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Lunas de hiel

Drama Nigel (Hugh Grant) y su mujer Fiona (Kristin Scott-Thomas) son un matrimonio británico de crucero para celebrar su séptimo aniversario de boda. A bordo conocen a la atractiva y deshinibida Mimi (Emmanuelle Seigner) y a su marido Oscar (Peter Coyote), un norteamericano que está inválido en una silla de ruedas. Nigel empieza a sentirse atraído por Mimi, y Oscar, que se da cuenta, le propone que intente seducirla, pero antes le cuenta cómo ... [+]
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Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
13 de junio de 2010
124 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas películas en la historia poseen la honestidad brutal y agobiante de Lunas de hiel. Ejecutada a la perfección por un sobreviviente de mil vidas como Polanski, el polaco va directo al hueso y nos espeta en el rostro y sin la menor sutileza, la degeneración del amor entre un hombre y una mujer. Sugiero que quienes conservan las esperanzas de encontrar el amor o quienes aún creen que todavía se puede vivir una relación plena de compañerismo y felicidad, desistan de ver la película. No les va a hacer nada bien a sus convicciones amorosas. Esto es lisa y llanamente el descenso a los infiernos de dos que alguna vez se amaron. En un cruzero de placer se conocen dos matrimonios que, durante la travesía, van a ir desgranando entre anéctodas y secretos los cómo y los porqué se encuentran allí. Haciendo uso constante del flashback el director va adentrando a los esposos en el mundo conyugal de cada uno, y en especial del mayor, que parece desesperado por contar cómo llegaron con su esposa hasta allí. Peter Coyote interpreta a éste señor, inválido y postrado, casado con una bestia sexual joven y lujuriosa papel a cargo de una Emmanuelle Seigner en el colmo de su hermosura. Lentamente el pobre lisiado se despacha con la historia de su matrimonio que no ahorra detalles de humillación, locura y degeneración extremas. Tanto envilecimiento hace dudar si lo que está narrando es cierto o son sólo las fantasias de un viejo verde enfermo; pero a medida que la película va transcurriendo comprendemos que el viejo y su esposa están ocultando algo muy sucio. Recuerdo que la ví en ocasión de su estreno hace casi 20 años y quedé perpleja ante una película que podía decir tanto sobre las relaciones humanas en tan solo 2 horas. La ví nuevamente después de casi 2 décadas y volvió a impactarme la crudeza con que Polanski muestra la desintegración más corrosiva de una relación. La profanación del amor-odio como no se volvió a ver nunca más en la pantalla. No es un 10 por que el final no le hace justicia a tremendo film.
Srita davidlynch
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2 de agosto de 2008
107 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nigel y Fiona son los dos componentes de un aburrido matrimonio. Y cuando digo aburrido, me refiero al apartado referido a lo sexual.
Para celebrar el séptimo aniversario de casados, Nigel decide sorprender a Fiona con un crucero con destino a la India para, según él, encontrar "la serenidad espiritual"; sin enterarse de que lo que a ella más bien le haría ilusión son menos soplapolleces y más polleces (o pollazos, en un momento dado), y a la serenidad espiritual que le vayan dando morcilla. Y me solidarizo con la señora, ya que la figura de su esposo se nos presenta como la de un señor de lo más apagado que se pueda imaginar. Y pasar siete años con un tío al que jamás se le ocurriría soltar por la boca una lindeza del tamaño "quítate las braguitas y abofetéame con ellas la cara que quiero comprobar lo mojadas que están" debe de ser, a la larga, un coñazo. Este como mucho, de los del misionero y hasta mañana (y recalco: como mucho). Así que para su desgracia, tiene bastantes papeletas para lucir en un futuro no muy lejano una formidable cornamenta.

Para suerte o desgracia del matrimonio, en el viaje se cruzarán con otro par, que estos sí, se encuentran situados en el extremo opuesto en cuanto a forma de ver y de sentir el sexo; El minusválido Oscar y la exótica Mimi; libertinos extremistas de los placeres carnales más esplendorosos y radicales (muy sano y recomendado por este que os escribe)
Durante el viaje, Oscar pondrá el punto de mira sobre el anodino Nigel, para por distintas sesiones relatar con todo lujo de detalles la vertiginosa historia de relación vivida con Mimi desde el mismo día en que la conoció. El muchacho Grant, pese a que hace gala de una tremenda hipocresía al mostrar horror ante lo narrado, se va dejando querer puntual como un reloj atraído por el irresistible deseo carnal hacia ella; y con la sana intención de meterla en el catre, por supuesto (lo que yo te diga, tonto pa lo que le conviene).

