La conciencia vengadora

El mismo año que se estrenó la magnífica “Judith de Bethulia” (1914), Griffith dio a la luz este largometraje surgido bajo la inspiración de “El corazón delator” y “Annabel Lee”” debidos a la pluma de Poe.
La película resulta lenta en general y su capacidad para exponer la historia es sólo relativa. Le falta fluidez y resulta excesivamente larga.
No se le puede negar el efectismo de algunas escenas pero al tratarse de una compleja trama de carácter psicológico, el resultado sólo es aceptable.

Y el final, muy del gusto del director americano.

Rodando sentimientos. Realidades oníricas. Culpa y decadencia. Instintos de represión insuficiente. Amor y depresión. Brecha generacional. Huellas criminales. Detectives incesantes . Escala social omnipresente. Influencia religiosa y referencias literarias.

Griffith consigue diseccionar la realidad y generar historias de simultaneidad metafísica. Indaga en la mente del personaje de forma visual. El recurso del primer plano potencia ansiedades y dirige la atención del espectador al mismo sitio que la del personaje. Los efectos visuales enfatizan la angustia de la situación.

La cantidad de personajes y subtramas derivadas enriquecen la obra con distracciones irregulares. Si bien algunas escenas no sirven para agilizar el avance de la historia principal, sí enfatizan en los aspectos más significativos de dicho segmento. De ahí la fuerza en su primera mitad de metraje.

La comprensión narrativa permanece intacta después de cada truco y recurso. Un trabajo mayúsculo de contenido y forma que camina dentro y fuera de la palpable realidad.

Hasta 1914, el Griffith de la Biograph venía haciendo -increíbles- películas marcadas por una serie de patrones comunes, muy propensas a cierto naturalismo lírico de lo cotidiano y a narrar historias donde, por encima de todo, prima la profunda emoción que impregna cada encuadre.

Bajo la inspiración de Edgar Allan Poe, con The Avenging Conscience -su primer largo, junto con Judith of Bethulia-, Griffith cambia considerablemente de registro, y dirige una película que bien podría pertenecer a lo que posteriormente se llamó expresionismo alemán.

Llenísima de fascinantes trucos visuales y onirismo, así como numerosos planos detalle, Griffith rompe (o, mejor dicho: reconfigura, matiza, amplía) ese naturalismo previo que tanto había caracterizado su obra, más "sencillo" y "estático" (no por ello menor).

Tampoco es que todo esto surja de la nada. Ya había elementos proto-expresionistas presentes en obras anteriores, como se puede ver sin ir más lejos en varios planos de esa obra maestra que es A Corner in Wheat, perfectamente integrables en una película de Murnau o de Pedro Costa.

En cualquier caso, lo innegable es que con The Avenging Conscience, ya sea por las posibilidades que ofrece el formato largometraje o por una cada vez mayor "ambición artística" de Griffith, se produce un gran punto de ruptura en su filmografía (en tono, en forma, en ritmo, en desarrollo psicológico de los personajes, en su capacidad para aunar epicidad con intimidad...) que no solo constituye un eslabón intermedio imprescindible para comprender mejor lo que estaba por venir inmediatamente después («El Nacimiento de una Nación» e «Intolerancia»), sino que enriquece y llena aún más de matices la obra del que es no simplemente un "pionero a valorar por su contribución al desarrollo del lenguaje cinematógrafico" -tendencia que suele verse mucho a la hora de hablar de su figura- sino, a mi juicio, uno de los grandes directores de la historia.