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Un gato en París

Animación. Thriller Dino es un gato que lleva una doble vida. De día vive con Zoé, la única hija de Jeanne, una comisaria de policía. De noche, en cambio, se pasea por los tejados de París con Nico, un avezado ladrón. Jeanne no puede más: no sólo tiene que perseguir al intrépido compañero de Dino, autor de varios robos de joyas, sino que además debe vigilar el Coloso de Nairobi, una gigantesca estatua codiciada por Víctor Costa, el culpable de la muerte de ... [+]
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
19 de noviembre de 2011
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinefilia no suele parar demasiada atención a la otra realidad del cine de animación. Conocemos y admiramos los productos de la Pixar, los personajes más carismáticos de la Dreamworks o la personalidad de Hayao Miyasaki y su Estudio Ghibli. Pero en Europa se produce mucho cine animado. Un cine cuya reivindicación es clave no sólo para favorecer la polifonía de creadores europeos dedicados a la animación, algo muy necesario ante la mastodóntica maquinaria de Hollywood, sino también para formar a esos pequeños espectadores que dentro de unos años pueden ser los continuadores de una cinefilia selectiva y reflexiva. Hay que defender un cine más artesanal que esquiva su falta de medios con altas cuotas de ingenio. No debemos domesticar ni aburguesar la mirada y mente cinéfila de nuestros pequeños: de ahí la importancia de nombres como Un gato en París.

Un gato en París presenta además una reivindicación del dibujo a mano en tiempos en los que los personajes sólo parecen tener píxeles. Por una parte, Un gato en París es una delicia porque se intuyen las ilustraciones en papel, montadas y dotadas de un relieve que nunca traiciona las luces y sombras del carboncillo original. Y por otra, el público infantil se sentirá atraido por el gato del título y la fabulación de un posible viaje por las azoteas y tejados parisinos a medianoche. Pero, y aquí reside el verdadero interés de la cinta, Un gato en París tiene un reverso adulto que los más experimentados releerán como homenaje al mejor cine negro y revisión cómica del cine gangsteril. En resumen, las imágenes de Un gato en París destilan cinefilia y emprenden la magna, necesaria y pedagógica misión de educar a las nuevas generaciones de cinéfilos. Tiene el suficiente ingenio para atrapar al espectador sin que todo quede desvelado y expuesto en la pantalla, dejando que los pequeños y no tan pequeños dejen volar su imaginación: esas son las mejores películas del género.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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19 de diciembre de 2011
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Francia vuelve a sorprender en la animación, Gagnol y Felicioli, donde la técnica no lo es todo, sino el transmitir y divertir, y donde una vez más se pone de manifiesto, que el dinero no va vinculado a la calidad.

La película trata sobre un gato, que de día esta con la pequeña Zoe, y su madre, jefe de la comisaría de policía y viuda a causa de un malvado contrabandista, y por la noche con el ladronzuelo Dino. Una noche ambos se encuentran por varias casualidades a causa de ese malvado contrabandista y ese será el principio de una noche inolvidable.

La animación, técnicamente no tiene una gran calidad, pero lo que son los dibujos, son atractivos y atrayentes, como si disfrutaras con cada fotograma, debido al color a la evocación sentimental que causan, y aunque el detallismo no es su principal baza, la historia sí.

Un guión, destinado a los más peques sobre todo, pero que los más grandes también pueden disfrutar, de una historia, algo fantástica pero calida y afable, que se hace gustar y que al final se acaba disfrutando, y rememorando.

No dejen de verla y sí tienen un gato, vigílenlo por la noche, igual no es lo que parece.
Ranxomare
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2 de marzo de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante sus primeras imágenes me vino a mi memoria ese ‘gato’ al que puso piel Cary Grant en “Atrapa a un ladrón” de Alfred Hitchcock. Creo que es un detalle realizado adrede porque la película de animación nominada al Oscar podría reivindicar cierto espíritu clásico ante la continua reformulación de la animación, actualmente ponderada por el uso del 3D. “Un gato en París” parece tener un espíritu original y arriesgado con una estética más marcada y un argumento que habla de temas y traumas serios bajo una atenta mirada a un alma aventurera e incluso cómica.

“Un gato en París” es una película simple, pero precisa, originalmente bella, a su modo, y con pretensiones de divertimento, con elegancia. Si algo demuestran Jean-Loup Felicioli y Alain Gagnol, es que se puede ir al grano en 70 minutos. Tres personajes unidos por un gato que se deben enfrentar a sus terrores y miedos interiores y a un mal conjunto mayor: un peligroso enemigo público. Una niña que se ha encerrado en su mutismo como arma tras la trágica muerte de su padre policía, su madre que es la comisaria de policía y un ladrón de guante blanco que puede convertirse en el héroe de la historia. Dino es ese gato y absoluto protagonista que lleva una doble vida (los mininos también tienen derecho).

