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A propósito de Niza (C)

7,2
1.751
Documental Conmovedora visión de Niza, la atmósfera y el tipo de vida de la ciudad. La película se centra principalmente en el contraste entre los ricos ociosos que toman el sol y disfrutan de los lujos de hoteles y casinos, y los barrios pobres de Niza. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
27 de mayo de 2010
53 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Iglesia tiene doctores y videntes. Jean Vigo con dos films y un par de seudo documentales está considerado uno de los pilares de la cinematografía europea. Y no digo que no fuese un realizador excelente con trabajos maestros pero le faltaron nuevas obras a las que el inevitable juicio del tiempo hubiese dado y quitado razones. Su vida se segó lamentablemente a una edad temprana como consecuencia de la tuberculosis, esa enfermedad tan aficionada a crear mitos. Y Vigo, sin duda, es un mito.

La muerte crea mitos pero no solo ella. La rebeldía, el individualismo y la locura también los crean, y Vigo era un rebelde con causa marcado por el asesinato de su padre en prisión y por las ideas anarquistas familiares. Su primer corto: A propos de Nice es una crítica del capitalismo y de la burguesía disfrazada de documental. Desde su inicio y por algunos momentos lo parece. Las vistas aéreas, la gente paseando, los casinos, la playa, todo parece clásico, aséptico y convencional, pero no, cuando nos confiamos y creemos ser viajeros de la máquina del tiempo de H. G. Wells observando la placidez del sueño descabezado por señores endomingados al sol del Mediterráneo, Vigo parece decirnos "A la merde" (el seudónimo de su padre como escritor fue Miguel Almereyda, anagrama de " y a de la merde") y empiezan las callejas, los desocupados, los cielos estrechados entre balcones de ropa tendida, los gatos entre la basura, los riachuelos de orines...

Y en una especie de éxtasis surrealista, Vigo se rodea de simbología fálica, edificios, chimeneas, paraguas y nos introduce en un mundo donde la belleza se convierte en ordinariez, donde las miradas buscan ese hueco que queda entre piernas cruzadas, donde las faldas carnavaleras se levantan mas de lo conveniente con un telón de fondo de lápidas y figuras mortuorias. Niza dejó de ser Niza. Niza es algo así como una dantesca comedia donde el paraíso y el infierno se comunican sin apenas purgatorios.

No me entiendan mal. Jean Vigo era un genio en potencia desde el primer fotograma de A propos de Nice. Solo afirmo que le faltó tiempo...
FATHER CAPRIO
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29 de diciembre de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La legitimidad del genio creativo de Jean Vigo es algo que hoy día no tendría sentido poner en duda. Con solo cuatro producciones, entre ellas dos influyentísimas obras que se ganaron con todo mérito una muy alta posición en el olimpo histórico del cine, Zéro de conduite (1933) y L’Atalante (1934), este artista parisino dejó claro que había nacido para dejar huella con su creación. Por desgracia para el mundo Vigo murió muy joven (esta sí fue una muerte para llorar, temprana y costosa, no como la de los artistas que mueren ya muy ancianos sin dar a la humanidad obra durante muchos años); no había llegado a los treinta años cuando en 1934, a solo seis meses de haber estrenado su última película, se lo llevó la tuberculosis.
Quizá la brevedad de la vida de este cineasta estaba ya escrita, así que la existencia no se podía dar el lujo de permitirle tener una carrera creativa progresiva como suele suceder con la mayoría de creadores. Jean Vigo empezó ya muy arriba cuando a los veinticuatro años emprendió la creación de su primer obra cinematográfica, À propos de Nice, un cortometraje documental que solo describiré en este punto como un recorrido visual por la ciudad de Niza. Con él dejó el testimonio precoz de una mirada prodigiosa, realzada por el gran trabajo de fotografía de Boris Kaufman (12 angry men, Sidney Lumet, 1957; On the Watherfront, Elia Kazan, 1954; por nombrar solo dos de las muchísimas bellezas que filmó).
Esta hermosa e hipnótica ópera prima de Vigo se ha leído, con insistencia, desde una mirada fuertemente politizada. Se ha dicho de ella que es una sátira a la desigualdad social de Niza, que expone una mirada contrastada entre el ocio de los ricos y el trabajo de los pobres, que hace un cuestionamiento de tintes casi revolucionarios acerca de todo un estilo de vida en una sociedad perdida en el escapismo. Quizá todo esto sea cierto y no soy yo quién para negarlo rotundamente, pero como a nadie debo tributo, puedo decir que esas lecturas marcadas por la concepción estrictamente politizada del arte, tan del gusto del siglo pasado, me resultan secundarias y tediosas frente a una obra que por lo que sobresale especialmente es por su poder de exploración estética.
En abierta oposición a ese tipo de lecturas, como yo deseo hacerle ver a usted À propos de Nice, querido lector curioso, es como el recorrido del ojo de un cineasta-poeta (¿kinoeta?) que se enfrenta a una ciudad como un testigo extrañado, extasiado e hiperestimulado. Para mí, esta no es otra cosa que la búsqueda fascinada que todo verdadero artista (curiosa y frecuente coincidencia con la mirada del verdadero viajero) hace para dar con esos detalles de la cotidianidad que por un instante de coincidencias estéticas y circunstanciales pasan de ser fútiles a poéticos. A su vez, es una construcción que haciendo uso del montaje, como herramienta preponderante, se esfuerza acertadamente por resaltar esa poesía implícita en los detalles y en la peculiar coincidencia de elementos, al tiempo que crea nueva poesía al poner en tenso contacto imágenes dispersas, en una especie de collage gramático-visual.
Esa tensión en la relación de las imágenes es, quizá, el motor principal que da empuje a esta maquinaria simbólica; a este juego de poesía visual en el que el elemento lúdico se vuelve, de lejos, mucho más esencial que cualquier ejercicio de reflexión política.
Precisamente, es a través de la mirada lúdica que se descubre belleza poética incluso en el horror grotesco de la miseria, la enfermedad y el dolor, como cuando Vigo vincula la secuencia de unos ociosos niños pobres (también hay ocio en la pobreza en este cortometraje; ese espacio no está reservado solo a los ricos, como alguna vez se ha sugerido sobre esta película) con la cruel imagen de una mano infantil deformada por las quemaduras, para luego dar paso a la cruda pobreza ilustrada con basura y unos sucios gatos dentro de ella. Con este juego visual Vigo rebela una oculta belleza simbólica y al tiempo da pie a jugosas capas de interpretación estética, discursiva, narrativa, ética y sociopolítica.
Es innegable, por supuesto, que hay en À propos de Nice un elemento de contraste entre la abundancia y la pobreza, entre el trabajo y el ocio, entre la belleza y la fealdad, entre la velocidad y la calma, pero no necesariamente solo en virtud de una proclama política, sino mucho más como testimonio estético de la naturaleza de la urbe, porque el contraste es algo que hace parte del tejido visual y moral de cualquier ciudad.
Testigo radiográfico, el ojo de Vigo rebela la belleza, en todas sus dimensiones, de una ciudad que, como cualquier otra, pasaría por anodino y regularizado paisaje a miradas más simples.
Andrés Vélez Cuervo
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29 de marzo de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
He tenido la suerte de ver este documental con el acompañamiento en directo del piano de Michael Nyman. Quizá por eso me ha gustado tanto.

