poco más de nervio, como por ejemplo en el desgarrador final, que podría haber sido memorable de no haberlo precipitado de esa manera.