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French Connection 2

Acción. Drama. Thriller Popeye Doyle, un rudo policía de Nueva York, llega a Marsella con la intención de capturar a Charnier, un peligroso y escurridizo traficante de heroína que opera desde Francia. Tiene el deber de colaborar con la policía local, pero su carácter impetuoso lo empuja a actuar por su cuenta. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
12 de septiembre de 2008
25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aceptable secuela del clásico de Billy Friedkin "The french connection", aunque no tiene la acción ni el ritmo trepidante de su predecesora.

Al rudo policía "Popeye" Doyle le toca esta vez irse a Francia para atrapar al traficante Charnier (de nuevo Fernando Rey). Una vez que llega Francia no para de meterse en líos. Allí entabla amistad con un blando policía encarnado por el siempre inefable Bernard Fresson.

Hackman se siente en Francia como una monja en un sex-shop, no sabe ni papa de francés, todo tiene que hacerlo con gestos.

En muchos momentos la actuación de Hackman en esta segunda parte iguala en calidad a su primera actuación del policía Doyle.

A Fernando Rey cada vez dan más ganas de estrangularlo.

Posiblemente la escena final sea lo mejor de esta peli.

Lo peor:

El ambiente en el que esta situado Hackman.

LA FRASE (Hackman diciéndole a Bernard Fresson):
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"Llevo 14 años en la policía, y las drogas que salen de su pais han matado a más gente que yo"


Película recomendada sobre todo para los fervientes admiradores de Hackman.
cartagenero_humilde
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21 de febrero de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El final ambiguo de La conexión francesa dejó abierta la puerta a una secuela. John Frankenheimer sería el encargado de dirigirla en sustitución de William Friedkin. Fernado Rey y Gene Hackman repiten en sus respectivos papeles. La trama se ambienta en Marsella, cuando popeye Doyle llega allí para capturar al escurridizo Alain Charnier. Enseguida se hace notar en la ciudad para llamar la atención del astuto traficante para tenderle una trampa, sin embargo, Doyle es capturado por los secuaces de Charnier que lo esconden una habitación encadenado a una cama y le drogan para tenerlo controlado. Le inyectan una y otra vez heroína hasta convertirlo en un yonki y después lo abandonan a su suerte. Cuando la policía francesa da con él lo rehabilitan y le comunican que sus superiores le han pedido que vuelva a Nueva York, sin embargo, Doyle no se da por vencido y saldrá en busca de Charnier por su cuenta.

Esta secuela es inferior a la original pero la película se deja ver, sobre todo, si te gustó la primera. Se echan en falta las persecuciones y la violencia visceral de la original. No hay mucha acción pero no por ello el filme es menos interesante. Además Hackman vuelve a brindarnos otra excelente actuación, sobre todo, en las secuencias en las que está colocado y posteriormente con el mono. Fernando Rey vuelve a estar a la altura de las circunstancias y realiza otro gran trabajo interpretativo. Lo que no me gustó de la película es la inclusión de escenas sin doblar en el dvd, que aparecen subtituladas y que por alguna razón no fueron dobladas. Dichas escenas quedan como chapuceros pegotes que no aportan nada.
Harold Angel
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15 de julio de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inolvidable secuela de una gran primera parte, que transcurre por senderos muy distintos de su predecesora. Fabricada por el todavía por aquel entonces magnífico Frankenheimer, aterrizó está incomprendida y menospreciada segunda parte, que se aleja de la acción policial para penetrar en el interior del ser humano. El olfato de John no falló al otorgar todo el peso de la película al entrañable Popeye, alias Gene Hackman, quien no sólo hace un enorme papel sino que nos presenta una de las mejores caidas en el infierno que se ha mostrado en el cine en relación con las drogas.

Lo mejor es olvidarse de la primera parte y disfrutar de su sordidez, de su miseria, de su oscuridad. Porque esta película no decepciona ninguna de las veces que vuelves a ella.
branhunter
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17 de enero de 2013
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagino que todos sabréis ya de qué va ésta saga, y si no lo sabéis os hago un resumen muy breve: un policía llamado Jimmy Doyle vive obsesionado con dar caza a su archienemigo, un traficante de drogas llamado Charnier. FIN
Un argumento simple pero tremendamente eficaz, especialmente si se pone en manos de dos monstruos como Willian Friedkin y John Frankenheimer, quienes dirigieron la original y su secuela respectivamente.
Todo podría haber quedado en otro thriller setentero más, pero ambos directores supieron darle a las dos entregas un tono cinema vérité que las dotaba de un estilo muy particular, realista y verosímil.

Dicho ésto ¿con cuál de las dos me quedo? Pues ambas me parecen obras maestras, pero la segunda consiguió que me diesen ganas de aplaudir llegado cierto momento. Y no sólo eso, sino que creo que resulta menos monótona que la original, ya que hay elementos que la hacen algo más interesante y emocionante, y repito, la original me parece una película de diez.

