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The Meyerowitz Stories

Drama. Comedia Los tres hijos, ya adultos, de un arisco artista neoyorquino se enfrentan a la difícil relación que tienen con su padre y entre ellos. La familia tenía a sus miembros separados, pero se reúnen para un evento que celebra la obra artística de su padre. Allí surgirán conflictos familiares. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
18 de octubre de 2017
43 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevaba unas semanas atrás viendo el cine de Noah Baumbach y la verdad es que salvo Greenberg que me pareció algo mediocre como película pero no como personaje, me encontré con una buena filmografía con tintes de Woody Allen y Wes Anderson (conste que trabajó con él el señor Baumbach en mas de una ocasión) y la verdad es que esperaba con ganas este proyecto sobretodo porque Adam Sandler estaba en él y mucho más aún tras la sobresaliente acogida en Cannes. Claro, el cine de Baumbach no es para todos los públicos ni se podría comercializar para todo el mundo por su ritmo, personajes y no deja de ser cine de autor y desgraciadamente hay un gran sector alérgico a él por prejuicios o vete a saber qué. El caso es que Baumbach por fin ha sabido explotar el talento reprimido de Adam Sandler quince años después que lo hiciera Paul Thomas Anderson con la maravillosa Punch Drunk Love. Esta vez cuenta con Stiller, Thompson, Hoffman y Marvel que forman parte de una atípica familia que evade los convencionalismos baratos y nos señala de una manera trágica a la vez que cómica la deconstrucción y unión de una familia rota por intereses independientes y diferentes caracteres. Resulta irónica a la vez que necesaria y gracias a un independiente montaje en cuanto a personajes, une una cinta con tintes del resto de la filmografía de Baumbach con lo mejor de The Squid and the Whale y de Mistress América. Una cinta amable, divertida a la vez que conmovedora que nos entrega un Dustin Hoffman de oscar por encima de un elenco notable que se debería tener en consideración. Tan realista y melancólica como bien desarrollada.
PD: Espero que los que odian a Sandler desde el principio de los tiempos también tengan la decencia de valorarle cuando hace los deberes bien hechos.
StarNine27
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18 de octubre de 2017
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Meyerowitz Stories no es original ni tampoco espectacular. Habla del eterno quiero y no puedo, del que hubiese pasado si, y tantas y tantas posibilidades que giran en torno a los fracasos, más que triunfos, y frustraciones del personaje de Dustin Hoffman. Él es el ejemplo del arte por el arte y el placer por el placer. Un escultor fracasado, difícil y casi ególatra que ha descarrilado en muchas facetas de su vida y, en especial, en todos los matrimonios -que son varios- que ha tenido. Fruto de distintas mujeres son Adam Sandler y Ben Stiller, quienes regalan un duelo interpretativo -abrid bien los ojos porque es verdad- descomunal. Ellos dos, con el habitual tino de Hoffman, son lo mejor de una película, por lo demás, bastante simplona y nada novedosa.

Sandler y Stiller viven en distintos universos. Son hermanastros con realidades diferentes que han rivalizado por tener el cariño del padre común. Esa lucha es lo que verdaderamente les une. Un progenitor que les ha llevado al extremo. No hay mayor miedo en un hijo que defraudar al padre y eso, en The Meyerowitz Stories, es una verdad que se cumple a lo largo de la película. Y así, miedos, vergüenzas, disputas, fracasos, heridas que nunca se han cerrado y vuelven a abrirse con fuerza se reflejan en casi dos horas de duración. El conflicto, pues, está servido.

A pesar de todos esos buenos ingredientes, al guión de Baumbach le falta alma. Las interpretaciones son lo mejor de un filme donde, claramente, lo importante son las personas y su desarrollo. O, al menos, cierto tipo de personalidad. Es cierto que muchas de las taras de los protagonistas serán reconocidas porque más cotidianas no pueden ser. Pero, por el ritmo de la película, va a costar conectar con todas ellas.

