Febrer

Realizada con una factura técnica exquisita, Febrer se presenta como el recuerdo de un recuerdo. Lars, el protagonista, intenta entender su relación con Sela, una antigua novia, a través de los videos y casetes grabados por ésta donde explica toda su vida. Pero esos videos son grabaciones que, a medida que avanza el metraje, vas entendiendo en la medida en que estén en la cabeza del protagonista. ¿Cómo si no entender todas las grabaciones si no son fruto de la reflexión de Lars?. ¿Quién las graba si son documentos filmados por Sela?. Lo que se presenta como principal prueba de la historia es, en sí misma, una mentira hacia el espectador.
De todas formas, es encomiable el esfuerzo de la directora por conseguir un hilo conductor y un mantenimiento del ritmo de la historia ante un núcleo de historia tan pequeño. Y el logro que supone el contar una historia pasada a través de recuerdos ( sean bien resueltos o no por las grabaciones). Película difícil de ver para una inmensa mayoría de espectadores que quieren algo más fácil de digerir, me recuerda a la primera película de Guerín, una difícil historia que atisbaba un buen cineasta.

Si andas buscando entretenimiento, una línea continua en la trama y un par de actores guapos que se coman la cámara... quizá no es la película. Quizá sea la película si te gusta la sugerencia, si sabes que la vida de una persona se reconoce por muy poco, por tan poco que lo es como la nuestra. Quizá volver a casa, conectarse con las sugerencias de las emociones de quien ha compartido las nuestras y los símbolos, siempre comunes, aquí tratados con cierta convencionalidad, son algo necesario para que podamos transitar por los recuerdos.
La película puede ir del recuerdo de una mujer que no se dejaba recordar. También puede tratar la historia de un hombre que necesita reorganizar su pasado (y el pasado que no conoce de su pareja) antes de recomenzar la suya. Quizá vaya, en el fondo, de que todos estamos conectados y, a la vez, lejos, a un paso.
Con una directora que viene de la supervivencia de los spots publicitarios nos encontramos con una obra que hay que verla con algo más que la vista y cree que el corazón (el espacio, al final, la casa que es uno mismo) sólo es "compatible" con la puesta de la voluntad en la misma tarea... eso que lo comparta quien quiera.