Para empezar, creo que Gene Hackman borda su papel en la secuela, entre otras cosas por su magistral interpretación de un yonqui cuando es enganchado a la heroína contra su voluntad.
Empieza como el típico yonqui que quiere más y más, y termina como el también típico yonqui con mono que intenta desintoxicarse. En ambas facetas Hackman lo hace tan bien que da miedo, y si a ésto le sumamos el estilo sucio y realista de la película, toda la parte en la que el protagonista es convertido en un adicto y su posterior recuperación resulta de un dramatismo que roza lo perturbador.

Otro aspecto interesante del film es la sensación claustrofóbica que se consigue transmitir al espectador usando el desconocimiento del idioma por parte del protagonista.
Efectivamente, Jimmy Doyle está en Francia y no tiene ni pajolera idea de francés, por lo que está limitadísimo a la hora de entender y ser entendido, y para más inri sus métodos policiales no están demasiado bien vistos por los gabachos, por lo que constantemente están dándole caña.

En la película no se nos traduce lo que dicen los franceses (sólo lo justo para que podamos seguir la trama), por lo tanto el espectador se encuentra igual de perdido que el protagonista.

Como ya he mencionado antes, el estilo realista de la película original se conserva a la perfección en la secuela, lo cual es un acierto enorme, pero en general, pese al cambio de director, The French Connection 2 es idéntica a la original en lo que a estética y tono se refiere.

Es obvio que el espectador que viene de ver la película original espera que aquí se aclaren las cosas y lleguemos a un clímax que lo ponga todo en su sitio, y no se sentirá defraudado, aunque en un momento pueda parecer que sí. Ahora os lo explico.
La película cuenta con dos momentos que podrían considerarse un largo clímax de casi cuarenta minutos.
El primero de éstos momentos transcurre en un puerto marítimo en el que se da lugar un intenso tiroteo. Algo convencional pero necesario.
El segundo y último momento recuerda a la secuencia del metro de la original, en la que el protagonista y su villano juegan al gato y al ratón, y también recuerda a los últimos segundos de esa película. De hecho, ambas películas terminan con un disparo. En la primera, ese final provoca incertidumbre, dudas; el final de la segunda es un rotundo hasta aquí hemos llegado, y al menos a mí me dieron ganas de levantarme y aplaudir.
Pero la película es engañosa, especialmente lo últimos diez minutos. Ocurre exactamente lo mismo que con el último episodio de Los Soprano, es decir, el espectador sabe que quedan poquísimos minutos para que la función termine, y nada indica que vaya a haber una conclusión... y de repente ¡BANG!
Esos diez minutos de The French Connetion 2 son un ejemplo perfecto de cómo conseguir crear tensión en una película, y no sólo crear tensión, sino también llevarla a buen puerto y dejar al espectador satisfecho mientras conectan el final de la segunda película con el de la primera. TÓCATE LOS COJONES y supera eso.
Todo el rollo que os he soltado podría resumirlo en una frase: The French Connection 1 y 2 son un par de obras maestras imprescindibles.
Glanton
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13 de octubre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una dilatada experiencia precede a este gran profesional del gremio de la exterminación de sujetos indeseables, documentada dos años atrás por el señor Friedkin, que está dotado para encontrar la solución a su problema con esos asquerosos bichos por muy difícil que este le parezca. Resultado 100% garantizado.

Dejando ya de lado la inspiración venida a raíz de los anuncios de los productos para limpieza de baños y octavillas de chamanes africanos pongamonos ya a analizar esta película, una secuela que para la poca repercusión que tuvo, genera un entusiasmo mayor del que acostumbra a suscitar la secuela de una película tan icónica. Y es que a pesar de la escasez de votos que por ejemplo refleja esta página, apenas 1.298, promedia un buen 6'1 y las opiniones más críticas que se ven entre ella son muy restringidas, predominando más las de alabanza y las que dejan entrever una impresión positiva. Imagino que esto será así debido a que solo los muy enamorados de la primera película se interesaron por acercarse a esta, por lo que es entendible que parta con favoritismo. Y yo me voy a sumar a todos ellos puesto que a pesar de que sea una obra evidentemente peor, tiene su atractivo. El carisma de su protagonista es tan grande que es capaz que olvidemos los aspectos menos inspirados de un filme en el que el aguerrido carácter de Popeye es el atractivo principal. Por ejemplo, escenas como la de después de ser adicto a la droga, que se encuentre varios paquetitos de droga en el abrigo de un ratero cazado, y en vez de ingerir esa droga (estaba solo, nadie se enteraría...) haciendo gala de su carácter los rompe sin piedad y empapa el suelo de la habitación en la que se encontraba con su contenido, purgando de una manera simbólica esa dolorosa experiencia... ¿Y qué me decís de esa escena en la que saca esa rabia inundando de gasolina todo ese maldito lugar en el que lo retuvieron? Se acordaba desde el principio, pero prefirió esperar a estar recuperado y con fuerzas para acudir ahí y hacer lo que tenía que hacer. Su sarcástico sentido de humor también es un detalle importante de su carácter, sus comentarios socarrones y su directa manera de actuar son señas de identidad que al espectador le resultan agradables, y como no, le ayudaron a salir adelante de una situación de la que pocos serían capaces.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El Extranjero
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