Y de fondo, muy al fondo, la ciudad de Nueva York. Con una pizca de Woody Allen y otra de Wes Anderson -se nota la colaboración de Noah Baumbach en Fantástico señor Fox, sobre todo en numerosos planos- termina tejiéndose The Meyerovitz Stories. Una película donde, además, el sexo va a estar muy presente con Grace Van Patten como maestra de ceremonias en esta faceta. Buena interpretación la de la joven actriz. Hija de Adam Sandler en la ficción y clara heredera de las peculiaridades de los Meyerowitz.

Así se va consumiendo el trabajo más novelístico, incluso serio, teatral y maduro, de Noah Baumbach y que estuvo presente en el Festival de Cannes. Un paso más en su carrera, pero todavía le queda mucho por recorrer. Porque es una lástima que, por momentos, se tenga la sensación de que no ocurre nada especialmente relevante en la película. Ese sentimiento hacer que pierda parte de la esencia de todos esos demonios que llevan dentro los protagonistas y que están deseando salir hacia afuera. Con el que, finalmente, es difícil llegar al clímax que se roza en todo momento. Aún así, y solo por ver esa batalla entre Adam Sandler y Ben Stiller, merece la pena.

Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine
Argoderse
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28 de abril de 2018
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Meyerowitz Stories es básicamente una película lenta, muy lenta, sus tramas son lentas su ritmo lento sus diálogos se hacen lentos. Tras cuarenta y cinco minutos esperando algo,cualquier cosa que te atrape a la trama, algo que te devuelva a la vida, finalmente la película pudo conmigo. Dustin Hoffman intentando hacer un papel entre Rain Man, y no se que, dando saltitos de aquí para allá intentando personificar a un excéntrico artista fracasado. Un digno Adam Sandler intentando ser actor y consiguiendo cierta credibilidad y Ben Stiller haciendo de Ben Stiler (actor que no me ha desagradado nunca) no son lo pero de la película. Lo peor es un director que quiere emular a woody Allen y que además fabrica un guión ñoño, fofo que aburre hasta decir basta. Desconozco si es la mejor de las películas de Baumbach o si es la más humana, pero sin duda es una película que deja muchísimo que desear en muchos aspectos y que decepciona y aburre.
statina
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11 de noviembre de 2017
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie se libra de su mierda familiar.
Como un puerto al que siempre se vuelve, somos hijos y hermanos de quienes somos, y estos dejan su marca en nosotros aunque muchas veces no la veamos, o querramos borrarla con el paso del tiempo.
Es un error pensar que eso no nos condiciona, nos motiva o, en última estancia, nos limita.

'The Meyerowitz Stories' es un compendio de anécdotas familiares, de esas que se cuentan en cualquier cena de Navidad, compuestas por parientes a los que "ya se llamará" o "ya les veo a la próxima".
Danny y Matt han crecido toda su vida bajo la poderosa sombra de Harold Meyerowitz, renombrado artista habitual de las galerías de toda Nueva York, y en última instancia padre biológico de ambos, separados por unos cuantos divorcios y nuevos matrimonios.
Su frágil situación familiar se mantiene porque los dos han tenido la acertada idea de alejarse cuanto más mejor, pero una serie de circunstancias les vuelven a unir, trayendo a la luz algunas culpas no asumidas y errores nunca aliviados.

Danny pasa todo el tiempo que puede con su padre, pese a sus constantes desprecios, porque quiere compartir risas viendo una película con él, tal vez también arañar algunos contactos, y de paso (sólo quizás) ganarse una aprobación paterna que nunca se le ha concedido.
Matt, por su parte, ha trazado su camino guardando una prudente distancia de la soberbia paterna, casi a marchas forzadas, esforzándose por tener una vida propia que él no pueda eclipsar.
La sorpresa, si se puede dar con esos hijos, es que la rama no cae demasiado lejos del árbol: Harold es un egocéntrico y orgulloso, capaz de malinterpretar buenos sentimientos como muestras de debilidad y de resaltar insistentemente cómo se le acercó una celebridad en una exposición, si bien guardándose de mencionar que no exponía nada suyo y también que nadie le prestaba atención en ella.
Como buen artista consciente de haber consagrado toda una vida a su obra, debe darse el valor que se merece y no rebajarse ante nada, porque si no... ¿para qué?
(Incluso ante los propios hijos)