Los traumas de los personajes son (para) adultos pero el encantador y atrapante entretenimiento para todos los públicos. Ese, tal vez, se su mayor mérito ya que consigue, gracias su expresionista estilismo, jugar con las luces y sombras de París y de los interiores tortuosos de sus protagonistas. Esa pretendida dualidad es meritoria aunque no me parezca excesivamente reivindicable como conjunto. Todos juntos pero no revueltos. Y esa celebración por las nubes sobre los techos de París queda confirmada en un clímax final donde por encima del vértigo, el peligro y las mortales cumbres están la psicológica de los héroes y villanos.

El gran detalle: la versión canina y nevada de “Alien, el octavo pasajero” tiene su encanto; debajo de la nieve, nadie podrá escuchar tus ladridos…
Maldito Bastardo
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5 de septiembre de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tercera película de animación del estudio Folimage (tras “La profecía de las ranas” y “Mia et le Migou”) es un policíaco animado en el que un gato sirve de nexo entre tres personajes principales. Francia sigue demostrando que cuando quiere puede y aunque la película es considerablemente amable desde luego no es el ejemplo de cine infantil que suele prodigarse en el mercado. Aquí se nos presenta un escenario en el que una madre y una hija han perdido al hombre de la casa; la joven parece haber perdido el habla por el shock y la esposa se dedica día tras día a buscar al mafioso que le arrebató su marido. En paralelo una oleada de robos está teniendo lugar en la ciudad y el gato familiar parece metido en el lío, aunque no está sólo: un ladrón opera con él.

Jean-Loup Felicioli y Alain Gagnol, un par de animadores que adquirieron cierta notoriedad con la miniserie de irónico título “Les tragédies minuscules” (1999) se encargan de la puesta en largo de esta historia escrita por el propio Gagnol y que funciona a ráfagas pero en general de forma eficaz. Aquí lo más importante no es tanto la trama como dejarse llevar por el estilo visual de la película, bastante pictórico aunque habrá quien la acuse (no sin razón) de cierto feísmo al rechazar la estilización presente en otras producciones del género. Así es el estilo de Felicioli/Gagnol así que por mi parte no hay queja posible y de hecho “Un gato en París” parece haber superado estos problemas porque ha tenido un éxito considerable en su país de origen y pronto podremos verla en España. No es ninguna Obra Maestra pero es una cinta digna de verse y disfrutarse aunque quien quiera algo más adulto, que no se ande con contemplaciones, siempre puede ver la nunca suficientemente reivindicada “Felidae” dirigida por Michael Schaack en 1994. También tiene un gato, y crímenes. Y añade algo que se echa en falta en la presente: mala leche y un poco más de desarrollo en los personajes.
Caith_Sith
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22 de octubre de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco a poco, el cine animado europeo va consiguiendo un nombre propio y logrando un reconocimiento internacional, en gran medida gracias a la labor que está realizando Francia en el género con obras maestras como Persépolis.

Une vie de chat gira en torno a un gato que pasa el día junto a una niña que ha dejado de hablar debido a que su padre murió asesinado por un mafioso de poca monta al que persigue la madre de la niña, una comisaria de policía. Por las noches, el gato acompaña a un ladrón con un corazón de oro a realizar sus hurtos. Pronto, debido a la curiosidad de la joven niña, unos y otros se encontrarán en la noche parisina.

Con un dibujo tradicional y pictórico (con clarísimas reminiscencias a Picasso), se trata de llamar la atención del público adulto, acompañado por una banda sonora fantástica, dando protagonismo a una cuerda inquietante y a un piano tenebroso, e incluyendo algún corte jazzístico que aporta madurez a la historia.

Este dibujo, sin embargo, es muy probable que al público infantil, y al adulto cuyo interés por la película sea que mantenga a los niños entretenidos, le parezca feísta, y probablemente no les falte razón puesto que aún siendo muy artístico, no termina de convencer dentro de lo que es la película.

A este público infantil, se le busca más a través de un guion flojo y poco profundo en sus personajes y sus actos pero que resulta sencillo de seguir y que marca desde un principio a favor de quién debe ponerse el espectador. Aún así, los 60 minutos que dura el film se hacen muy largos, pues pronto la historia deja de ser interesante, y algunas situaciones que deberían ser cómicas, resultan ser más bien algo inanes.

Un 6.
cinefilico
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