El Barón Sardónico (Mr. Sardonicus)

Orgullo, avaricia y pasión. Una historia de moraleja, angustiosa, de estas de la gama de Poe, de fuertes pasiones enfrentadas con un halo de frialdad.
Un hombre enterrado con un billete de lotería premiado y su hijo, desafiando sus propios miedos, al rescate del billete le llevarán a un castigo demoledor que le obligará a cubrirse la boca continuamente.
Lo mejor del film es la genuina atmósfera de angustia, inalterable durante todo el metraje, el comprensible terror que sufren las mujeres que se acercan al barón y cómo se demuestra que con un poquito de imaginación se consiga que una sonrisa espante de esa manera; un logro que muchos equipos actuales de maquillaje, supermillonarios, no lograrían que impactara tanto como en este siniestro barón.

Se trata de una película dirigida por el Director William Castle, especialista en el genero de terror, que en algunas de sus películas se dirigía al publico, ya sea para advertir lo que verán, o como el caso de la presente película para que elijan el final de esta, mostrando la fichas de votación, es verdaderamente un caso particular lo que hacia su director, si bien su filmografía no es precisamente una colección de obras maestras, muchas de ellas llegan un nivel discreto, algunas son meritorias de rescatar, como la película en cuestión.

Bueno entremos al tema, un famoso cirujano ingles (Ronald Lewis) es invitado por un Baron (Guy Rolfe), y este conde a su vez es el esposo de la que una vez fue su novia (Audrey Dalton), con la intriga de saber porque se requiere su presencia, además de tener el deseo de volver a su antigua novia, y es así que descubrirá el rostro deformado del Barón, por una permanente sonrisa, en donde el Barón explicara el motivo de su deformidad, el cirujano se opondrá a realizar la operación de su rostro, a lo que el Barón tratara de obligarlo a hacerlo.

Si bien se puede acusar a la historia el de ser un tanto forzada, es importante destacar la manera en que Castle presenta a los personajes, el suspenso que va creciendo con el desarrollo de la trama, la revelación del secreto de MR. SARDONICUS, el final con la intervención de su director, invitando al público a votar, es una manera interesante y original, para determinar cual es el destino de nuestro protagonista.

No existe en esta película, magistrales movimientos de cámara, hermosa fotografía, mas bien se trata de una película de bajo presupuesto, que tiene como uno fin entretener y es algo que cumple a la perfección, algo que también cabe destacar que si bien el director invita a votar al publico para un final alternativo, solo se filmó uno, por lo que se trataría mas bien de una broma de su director, que debió ser muy divertida para el publico que asistía a las funciones de esta.

Solo quiero terminar con señalar, que Castle fue un director que realizó películas de bajo presupuesto, donde daba una propuesta diferente, en donde trataba la participación del público, y era esto lo importante de Castle, en donde para el publico era protagonista principal.

Estamos ante un film de terror que parte de un batiburrillo argumental más bien flojo y convencional, hasta el punto de que hay un momento de la película en el que parece que el médico protagonista (Ronald Lewis) llega al castillo del Conde Drácula, más que a la mansión de Mr. Sardonicus (Guy Rolfe) . El guión está tan lleno de coincidencias que resulta poco creíble: es una increíble casualidad que la esposa de Mr. Sardonicus (Audrey Dalton) sea una antigua novia del doctor, y también llama la atención que un hombre con la cara deformada se haga con un título de barón gracias a un billete de lotería premiado (¿no será que para ser el villano de una historia de terror gótica ambientada en la Europa Central hay que ser, necesariamente, barón o conde?). Lo de las mujeres guapas que le proporciona Oskar Homolka a su amo el Barón Sardonicus tampoco se sostiene mucho: ¿simplemente le gusta asustarlas, o hay ahí algún experimento, de esos de los que se hace mención de vez en cuando, para mantener la intriga del espectador?.

Por otro lado, el motivo por el que la cara del atormentado Sardonicus se vuelve monstruosa -una codicia muy comprensible, pues él era el lógico heredero del billete de lotería de su padre- resulta, igualmente, forzado, poco creíble, y hasta un poco ridículo, cobrando sentido más desde el punto de vista de lo surreal, o de lo poético, que desde el cine de terror. No obstante, el tema de la culpa, y el consiguiente trauma que vive Sardonicus -¡que hasta se cambia su nombre original, Marek, por uno que le impida olvidarse de su traumática experiencia!- podía estar mucho mejor desarrollado de lo que está.

Es un largometraje que promete mucho más de lo que da, y que tan sólo se redime, parcialmente, en un sorprendente y extraño final, que es lo mejor de todo. Por eso, y por las peculiaridades del argumento, es un film que merece verse, al menos una vez.

Por cierto, el título en español de la edición en DVD que he visto de esta película era "El Barón Mr. Sardonicus".

El punto de partida es muy atractivo, con las incógnitas que en el transcurso de los minutos quedarán desveladas acerca de un extraño hombre que oculta un pasado que condiciona los hechos que están por verse. Y ahí está lo mejor de la película, su arranque inicial, el misterio que esconde ese hombre, las sospechas por saber lo que sucede, esa atmósfera a su alrededor, sus intenciones y, lógicamente, descubrir el desenlace. Y entonces todo falla tristemente, porque una cosa es que la serie B, a menudo sobrevalorada por considerarla amiga, carezca del presupuesto que ya quisiera tener el director, pero otra cosa es que los hechos relatados naufraguen constantemente a causa de un guión con más agujeros que el queso Gruyere. No por tener buenas intenciones, que las tiene (pretende sanamente entretener y atrapar al espectador, eso siempre es bueno) va a ser una buena película necesariamente, y menos cuando el barón en cuestión queda retratado estúpidamente por las causas que le dan el aspecto que tiene, a través de un flashback que explica demasiado.

En cuestión de unos minutos, cuando avanza la película, va menguando el interés, todo se desmonta debido a situaciones incongruentes, y de repente, cuando el doctor se encuentra atrapado ante el imperativo de mediar por el barón, ya no queda nada de la gracia que tenía... Entonces el pobre hombre descubre su careto, todos los que no sabían a estas alturas que la película es de bajo presupuesto se acaban de dar cuenta, y en un desenlace final ciertamente lamentable acaba por fin una historia muy olvidable. No transmite la atmósfera que se suponía al inicio y apenas queda en nada, una anécdota cuya moraleja es que, de verdad, la serie B también era muy floja.

La tensión aparece en el primer minuto y el sentido del ritmo posee esa precisión que permite mantener un alto nivel de intriga durante toda la proyección.
W. Castle sabe definir psicológicamente a cada personaje y ajustar la conducta a lo que se espera de modo que no hay engaños al espectador ni maniobras de distracción.
Y la ambientación -sobria pero eficaz- aporta ese toque de inquietud que la acción requiere para hacerse merecedora de un argumento vigoroso y de enorme impacto en el que conviven la aventura, el romance, la ciencia médica y el terror.
Sólida historia de inquietantes perfiles que sirve para descubrir que el auténtico veneno muchas veces se encuentra en el interior.