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La espectadora

Drama Historia alrededor de una mujer de 26 años enamorada de su vecino cuarentón, al que no se atreve a abordar... (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
6 de enero de 2007
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí una historia de amor casi perfecta. Me ha encantado la actriz y sobre todo el hecho de que la película haya sido fiel a la trama y al personaje, evitando así un final edulcorado. Creo que es una película real, fuera de la "inusualidad" de los personajes, y sobre todo consecuente. Transmite muy bien el hecho de la soledad y de la necesidad de muchas personas de vivir antes amores platónicos sustentados en sueños que una realidad seguramente vanal y decepcionante.

En ciertos aspectos me recuerda a Jeux d'enfants y Amelie, no en su estética, pero sí en la idea y en parte en la forma de desarrollar la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
minerva
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19 de abril de 2008
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el absoluto bloqueo ante la vida, entendida como algo que se puede llegar a compartir con otro, lo que nos pasa por delante durante casi hora y media; algo que despacio va cogiendo forma hasta desembocar en la descorazonadora conclusión. Si al principio aparece bajo la forma de observación y, quizá algo de obsesión, no será hasta el final donde sintamos que se trata de algo más profundo, de "tristeza subjetiva".

Será ese corto período de tiempo en la vida de Valeria, el que nos irá descubriendo el porqué de su conducta; el que, cuando ya no la estemos viendo, hará que entendamos, y queramos disculpar lo que se nos ha mostrado; y el que hará que finalmente lo sintamos por ella; un poco como si nos pasara a nosotros. Y, todo ello, quedará explicado en algo tan angustioso como la expresión de abandono y ausencia en el rostro de esa bella mujer, Valeria, que no puede avanzar.

El modo en que ello se plasma combina retazos de la soledad de nuestra protagonista, con otros en que, a pesar de estar rodeada, sigue pareciéndonos aislada. Hay, también, escenas que sorprenden, que tienen parte de encanto, parte de verdad y parte de drama. Pienso en su reacción en la cabina de traducción; en la espera de la llamada diaria.
Conversaciones que, quizá, sólo se tienen una vez; esporádicas y sinceras sonrisas, que pudieran ser de felicidad; y timidez y rubor ante la anhelada cercanía.

Es duro pensar en Massimo; verlo subir en el último momento al autobus; esperar en el mismo sitio de ayer; pero también lo es recordar a nuestra "espectadora" que no quiere ser mirada; verla sentada bajo la torrencial lluvia; contemplarla, observando de nuevo, sin tener piedad por si misma, sin concederse un descanso, una oportunidad. La frase final; cuando quedarse en el fondo o salir a la superficie deja de importar, no provoca más que el que queramos ayudarla.
JRC
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15 de marzo de 2007
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cuántas veces nos gusta una persona, nos atrae y no nos atrevemos a decírselo? ¿En cuántas ocasiones nos hemos quedado sorprendidos por la belleza de alguien y no nos hemos atrevido a contárselo? ¿Puede atraernos tanto una persona que cambiemos nuestra forma de vida e incluso el lugar donde vivamos?
En esta más que correcta ópera prima (si hablamos de largometrajes) del italiano Paolo Franchi, La Spettatrice o la espectadora está encarnada maravillosamente por Barbora Bobulova. Desde el inicio de la película se empieza a dibujar su obsesión, por un hombre bastante mayor que ella, vecino suyo y al que observa casi a cada instante por pura fascinación.
Viven en Turín, ella es traductora y él es un investigador científico, pero no se conocen. Podrían hacerlo, por las innumerables ocasiones que pasan juntos sin que él no lo sepa. Pero Máximo ha tomado una decisión, la de viajar a Roma para continuar sus investigaciones y comenzar una nueva vida con su pareja, Flavia. Valeria, la spettatrice, al principio no conoce su huida a Roma, pero su simple ausencia le hace sentirse inquieta, ahora que lo ha perdido sabe que de alguna manera le necesita, por eso , cuando sabe que ha viajado a Roma, casi de casualidad, ella relaiza el mismo viaje, sin saber lo que va a encontrar en Roma, por cuanto tiempo va a estar, no sabe ni siquiera qué es lo que busca. Quizás simplemente verle, y lo consigue. Pero cuando la novia de un hombre y la mujer que está obsesionada con él se llevan fenomenal, el hombre en cuestión parece estar en medio de ambas, como otro spettatrice o espectador.
Quizás lo que se le puede reprochar a la película es que su ritmo decaiga cuando comparten plano Máximo y Flavia. Tal vez porque no nos creemos la historia de amor de ambos, llena de belleza pero a la vez tan triste; o a lo mejor lo que ocurre es que la actuación de Valeria es tan sublime que cualquier actor a su lado parece una nimiedad.
Tampoco nos creemos demasiado la escena final, que no voy a desvelar. ¿Pero quién ha dicho que la historia de amor entre dos mujeres y un hombre tuviera que terminar bien?
En el fondo esta película recuerda a Ficción de Cesc Gay, porque “Todos tenemos derecho a enamorarnos”. Y como esa misma película adoptaba de moraleja podríamos decir que en ocasiones como las que nos ocupa, las historias de amor en las que nunca hay contacto físico ni siquiera se llega a conocer que los dos sujetos en cuestión se aman, son las más ¿Bonitas?¿Bellas?¿Reales?
¿Cuántos espectadores cómo Valeria habrá repartidos a lo largo y ancho del mundo?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
DREAMER
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13 de octubre de 2015
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Una mujer mira incansable por su ventana.
Observando, apreciando, y puede que añorando. Sabiendo que la vida de fuera ha sido vetada para ella, no importa lo mucho que intente comprenderlo.

