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La señora sin camelias

Drama Una vendedora, convertida en estrella de cine, se deja deslumbrar por un mundo lleno de promesas y emociones. Sin embargo, cansada de participar en películas de pésima calidad, reclama un papel en el que pueda consagrarse como actriz. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
14 de septiembre de 2011
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante la película más desligada al lenguaje visual que años más tarde dominaría Antonioni, y donde la narrativa aún obedece a los cánones funcionales. Incluso diría, que nos encontramos con un paso atrás de aquello que ya expuso en su ópera prima. Ciertamente, Crónica de un amor (ídem, 1950), aún mantenía la narrativa clásica, pero encontrábamos en su recorrido, más piezas de engranaje que formarían más tarde el motor narrativo posterior. Así ni el espacio adquiere tanta significación ni la trama adolece de ésta como en Crónica de un amor.

Si se observa, como en su primer trabajo, el dominio de los planos-secuencia por las estancias, aunque el entorno no adquiera la misma importancia, y observamos, esos juegos entre realidad y ficción cosidos a la trama como parte evolutiva de los personajes.
Paso atrás en la evolución de Antonioni que aún así, permite vislumbrar un gran manejo de las elipsis temporales que con el paso de los años convertiría en auténticas roturas narrativas. Puede que hasta el mismo final, no apreciemos en la obra, la naturaleza abatida que conforma su filmografía (germen por ejemplo, de La aventura -ídem, 1960-, unos de los finales más desoladores que he visto en pantalla) y que en el caso que nos ocupa, consigue elevar el resultado global de la película. Con la experiencia, Antonioni adelgazaría tanto la trama que no será necesario utilería (congénita o no) para dar carpetazo a sus películas.
Chagolate con churros
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18 de diciembre de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melifluo juego de espejos donde Lucía Bosé deambula por vínculos de realidad y ficción al rodar 'La dama sin destino'. Título que remite –quizás algo puerilmente– a su propio periplo vital. Así se entiende la escena del beso de los protagonistas con un operario tras la pantalla, entrelazando las ficciones que la actriz protagoniza con su propia vida, al venir esta secuencia precedida por el rodaje de otro beso.

Estos caminos simétricos y circulares para la Bosé (del cine a la realidad; del éxito al fracaso y vuelta; del amor al desamor…) insinúan la geometría de Antonioni (casi pongo Pasolini). Pero esta rigidez es aún elemento de construcción narrativa –introducción, nudo, desenlace– que queda lejos de la posterior arquitectura visual del distanciamiento del espacio y el vacío. Y es que más allá de algunos formalismos avanzadilla de las obsesiones del italiano, la película es convencional, probablemente realizada con el apremio del trabajo alimenticio. La posterior 'Las amigas' ('Le amiche'-1955) seguirá la misma senda, pero dando un paso más en esa evolución contraria al melodrama y la narrativa convencional que habría de definir el cine de este director.

Interesa, sin embargo, rastrear en 'La señora sin camelias' la melancolía pesimista de sus películas posteriores –el uso del plano y el espacio como delator del, podría decirse, tedio, ni siquiera nihilismo, existencial–. El autor que habría de ser Antonioni se observa ya en sus primeras obras por la ausencia del sesgo cómico, de sentimentalismo al uso o la falta del recurso neorrealista.

Una cinta a medio camino entre 'Bellissima' de Visconti (enfoque de un sistema de estudios italiano que desprecia su idiosincrasia cultural cayendo en los tejemanejes del Hollywood mercantilista) y 'Cautivos del mal' (o 'Dos semanas en otra ciudad' y tantas otras cintas sobre los entresijos del cine dentro del cine), pero sin apurar posibilidades en los elementos que pueden considerarse predecibles al extraviarse en no se sabe muy bien qué.

Porque ese “qué” en 'La señora sin camelias' quizás suponga algo tan impalpable como la búsqueda del rostro gélido de la Bosé (en escorzos que evocarían en su día los primeros planos de 'El amor' o la libertad narrativa de 'Viaggio in Italia', ambas de Rossellini) y las panorámicas de exteriores desérticos o tramoyas desastradas como identificadores evidentes –aún sin depurar– de un estado latente que superen –aún sin supera– una trama de melodrama clasicista.

