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El desierto de los tártaros

Drama. Intriga Miembros de una división militar se atrincheran en una recóndita fortaleza del desierto a la espera del ataque del ejército enemigo. Allí, soldados y oficiales sobreviven con honor, tratando de respetar las reglas. El eje del relato es el joven teniente Drogo, quien poco después de ser destinado a la fortaleza, intenta conseguir un certificado médico que lo exima de su nueva posición. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
18 de febrero de 2009
64 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novela de Buzzati me enseñó la verdadera lucha que todos hemos de librar. Una lucha que acaba como acaba.

Cuando el protagonista (Drogo, un nombre tristemente eufónico) comprende que el enemigo forma parte de uno mismo, no le queda más remedio que cerrar los ojos y mirar en su interior. Y, sí, el vacío le devuelve la mirada.

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El ritmo lento y fascinante de la cinta es un reloj de arena cinematográfico. Zurlini logra que escuchemos su tictac, le pone voz a las palabras de Buzzati, nos hace ver el tiempo.

Y no hay bastión ni fortaleza que pueda contener el paso de los días.
Servadac
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18 de marzo de 2010
50 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de lo que la sinopsis pueda sugerir, es una historia psicológica. Se trata de un teniente que llega a una fortaleza en una "frontera muerta" en donde un grupo de militares esperan al enemigo que nunca llega. Está basada en una novela de Dino Buzzati pero aunque creo que cometo sacrilegio, me ha gustado más la película. Quiero decir, me parece que el medio novelístico lo tenía más fácil para adentrarse en la mente de los personajes. Pero el cine es otra cosa, es más complicado. No hay muchas películas que sean tan diáfanas en su utilización de la masa abstracta. "El desierto de los tártaros" lo consigue gracias a dos elementos extraordinariamente utilizados:

1) El sonido: el lento goteo de alguna fuente de agua sobre la piedra y el sonido de los pasos marciales es un contador de espera que provoca la sensación del peso del tiempo sobre los que habitan en la fortaleza. Es esencial también el horrible sonido del viento, que marca la diferencia entre exterior e interior. Los pasos y el goteo desquician por lo intrínseco; el aullido del viento aterra por lo infinito.

2) La imagen: el interior de la fortaleza es un universo marcado por pautas rígidas, al igual que sucedía en el castillo de Gormenghast, donde ridículos nobles sin relación con el mundo se retroalimentaban a base de reglas, normas y jerarquías estúpidas. Cuando los hombres salen al exterior y contemplan la extensión en ruinas de la antigua ciudad en el desierto, existe un punto de ruptura entre lo acostumbrado y lo temido. En el interior, hay un sentido, pero fuera, donde yacen los restos de otros que fueron olvidados, no hay nada.

De este modo no es difícil deducir que la fortaleza no existe, sino que es un estado mental y sus hombres nunca estuvieron en fortaleza alguna, ya que no son más que polvo, piedra y viento, es decir, fantasmas.

Pensando en los tártaros escondidos en algún lugar del desierto, a veces me pregunto porqué deposito todo el sentido de la vida en mitos y leyendas que no veré nunca.
Neathara
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12 de marzo de 2009
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El tiempo se había consumido lo mismo con su inmóvil ritmo, idéntico para todos los hombres, ni más lento para quien es feliz ni más veloz para los desventurados". El desierto de los tártaros (Dino Buzzati).
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Un desierto, una fortaleza que hiere, un militar enfermo de barro. Y durante —o quizás a través— una partícula inmanente pasando entre miradas y uniformes, acercándonos al cielo entre montañas para, después, cercenar la espera de cuajo en singular batalla siempre solitaria.

¿Estamos ya en el desierto de los tártaros o nos dirigimos hacia él? Yo ahí no sabría decir. Aunque da un poco igual, viene a ser lo mismo.

Sin más explicaciones que una fantasía alegórica y un pueblo bárbaro —o una región del Hades—, el desierto nos reclama como suyos, succionándonos. No al revés. Así lo vemos en esos planos en los que la arena, distorsionada al digerir la radiación del sol, late en danza ritual insinuándonos esas maravillas del septentrión que nunca llegan. Y si llegan, pasan; y si pasan, mueren.