Magnífico uso dado al brick de leche, danza de infarto, culo de ensueño, ama-esclavo, lluvia dorada televisiva, celos, venganzas, obsesión, lujuria, obscenidades, exaltación, furia, pasión... todo eso nos llegará a borbotones de la mano de Lunas de hiel; pero amor... de eso creo que no.

Muy buena película, y al final... (sólo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JuanCádiz
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15 de agosto de 2007
52 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una magnífica película para ver si acabamos de sufrir un desengaño amoroso muy fuerte. Puede servirnos como estímulo para dejarnos de tonterías y depresiones y volver a ponernos en marcha. ¿Por qué? Pues muy sencillo. Polanski nos muestra en esta historia que el amor incondicional en la vida adulta es casi una utopía. En realidad el amor está siempre contaminado por deseos, egoísmos, intereses personales que no siempre coinciden, y en fin, todo tipo de extrañas curiosidades y apetencias sexuales que una misma pareja no siempre puede satisfacer.
Una extraordinaria puesta en escena para un perverso crucero.
¿Recuerdan la serie "Vacaciones en el mar"?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tolstoievska
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1 de mayo de 2006
46 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía que ser Polanski. No podía ser otro quien mezclara esa oscurísima historia con esas gamberradas tan elocuentes (la tostadora, la leche, las eróticas descripciones de los juegos sexuales, los bailes...).
El cuadrángulo amoroso es inmejorable. Sólo podría proponer un objeto del deseo que me pusiera más cachondo que esta Emmanuelle Seigner, y ese sería la Emmanuelle Seigner de caderas más jóvenes que se contoneaba en "Frenético", también de Polanski (¡qué morbo tendría que darle dirigir así a su propia mujer!). En la elección de esa muñeca de porcelana llamada Kristin Scott Thomas también parecieron leerme el pensamiento. Peter Coyote compone un siniestro como Dios manda, y ya sabemos todos que Hugh Grant ha nacido para interpretar a este tipo de pringados integrales.

Para lo larga que es la película, se ve muy bien. La alternancia entre historias es magistral, y hay jugadas muy astutas para mantener siempre el interés: casi hasta el final estás esperando que cuente cómo le dejó inválido –la explicación es tan "inesperada" como impactante–; a lo largo de la historia los personajes evolucionan hasta llegar a adquirir matices opuestos a los que tenían al principio; etc.
jastarloa
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18 de diciembre de 2007
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en una novela de Pascal Bruckner titulada "Lunes de Fiel" y dirigida, producida y escrita por Roman Polanski, Lunas de hiel es una historia de amor, sexo, destrucción y naufragios, contada desde un punto de vista muy oscuro, tétrico, con una acorde música de Vangelis y con mucha, mucha amargura. Lo mejor de las películas de Roman Polanski radica en su originalidad, y aquí demuestra una vez más sus dotes en Lunas de hiel. A través de su alter ego el parapléjico Peter Coyote (en una actuación memorable), nos cuenta esa gran novela que nunca ha podido escribir, pero que por lo menos ha vivido. El escritor fracasado coge al incauto Hugh Grant (que por enésima vez hace de atontado con una pericia sospechosa) en el mejor escenario posible, un crucero, para relatarle la historia de su naufragio.
Eres el oyente que estaba esperando”. Con esta frase y a través de un acertado uso del flashback, nos enteramos de la historia de Oscar y su mujer. Todo empezó en París, siempre París. Mimi era una bailarina que trabajaba como camarera y Oscar un vividor con aspiraciones de escritor. Mientras que su historia se forja de un modo convencional (similar al inglesito matrimonio de Nigel y Fiona), los sucesivos rituales eróticos se van convirtiendo en insuficientes, hasta que la implicación en el dolor y la decadencia es tan profunda, que la destrucción ya ha llegado a su punto máximo.
A partir de entonces las relaciones entre Oscar y Nigel se van volviendo cada vez más peligrosas: Oscar y Mimi se debaten entre el amor y odio, Nigel alberga un sentimiento entre el rechazo y la fascinación y pese a que se muestra escandalizado vuelve una y otra vez al camarote para seguir escuchando la historia. Cada vez se involucra más con la pareja, acabando por introducir también a su mujer, y haciendo peligrar su matrimonio. Fiona, que sospecha la atracción de su Nigel por Mimi, amenaza a su marido con un contundente: “Ten cuidado. Puedo superarte en todo”. Los protagonistas han llegado a un punto en el que ya no hay vuelta atrás. El veneno les ha sido inoculado. La destrucción sigue su curso hasta un final entre sórdido y moralizante, lleno de amargura. Unos no han superado el naufragio, y los que sí lo han hecho, ya no volverán a ser los mismos.
Bienvenidos al oscuro universo Polanski. La historia de un contagio, amarga, agresiva, llena de emociones, rebosante de odio y resentimiento mezclados y llevados hasta sus últimas consecuencias.
Naran
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