El detalle y lo minúsculo se desperezan brevemente. La imagen, la secuencia y la conciencia como lenguaje cinematográfico que exceda la trama, los personajes... Antonioni habría de ser aquello que se revela en el silencio, la gabardina recortada contra el cielo o el lento horizonte urbano de plano oblicuo y una farola en primer término.
Bloomsday
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19 de junio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta obra, que se sitúa en los comienzos de su carrera como director de largometrajes, y en su "etapa Lucia Bosé", Antonioni estructura, a través de la vida personal y profesional de una jovencísima actriz, Clara Manni (Lucia Bosé), una amarga visión del cine italiano, dominado por producciones sin más interés que el cuerpo o el erotismo de la estrella femenina de turno, pongamos una Sophia Loren, una Gina Lollobrigida o una Silvana Mangano. Al advertir lo vacío y falso que es el mundo del cine, un mundo en el que se siente atrapada (tanto en lo profesional como en lo personal), la protagonista advierte también lo vacío y falso que es el mundo en general. A través de los altibajos de esta joven actriz, descubrimos, como espectadores, que, como ella, estamos solos en un universo despojado de autenticidad. Esta visión no ya pesimista sino directamente depresiva de la realidad social se irá desarrollando en futuras obras de Antonioni, por supuesto.

Por medio de una reflexión sobre el cine como espectáculo, como industria y como fábrica de mitos y sueños, Antonioni dirige una sólida historia, que, pese al peso del elemento melodramático, tiene un estilo conciso y escueto que va al grano, aporta un documento sobre una época de Italia, y no deja indiferente.
Pedro Triguero_Lizana
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24 de abril de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una actriz joven y hermosa, tratándose de abrirse camino es el centro de esta película sobre el amor y el mundo del cine, un melodrama sobre la profesión y la vida privada. El director Michelangelo Antonioni más accesible que posteriormente, en su primera etapa cinematográfica nos presenta los avatares de una bella y joven actriz, pero poco preparada en el terreno dramático que se limita a trabajar en proyectos poco relevantes en el terreno artístico. El film está construido sobre una paradoja: a causa de los celos, un productor de cine le pide a su reciente esposa y actriz, que abandone el cine y ésta, después de hacerlo, cae en brazos de un galán que no tiene nada que ver con esa actividad; es decir, tras ser extraída por su marido de un mundo de ficción con objeto de evitarle, unos amoríos ficticios y ligera de ropa, la actriz vive fuera de la pantalla una relación real con un donjuán de salón, aplicado en salvar su soltería.

“La señora sin camelias” es Clara (un enigmática Lucía Bosé); el productor, Gianni Franchi es su celoso marido (Andrea Cechi); y el seductor es el cónsul Nardo Rusconi (Ivan Desny). El film desprende un claro realismo depresivo, donde la mujer es la que más arriesga demostrando su rebeldía e intolerancia al dominio y cobardía del varón, de un lado un esposo que la somete y un galán que se esconde ante la realidad y determinación que adopta Clara. Huyendo del vacío existencial como forma de vida, en el film se muestra el claro interés del cineasta por el escritor Césare Pavese que más tarde adaptaría con “Las amigas”. Ese realismo depresivo de Pavese va unido al naturalismo desdramatizado, donde abundan las miradas hacia el fuera de campo, las ventanas tras las cuales se advierte caer la lluvia, los gestos y los movimientos rígidos, las huidas, el silencio, el peso de la sordidez ambiental y moral, la idea del aburrimiento.

Los sentimientos y las sensaciones se hallan en el conjunto antes que en el detalle, eludiendo los primeros planos y son siempre objeto de análisis. El film se mantiene hoy como un interesante reflejo del mundo del cine italiano (Gina Lollobrigida, rechazó el papel porque se parecía mucho a su vida real), en un momento de paso del neorrealismo a un cine comercial con la comedia como estandarte. Antonioni articula su film hacia el plano secuencia, estableciendo una fluida forma de insertar el cine dentro del cine para su puesta en escena. Me ha gustado mucho más este Antonioni que el sobradamente conocido durante sus películas sobre la incomunicación de la década de los sesenta.
Antonio Morales
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