El fugitivo de Amberes

La película tiene un tono narrativo inadecuado para el género policíaco al que pertenece. Se van encadenando las distintas acciones sin brío, sin fuerza. Ese tono tan tibio se traduce en sopor para el espectador, que poco a poco va perdiendo el interés ante lo que esta viendo. El argumento y los escenarios elegidos eran prometedores, pero no se ven potenciados por Miguel Iglesias detrás de la cámara, un realizador que paradójicamente destacó en el género policíaco con films tan aceptables como "El cerco" o "Muerte en primavera" y que a pesar de contar con una filmografía bastante irregular resultó ser en líneas generales un cineasta hábil. La iluminación es uno de los factores conseguidos de "El fugitivo de Amberes", porque era adecuada para conseguir un film policíaco emocionante pero el resto de los elementos no estuvieron a la misma altura, y así la dirección de actores resulta rutinaria también. Algunas escenas con valor documental propias de un film de esta época, y no muchas cosas más salvan a una película de la que en principio podía esperarse más, por el director y por los ingredientes puestos en juego. Lo que pudo ser envolvente para el espectador se quedó finalmente en algo tibio, en un empeño discreto. Es a partir de la ya mencionada "El cerco" cuando Iglesias empieza a funcionar de verdad. Su obra anterior a dicho film resulta sosa. Sin embargo esos films de su etapa insípida le sirvieron de entrenamiento para lograr obras ya de auténtico interés sobre todo en los años 60 y aunque en menor medida también posteriormente.

Cine negro dentro de lo que podemos llamar "cine policiaco barcelonés" de la época, protagonizada entre otros por Howard Vernon, actor suizo que, además de trabajar mucho en bajo presupuesto con Jesús Franco, participó en una joyita del noir francés, "Bob el jugador". Rodada con poquísimos medios y muy buena voluntad, la historia es más o menos tópica aunque con sus retruécanos, y aunque hay algunas interpretaciones acartonadas y alguna escena de acción bastante cutre, tiene su aquel. También tiene su toque de folklore, con flamenco y toros, y el interés de hacer un poco de turismo por la Barcelona de la época y algunos de sus lugares más emblemáticos, como las Atracciones Apolo. Desde luego no es la leche, pero sí es mejor de lo que parece, una película digna, y puede interesar sobre todo a los arqueólogos del cine negro español.

Gran golpe en Amberes. La prensa parisina, "France soir", se hace eco del robo a una exótica princesa del brillante Woosley.
Después de un paseo turístico por la ciudad belga, la acción se traslada a Barcelona. Allí tendremos oportunidad de visitar el puerto, parque de atracciones, "Lido", "Sacromonte" y otras salas de fiesta o una de sus plazas de toros abarrotadas de público.
Cine negro a base de gabardinas y de cigarrillos, pero desarrollado con gran modestia de medios.
Guion bastante confuso que mezcla en un totum revolutum el citado robo de Amberes con otro de un valioso collar acompañado de asesinato.
En lo sentimental tenemos a una inspectora de seguros suiza, Gisèle (Ferjac), con el inevitable galán de la policía hispana, Jordán (Marco).
Personajes tratados con superficialidad. Ritmo irregular, escasa tensión dramática y flojas interpretaciones excepto el convincente Bell Fermer (Vernon).
Lo mejor la descripción de la Barcelona cosmopolita de la época abierta a todos los vientos, que incluye el flamenco y los toros, pero sobre todo el expresionismo del Túnel Fantasma de su parque de atracciones donde, una vez más dentro del género policial, se produce el desenlace.
Excelente iluminación que crea enigmáticas sombras y contrastes.
Película interesante donde la trama policial queda en un segundo plano, pero muy lejos de las grandes obras del género. El auténtico cine negro es algo más que gabardinas, cigarrillos y copas.

Apañada película española policíaca inscrita en los intentos de dotar al cine español de más enjundia en cuanto a riqueza de género se refiere.
Hasta esa época se producían en España, más que nada, películas de corte histórico-nacional, folclóricas o comedietas.
Este cine nuevo se rodó en gran parte en Cataluña, más concretamente en Barcelona y suponía mal que bien un indudable soplo de aire fresco a los aires cinematográficos del momento. Otra cosa es que saliera siempre bien, había de todo.
En este caso se sigue bien el argumento, a pesar de que los intentos finales de esclarecer los hechos hagan que estos se tornen algo más farragosos de lo que son en realidad.
Los intérpretes lo hacen bien, con un Howard Vernon, que en este film comenzó a trabajar en el cine español. Años más tarde lo haría más de continuo, sobre todo con sus trabajos con el ínclito y siempre recordado Jesús Franco.
Una película agradable, hecha con gusto, que no obstante, en realidad, no tiene nada realmente destacable. Para pasar un rato distraído.

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