Ésta es una de esas películas que pone de manifiesto que el lenguaje cinematográfico se va desarrollando con el tiempo, pero que todo estaba inventado casi desde el principio. "A propósito de Niza" es un documental que atrapa por el dinamismo de sus imágenes, la incontestable potencia de algunos planos y un gran montaje "soviético" basado en los contrastes. Jean Vigo ofrece un retrato luminoso y vivo de la ciudad, pero su visión no es nada complaciente. Con el transcurso del metraje, la amabilidad de las primeras escenas deja paso a un mensaje claro de denuncia. Y todo ello con un estilo surrealista propio de la época, lleno de simbolismo, y sin renunciar a un peculiar sentido del humor.

25 minutos muy disfrutables.
rober
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14 de agosto de 2010
14 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez fuese lo correcto, y más cercano a la realidad, decir que ésta es una gran película. Es difícil sustraerse al paso de los años y apreciar en toda su magnitud un film como este. En mi caso, no deja de resultarme interesante, pero poco más. Como documento de una época y una ciudad no tiene precio; técnicamente podríamos decir lo mismo. Son años donde un jovencísimo cine estaba autoexplorándose y encontrando sus límites, que estaban (y están) por definir. Pero el lenguaje cinematográfico ha avanzado, y ya no queda circunscrito a un pequeño ámbito.

Aún así, la fuerza de alguna de las imágenes del documental: rostros, actitudes, indumentaria, ponen de manifiesto el genio de Vigo y la capacidad para captar el momento que poseía.
ruanorosa
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26 de noviembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contextualizando, Niza es una ciudad francesa ubicada al Sur del país europeo, ubicada en un espacio entre las montañas de los Alpes y la costa mediterránea, siendo parte de la afamada Riviera Francesa, o Costa Azul. Región hermosa que desde siempre ha explotado el turismo.

Jean Vigo toma como ejemplo este lugar para realizar su primera película, un cortometraje documental mudo de 25 de duración donde expone dos paralelismos. El realizador no explica absolutamente nada, solamente las imágenes que se van sucediendo empiezan a establecer su visión.

Hay dos claras líneas, la opulencia de los barrios ricos, las zonas donde personas con alto poder adquisitivo se mueven bien ataviados disfrutando de la playa, los casinos, los restaurantes, o caminando por la ciudad. Mientras en el otro contraste están los barrios pobres, con niños jugando, enfermos y ferias.

Esta diferencia es marcada obviamente por cómo se presentan las personas, no solo en su forma de vestir, sino incluso dentro del comportamiento, las élites muy comedidas, mientras que los otros, más desfachatados, siendo está una obvia construcción que realiza Vigo dentro de la lógica de su film y lo que quiere mostrar.

Estas diferencias también son muy evidentes en la arquitectura y en las calles, en las zonas para turismo hay edificaciones limpias, detallistas, más grandes, por otro lado, en los barrios, hay cierto hacinamiento y suciedad.

La mirada de Vigo regala al espectador varias secuencias muy bien ejecutadas, desde la primera con un plano cenital aéreo de la ciudad, el aterrizaje de un hidroavión, muchos planos contrapicados o una mujer sentada en una silla que cambia de vestido en un juego de montaje, siendo este apartado una joya, porque también logra contrastar muy bien las visiones.

Un gran film, un gran debut.
10P24H
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