Y el agua de Mileto sigue con su gorgoteo en otras gargantas, su repiqueteo de tic tac en otros cobres...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
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13 de marzo de 2010
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sacando Agua Del Desierto" da por resultado un disco singular e innovador, marcado por una veintena de personalidades y talentos bajo un mismo objetivo: marcar en el mapa del hip-hop latino el territorio argentino con firmeza, profesionalismo y creatividad."

(http://www.taringa.net/posts/musica/3910338/Sacando-Agua-Del-Desierto.html)

“La fortaleza de Bastiano es una frontera muerta”, oímos casi al principio. Y aquí se resume prácticamente todo lo que no ocurrirá después.

“ Los tártaros atravesaron este desierto…sé que lo hicieron…mientras más antigua es la historia, más la deforman los hombres con la leyenda. Y así la verdad se torna indescifrable.” He aquí otra clave interesante, pues la ‘frontera muerta’ lo está precisamente porque la Historia ya ha ocurrido y lo que subsiste es el Residuo, el doloroso recuerdo impreciso de una época heroica.

Como dice axiomáticamente Servadac, “El ritmo lento y fascinante de la cinta es un reloj de arena cinematográfico”. No podría decirse mejor. Pero también Talladal lleva razón cuando dice que “Le falta el genio de un buen director que le aportara el alma y el dinamismo de la que carece”. Ambos axiomas son opuestos más no contradictorios. Pues la realidad es también una ‘frontera muerta’.

Olvidamos por lo general que una adaptación al cine de una obra literaria nunca pretende competir con el original, sino expresar determinados aspectos suyos en un formato quizás más idóneo para mostrar ESOS DETERMINADOS ASPECTOS y no otros. De ahí el amargor que nos provoca toda comparación. Más si vemos la obra literaria y la cinematográfica como complementarias, se iluminarán una a la otra y obtendremos una perspectiva crítica más rica.

¿Qué aporta la película de Zurlini a la novela de Buzatti? Muchas cosas; en primer término, una visión metafísica del Espacio, que en la novela, por su misma naturaleza, no puede manifestarse con toda la profundidad necesaria. Luego, la sensación de que en ese Espacio las mezquindades e ilusiones humanas van deshaciéndose casi con el mismo ritmo que el montajista edita las tomas. Y por último, una perspectiva más dinámica de la relación entre los personajes, entre aquellos que se conectan directamente con ese Espacio desnudo, y quienes aún se esfuerzan por ‘habitar' la ‘frontera muerta’.
Karlés Llord
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2 de junio de 2010
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buzzati nos remite a Kafka inexorablemente; sabe a tedio, a fracaso, a postergación infinita. También "El desierto de los Tártaros" de Valerio Zurlini deja un sabor agridulce, profundamente melancólico. Lo laberíntico, el destino circular del hombre (la espera de enemigos, que nunca llegan, hasta ver una luz de esperanza; para luego desilusionarse y volver a la espera), coronan este film. Giovanni Drogo es nombrado teniente y enviado a la fortaleza Bastiani, ubicada en el confín de frontera en medio de un desierto rocoso y yerto, donde se erigen las paredes amarillentas de la fortaleza. La monotonía y soledad del lugar hacen que Drogo pretenda irse rapidamente, pero por medio de evasiones, y lo burocrático de los trámites necesarios para su traspaso, lo convencen de quedarse cuatro meses más para luego concederle el traslado hacia alguna parte más alegre, con más vida y cercana a la ciudad. Drogo, con el paso del tiempo, de los años, se hace amigo del silencio, de la soledad, de la absurda rutina militar, del paisaje reseco, del viento en los corredores, de los idénticos y mecánicos cambios de guardia, de la eterna espera de la llegada de tropas enemigas... una fuerza irresistible parece adueñarse de él y consagrarlo a una espera que en el fondo sabe estéril.
El existencialismo se hace presente en esta novela, plagada de nostalgia por el tiempo perdido, por el cuestionamiento sobre las decisiones tomadas, por la certidumbre terrible de la huída del tiempo, por lo ridículos que resultan algunos de nuestros hábitos.
El final en la novela (no así en este film) es magnífico y deja un leve sabor a victoria en medio de una derrota evidente. Las últimas palabras son sencillamente conmovedoras...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Black Floyd
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