No se sabe nada de 'La Espectadora'.
Quién sabe si tuvo una existencia difícil, un desengaño o una decepción fraguada a lo largo de los años. Pero se sabe todo en sus miradas, llenas de la clase de comprensión que da el saberse sola, porque a veces la soledad no se busca, simplemente es un estado natural que se acepta o no.
Valeria lo acepta con todas sus consecuencias, y por eso sonríe cuando su amiga le pregunta cuál es su secreto para vivir sin necesidad de nadie, como diciendo "ojalá lo supiera".

Pero la verdad es que incluso la soledad necesita de compañía, aunque sea platónica.
Valeria no mira al azar por la ventana, sino que centra su mirada en otra en particular, la de un hombre que religiosamente llega del trabajo y da de comer a su perro. Para ella también es un ritual, pero uno especial, porque durante un segundo puede compartir la ilusión de haber encontrado otra alma solitaria como ella, otra persona a la que no espera nadie en ningún sitio, como su madre no la espera a ella cuando la visita.
Cuándo se rompe la magia es cuándo él entra en su vida: primero pidiendo un taxi e dedicándola un ausente "gracias" y después teniendo que ser doblado por ella en su trabajo de intérprete. Ella se bloquea, porque la fantasía adquiere cuerpo, y ponerle voz ya sería demasiado.
Pero es demasiado tarde, porque ya le ha tenido enfrente, ya le ha oído, sabe que es real.

Seguirle a Roma, a su residencia, no es tanto un acto loco e impulsivo como una consecuencia natural de los actos, pues cuando se vive para nada una obsesión puede camuflar vivir para algo.
Allí, no se vive una historia de amor, solo un desengaño. Se infiltra en su vida, y casi en su matrimonio, pero sigue sin saber por qué, quizás solo porque era lo único que podía hacer, a la espera de que algo pase. Ella solo mira, y desea, pero no actúa como probablemente pensaba, porque el silencio ha sido demasiado fuerte, los sentimientos han sido erradicados hace mucho tiempo.

Sería fácil juzgarla malamente, pero quizás sea una heroína.
Puede que, en esta era de incomunicación y sentimientos reprimidos que nos ha tocado vivir, seguir una corazonada hasta el final, incluso sin saber qué pasará en ese final, sea lo único que merece la pena. Pero los amores platónicos tienen el inconveniente de que, bajados a la realidad, cuesta mucho aceptarlos.

No hay gloria ninguna, solo cenizas.
Pero mientras duró, algo pasó entre dos personas, algo más allá de los disfraces sociales que les han cubierto desde hace tiempo. Ojalá alguien estuviera mirando.
Charles
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20 de diciembre de 2018
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En algunas críticas se lee que parece una película francesa, pero nada más lejos de la realidad, el verdadero toque e influencia de Franchi no es sino Kieslowski y su decálogo. No es una historia de amor, sino el psicoanálisis de una mente sumergida en la soledad. Se habla de esta a través del amor, sí, por eso la película es más de lo que parece: Bobulova se asemeja a una de esas chicas polacas del decálogo; transmite con los ojos, con las palabras y con la ausencia de palabras.
gpiqueras
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