Explorador de la frontera

No estoy de acuerdo con la nota baja que se le otorga a esta película. He visto westerns mil veces peores a los que el crítico de turno les adivina unas cualidades que yo no vislumbro por ningún lado: que si la fotografía (y es de noche casi todo el tiempo), que si la complejidad de los personajes, que si la doble lectura de sus acciones...
"Explorador de la frontera" tiene para mi algo que la eleva por encima de muchos westerns llamémosles B, o C, o lo que sean: todo el tiempo están pasando cosas. Y, tal vez, para muchos, esto pueda ser una tontería. Pero a mi, lo que verdaderamente me aburre en un western son, con diferencia, las persecuciones a caballo que se alargan y alargan mostrando caminos, y cactus, y el polvo de los caballos, y... más caminos, y más cactus, y más polvo... Creo que se llama ganar tiempo al tiempo o...lucirse. En "Explorador de la frontera" no hay lucimiento. Hay un tipo duro (Tony Martin lo hace bien pero le falta carisma en el rostro), una mujer bonita, dos compañeros de fatigas, un malo muy malo y muchas tribus indias. Pero lo mejor es... que no paran de suceder cosas.

Coincido plenamente con "fantomas" en que la película adolece de diversos errores de bulto. A los narrados por él añadiría la bajísima calidad de la interpretación de Martin con una caída de ojos impostada que hace de sus primeros planos un ridículo permanente.

Sin embargo y solo por completar la larga y acertada crítica de mi único predecesor hasta la fecha diré que, la peli cuenta con casi todos los elementos de un western: indios, soldados, caballos, fuertes etc y que las "carreritas" de los indios persiguiendo a los héroes no son tan malas; lo que ocurre es que están filmadas en toma "nocturna" y eso le quita mucha brillantez. Del mismo modo hay que decir que casi toda ella rodada en bonitos exteriores, permiten un visionado fresco y -a veces- entretenido.

Linus Quincannon "Quincy" (Martin) es un antiguo oficial de Caballería retirado del Ejército a consecuencia de cierta matanza de cheyennes y arapahoes. Tal vez la de Sand Creek (1864). Su apellido parece un homenaje al sargento mayor Timothy Quincannon, el inolvidable Victor McLaglen de "Río Grande" (Ford, 1950).
Su antiguo jefe lo reclama para evitar el levantamiento de Lobo de Acero (vaya nombrecito para un indio), que se ha hecho con 800 rifles Henry y 10.000 cajas de municiones.
Se trata de un fusil de palanca diseñado por Benjamin T. Henry a finales de la década de 1860 que mejoraba los de repetición anteriores al permitir hasta 16 disparos seguidos. "Ese maldito fusil yankee que lo cargan el domingo y dispara toda la semana", como decían los confederados que se enfrentaban a él.
La trama mezcla el levantamiento indio, tráfico de armas, robo de nóminas y la presencia de la bella Maylene Mason (Castle) que marcha al Oeste en busca de su hermano.
Muchas cosas juntas que se traducen en un western de acción continua. Intensa y más interesante al comienzo para luego decaer un poco.
Muchas cosas en un guion algo desordenado. La realización presenta unos personajes bastante planos, acaso Quincy se pasa a veces de listillo, "Si deja de comportarse como una gatita salvaje la soltaré", aunque luego se muestra ecuánime al tratar a los pieles rojas, "Cuando nosotros luchamos somos patriotas, cuando los indios luchan por sus hogares son salvajes".
Toques épicos, "Hay tres cosas que un hombre debe tener en el Oeste: un rifle, algo de comida y una plegaria. Y muchas veces la plegaria es lo que se tiene más a mano".
Acción continua, trepidante, pero demasiado infantiloide, poco creíble. Al malvado Lobo de Acero le destruyen sus rifles Henry como si nada o lo capturan y encierran como si en vez de lobo fuera un cordero.
Los buenos muy listos son heridos y se curan solos, los malos muy bobos ya no se levantan cuando caen a la mínima.
Western interesante con todos los elementos clásicos del género pero realizado con descuido. Puede verse.

El director de una película por respeto a sí mismo tiene que saber ser exigente con su trabajo, por lo menos un poco. Puede pensar que sus películas no tienen por qué cuidar el guión pero algunas errores echan por tierra la acción y en este caso se cargan al pobre Quinncannon por más esmero que pone en cumplir con la misión. La película no es nada del otro mundo, pero queda fatal por ejemplo ciertas cosas:
Van dos militares de paisano a buscar a Quinncannon y éste se cuela en la habitación de una rubia que se pone a chillar. Hay una pelea y la rubia al final le da en la cabeza de plano con un espejo; ante tamaña agresión Quinncannon cae desmayado. Por favor, Quinncannon lleva sombrero y el espejo aplicado a su cabeza con la fuerza que le da la rubia (como si sacudiera un trapito) se puede romper, pero ante un golpecito como ese, cualquiera como mucho se rascaría la cabeza porque es que se ve que no le tiene ni que doler.
Luego entra la rubia por la izquierda a escena, a un salón, a entrevistarse con un coronel y con Quinncannon, éstos dos bajan por una escalera por el lado derecho ya que salen del despacho del coronel. Hablan y no llegan a un acuerdo por lo que la rubia se despide: Adiós, ¡y se va por la derecha todo decidida, y sube las escaleras y todo! Y los otros dos no dicen nada, claro, como el director de la peli tampoco dice nada pues claro, nadie dice nada y el espectador se tiene que quedar acojonado. Pero ¿no ha entrado de la calle por la izquierda? ¿Adónde va por la derecha si se ha despedido? Bueno, algo increíble; uno para buscar una explicación puede pensar que se ha desorientado pero para eso podía decir el coronel: oiga, que por ahí va a usted a mi despacho.
Luego la peli tiene más bobadas, es algo entretenida pero no vale nada. Las carreritas a caballo con los indios detrás son muy flojas y cuando Quinncannon se mete en el fuerte con sus dos compañeros ya la peli se desinfla del todo. Los indios tienen bastante tiempo libre, es de suponer, y pasarán la mayor parte del tiempo pues haciendo ejercicio con el caballo y con sus armas, haciendo competiciones con el arco y la flecha y el hacha (o tomahawk), como armas de guerra. Pues bien, es que se ve que no saben ni poner la flecha en el arco. Salta un indio blandiendo el hacha desde el tejado del fuerte sobre uno de los militares que está justo debajo, y en vez de atizarle con el hacha en la cabeza según cae como sería lo lógico, se planta a su lado con el hacha en la mano a esperar que el otro le dispare. Qué indio más malo, me ha dado asco. Tenía que morir pero de verdad.
Y luego no me parece nada bien el nombre de Lobo de Acero para un jefe indio. No me lo creo porque los indios no son mucho de andar con el acero o con el aluminio. Los indios se ponían nombres como Lobo Aullante o Lobo de la Estepa o Lobo Solitario o Lobo de la Luna, o lo que fuera, pero no me creo nada lo de Lobo de Acero.
¡Quinncannon, granuja, cómo te lo montas con la rubia y qué bien te salen las cosas con un director tan majete que se preocupa por ti!