Stockholm East

Stockholm Östra es el restaurante musical donde se reúnen un hombre y una mujer unidos por el dolor. Él invita a ella a bailar, y de pronto las luces cambian, la cámara se acerca y la película nos hace partícipes de una tragedia de belleza elegíaca, con ecos del Kar-Wai fatídico y colorista, de la Isabel Coixet romántica y dramática. Esos son los mejores momentos de Stockholm Östra, título que también se refiere al suburbio donde habitan los personajes: las miradas de los protagonistas, los encuentros en el tren y las aparentemente plácidas conversaciones entre dos personas que mienten y se engañan, que sufren en soledad dos procesos diferentes de pérdida, de desgarro, de luto.

Por lo demás Stockholm Östra es una historia más de muerte e infidelidad, de familias rotas y de amores imposibles. Lo que eleva a la película es que el debutante Simon Kaijser no caiga en la truculencia barata, en el telefilm de diálogos forzados. La película no quiere sustentarse en el morbo, aunque muy acertadamente da al espectador más información de la que gozan sus personajes. Tampoco enjuicia a las partes del cuadrado amoroso, dando al espectador las armas para empatizar con cada uno entendiendo sus heridas, sus carencias y sus necesidades. El hecho de que Stockholm Östra se parezca en lo narrativo a tantas otras no desmerece su aura de cuento triste, de romance prohibido, de drama elegante. Ese es el verdadero mérito del film: a pesar de que el material de partida es duro, el director sabe esquivar el escándalo sin traicionar el dramatismo de base y sin recrearse en un sentimentalismo de postal.

Pocas películas son tan equilibradas como esta Stockholm Östra, cuyo corazón argumental deberán descubrir por ustedes mismos. Una película muy sutil que hay que ver y digerir desde la comprensión, sin coartadas religiosas, entendiendo que cada persona es un mundo, y que cada ser humano expresa y desahoga su dolor de diferentes maneras, todas válidas. Si amaron la potencia dramática de Brothers (Hermanos) y se sintieron atraidos por la encrucijada moral de Pure (Till det som är vackert), o si entienden que el Kar Wai de los 90 y la mejor Coixet atesoran más sensibilidad que sensiblería, esta es su película.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities

Sorprendido me encuentro tras el visionado de esta película. El cine nórdico de los últimos tiempos se caracteriza por un hábil, sutil e inteligente uso de los mecanismos del melodrama. De hecho, son valedores de realizar notables largometrajes con argumentario melodramático. Muertes inesperadas, accidentes, atentados, que devastan a una comunidad, una familia o una pareja. No en vano, en varias ocasiones estas películas son objeto de remakes en el cine norteamericano.
Ésta que nos ocupa es un ejemplo claro de todo lo contrario a esto que digo. Con un argumento delicado, pero que bien podría haber dado pie a un excelente producto, la realización es de una torpeza vergonzante; más propia de un aficionado con ínfulas pretendiendo imitar los buenos productos emanados de estas tierras europeas.
Porque si bien los actores son solventes y les hemos podido ver demostrándolo en otras producciones, aquí todo es artificioso, falso, impostado y antinatural. Nada es creíble y lo peor es que da la sensación todo el tiempo de que ni los actores se creen lo que están interpretando, actuando al final como autómatas. Además de ser muy previsible, la sucesión de hechos argumentales no podrían estar montados de peor forma.
Me viene a la mente, con argumentario algo similar, la excelente película de la danesa Susanne Bier, "Te quiero para siempre", que es una clara demostración de cómo realizar un melodrama de temática delicada, totalmente verosímil y emotivo.

Sinceramente me ha costado entrar en la película, pero finalmente lo he conseguido. Y es que ha Stockholm Östra hay que darla cuartelillo, porque poco a poco nos va a ir atrapando, lentamente, eso si, pero lo consigue, con un final predecible, pero con un buen final. El guión es retorcido y la historia es más que creíble.

Hay que tener un poco de paciencia con esta película. No es una gran obra, pero si merece la pena verla, creo que te deja con un buen sabor de boca

Me he visto la peli hasta el final haciendo un gran esfuerzo. Sé todo el tiempo lo que va a pasar a continuación, y no porque sea adivina, sino porque todo es evidente. Hemos visto todos demasiadas películas como para que algo en esta pueda sorprendernos. Es como poner a rodar una pelota de un puntapié. Solo que sin la belleza natural y simple de una pelota rodando. Aquí el director quiere hacer como que hay una profundidad de fondo, quizá quiere que haya hasta misterio. Y tanto esfuerzo pone en hacer como que los hay, que se le olvida cuidar de que los haya. Es como pedir fresas en un restaurante y que te traigan una postal con una foto de fresas. Y comértela.

A esos protagonistas suecos parece que les hayan arrancado el alma. ¡Qué barbaridad! Astrid Assefa, a la que no conocía, es una de las actrices más planas que he visto en mi vida. No le mueve el gesto ni que se muera su hija. En realidad su marido es igual de plano, pero aparece menos tiempo en pantalla. Y no es porque sean suecos. Esa frialdad es otra cosa. Si uno ha visto el cine de Bergman sabe que hay actores capaces de mostrar pasión ante las cosas que ocurren en la vida.

Me ha resultado indescriptiblemente torpe esta película. Como decía, la he visto hasta el final, haciendo un esfuerzo y aprovechando para reírme un poco cada vez que acertaba con la escena siguiente, que era casi cada vez que me lo proponía, solo para ver por qué algo que podía haber sido bueno no lo es. Para ver qué es lo que hace que una película sea insufrible, como de cartón. Cuando una ha visto La habitación del hijo, por ejemplo, y luego ve Estocolmo Este, se da cuenta de que nada de lo que pasa aquí es creíble.

Y en cuanto a Persbrandt, no acabo de tener claro a este actor. Le vi hace poco en una de Susanne Bier, no recuerdo el nombre, y francamente, no sé. Tengo que ver más pelis suyas para saber cuál es la sensación que me produce en realidad.

No me creo nada de esta peli. Nada.

Película muy particular y concreta. Cine sueco.

Ambientes fríos, rodaje lento, actores inexpresivos...pero pasiones altas, emociones intensas e incluso elevada carga sexual (ojo, sin olvidar que es cine sueco).

Esto es Stockholm Ostra. Un contraste del ritmo, con el contenido.

Para contar todo esto, la historia o te la crees o no te la crees. Todo depende también como la veas.

Evidentemente parece complicado entenderla fríamente: una mujer es infiel y se enamora perdidamente de un hombre relacionado con la muerte de su hija.

Pero contada paso a paso es más digerible. Una mujer entra en depresión de pareja y social tras la muerte de su hija de 9 años, en un accidente. Conoce a un hombre por casualidad, también emparejado, y en él encuentra una salida a su tristeza.

Ella le habla de su hija, y le esconde que su hija no está. Y él le esconde otra información que afectará a su relación.

Mejor así, ¿no?