Pronto, en estas historias que se cuentan, se traza una red de silencios que ha acabado perjudicando a todos sus protagonistas, porque nunca han querido enterarse de lo que anidaba tras ellos.
Las palabras no importan, se dejan a medias como en las transiciones que cierran cada relato, porque son puro relleno delante de otras cosas, de lo que es verdaderamente importante, como es confesar que se ha estado mal desde hace mucho tiempo, encima dentro del propio seno familiar donde todos deberían de apoyarse unos a otros (dice bien un médico que examina a Harold: "parece tener un gran aguante para estar mal").
¿Cómo romper ese círculo vicioso?
Respuesta: no se puede. No con los métodos normales de hablar las cosas como hacemos todos, no cuando todas las heridas que se hicieron con los comentarios más casuales son lastre que impide moverse.

Por eso, Matt y Danny congenian en lo patético que tienen en común, en romper un coche a un desconocido de la manera más penosa posible (atrás queda toda glorificación de justicia), en empatizar con su hermana Jean que hace mucho que necesita que la escuchen aunque sólo puedan darle un abrazo, en aferrarse a detalles tan estúpidos como una misma asistente para su padre siempre (¡tampoco es tanto pedir!) porque es lo único estable que pueden conseguir ahora mismo.
De algún modo, estas dos personas, estos dos hombres, estos dos niños que nunca pasaron tiempo juntos, se acercan gracias a la venta de las propiedades de su padre, y no entienden por qué se han callado durante tanto tiempo.
Tal vez porque el peor juicio viene por parte de aquellos que mejor nos conocen, aunque no se hayan molestado en entendernos y reduzcan todas nuestras equivocadas decisiones en "bueno" o "malo".
A todo el mundo le puede pasar, estar harto de disculparse por hacer lo correcto, sin nunca realmente hacerlo (ni disculparse ni hacer lo correcto).

Matt y Danny se han pasado tanto tiempo tratando de superar a su padre que nunca se pararon a pensar que siempre lo seguirán llevando dentro (a Jean eso le daba igual, sólo quería quedar con sus hermanos, siendo la más bienintencionada confesión de este grave drama).
Y sólo por eso, ese minúsculo detalle, su padre no habrá tirado su vida en su arte, sino que plantó semillas de inspiración en sus hijos, de manera torpe y descuidada todo hay que decirlo, pero con la firme intención de que ellos también pudieran ser y sentirse artistas como él, de que llegaran a todo el potencial que a lo mejor a él se le había resistido.
No importa realmente que una de sus más simples obras signifique para cada hermano algo diferente (para uno la oportunidad de ser algo, para otro la confirmación de que no es nada): era la obra de una persona, como otra cualquiera, no un padre, intentando dejar su humilde huella (lo único que podía dejar) en la herencia familiar, como todos querremos hacer, al final.

Por eso las películas de Eliza, pese a ser pornográficamente surrealistas, pasan a ser una buena esperanza de futuro, para una familia unida que pese a no comprenderse sabe apoyarse.
Todo para dejar un legado, algo que construir y de lo que sentirnos orgullosos, con la seguridad de que no repetiremos los errores de la generación anterior, porque esta vez los solucionaremos desde el principio.

La conclusión, a su manera esperanzadora, establece que no hacía falta hacer ciertas cosas, pero se hacen igualmente, porque a veces la vida necesita un poquito de esfuerzo más allá de lo personal, algo que dejar atrás pese a que se tarde tiempo en apreciarlo.
Elemento clave en esa marisma, alocada pero bella, que es tratar de querer la mierda de familia.
Charles
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15 de octubre de 2017
34 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer habiendo concluida de ver la película escribí unas líneas dando mi opinión como aficionado. La película no me gustó. Tuve que esforzarme en seguirla con atención, no sé si atribuirlo a su guión, a la dirección o a otras cuestiones que ignoro. No había ninguna otra crítica escrita, ahora hay una que ya he leído. Está muy bien escrita, ojalá la película me hubiera gustado la mitad. Es una sucesión de hechos que pasan y que no logran, como en otras, interesar al espectador, parecen más bien cuestiones puestas para sumar tiempo. Los actores están bien, nada noté que me perturbara en el visionado, salvo la pequeña cuestión de que nunca dejé de pensar que estaba viendo una película.
PepePalermo
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