Enemigo mío

Se trata de una adaptación de la multipremiada novela corta de Barry Longyear.
Como bien se ha dicho, no deja de ser un remake de "Infierno en el Pacífico" (1968), aunque no por ello opino que se trate de una película vulgar. Partiendo de la misma idea, ofrece una estética de ciencia ficción retro que, curiosamente, no me pareció nada ridícula; aprovecha las posibilidades de los peligros que puede ofrecer un planeta desconocido; ofrece un par de giros interesantísimos (lo del embarazo me sorprendió y me emocionó); y, a pesar de que su presupuesto no era el de una gran superproducción, la puesta en escena y el maquillaje son de lo más imaginativo.
En su momento, David Lynch y Terry Gilliam pasaron por la agenda de posibles directores. Finalmente, comenzó el rodaje Richard Loncraine, que prefirió ambientar la historia en los paisajes de Islandia. Este alejamiento de la historia original fue la primera de múltiples diferencias creativas con los productores que hicieron que se abandonara por completo el proyecto a pesar de que estaba ya muy avanzado. Petersen lo retomó un año después y decidió empezar desde cero, reescribiendo el guión, reconstruyendo los decorados en los estudios alemanes Bavaria –de hecho aprovecharon un tanque que utilizaron para las escenas submarinas de "Das Boot" para crear el lago en el que Davidge y Sheegan se encuentran por primera vez– y reuniendo a un nuevo equipo de profesionales.
Los actores principales hacen un buen trabajo, pero destaca Gossett, cuya interpretación trasciende el látex. Incluso el niño, Bumper Robinson, fue nominado a varios premios al mejor actor revelación.

La sensación final que me produjo me recordó a la que experimentaba de niño cuando me contaban un buen cuento.


Su estreno fue un estrepitoso fracaso de taquilla –en Estados Unidos apenas recaudó lo que había costado hacerla– y la crítica se mostró más bien indiferente. Últimamente, algunos integrantes del panorama friki, y también algunos críticos –entre los cuáles me incluiría si yo fiera crítico, o friki–, están reivindicando un puesto de honor para esta película en sus clasificaciones. A mí la verdad es que me parece que se merece estar por encima de muchas de las chapucillas con las que algunos de ellos tanto disfrutan.

(En el SPOILER hay más curiosidades. Algunas no tienen desperdicio. No se desvela nada importante del argumento.)

Vi esta película hace trece años, cuando estaba convaleciente de una enfermedad, y me emocionó muchísimo. Ahora, en 2007, quise volver a verla, pensando que al tratarse de un film viejo me decepcionaría, acostumbrados como estamos ahora a recursos y efectos fantásticos. Sin embargo, la esencia de la historia me llegó hasta hoy con la misma fuerza. Sí, los recursos son pobres, pero eso le da en el presente algo de "teatro en vivo", con decorados que uno ve como decorados, y recursos como los que en un teatro modesto aceptamos como una convención; hay al final unas luchas poco verosímiles... Pero nada de eso me importó. Al contrario, ese carácter de "cosa hecha a mano" me trajo cierto alivio después de tanta imagen computarizada en las películas de hoy.
Conmovedora la actuación de ambos, en especial de Louis Gossett Jr ...
Voy a regalársela a un niño de 10 años que quiero mucho, aunque él ha crecido con las películas nuevas, porque en ésta está claro el mensaje de que al fin y al cabo, lo único que importa en ésta y en todas las vidas posibles, es el amor.

¿Se acuerdan de aquella película bélica de John Boorman de 1968 basada en una historía de Reuben Bercovitch y que trascurría en una perdida isla del Oceano Pacífico? La película se titulaba "Infierno en el Pacífico" y estaba protagonizada por Lee Marvin y Toshiro Mifume

Pues la historía de este film escrito por Barry Longyear y Edward Khmara es practicamente un calco de la anterior película con alguna diferencias más que destacables, ya que la acción de está película se traslada a un perdido planeta de una lejana galaxía, los dos protagonistas se odian entre si desde el principio por una absurda guerra que los han enemistado, pero finalmente deberán ayudarse entre si para poder sobrevivir, y el resto es mejor que vean las dos películas tanto la de Boorman como esta de Petersen, para que entiendan lo que les quiero decir con esta crítica.

Ambas películas en mi opinión son muy recomendables para ver como trascurren y se desarrollan los personajes, tanto en sus diferencías culturales como psicológicas.

Sin duda la película es hermosa, simple, bien realizada y con un guión perfecto.

Es una de esas películas que quedan grabadas en la memoria de cada uno con un grato recuerdo... todo encaja perfectamente y se nos muestra que más allá de las diferencias que puedan existir el bien de uno es el bien de todos... Para ver recomendada totalmente.

Historia de amistad y amor en un ambiente de ciencia ficción un poco retro. La relación se entabla entre seres de naturaleza diferente, un hombre y un drac, alienígena con aspecto de reptil.

Se sigue la tónica habitual de que la raza humana está degradada y corrompida, aunque aún quedan individuos de buen corazón, como el que protagoniza la película, que ante la situación en la que se ve envuelto abre sus ojos a la realidad y comprende y llega a aceptar a su enemigo.

Se pueden decir muchas cosas de la película, y ninguna ni muy buena ni muy mala. Es más que entretenida. Ni se hace larga ni ocurren pocas cosas. Comparada con otras películas de ciencia ficción me gusta mucho más ésta porque no se centra tanto en un despliegue sobreexpuesto de efectos especiales, y dedica más esfuerzo a la exaltación de emociones.

Coquetea en muchos momentos con la ridiculez, moviéndose en una delgada frontera (ver spoiler *).
En muchos momentos se hace tierna, lo cual tiene mérito teniendo en cuenta lo feo que son los bichos. Muy buen trabajo de caracterización. La cara de los drac es muy expresiva, pudiendo hacerse dura y temible en unos momentos y volverse amable y enternecedora en otros.

Es impresionante la fotografía, con escenas de colores inverosimiles, y por lo visto los paisajes de terrenos volcánicos fueron rodados en el parque nacional de Timanfaya, en Lanzarote.