La montaña embrujada

Material necesario: un polígrafo y una persona que sepa manejas un polígrafo.

Procedimiento: se pone al encargado del polígrafo a la salida de una sala de cine. A la gente se le pregunta "¿Te ha parecido buena esta película? ¿Crees que respeta los mínimos exigibles de calidad? ¿Aporta esta película algo al cine?", si la respuesta es un "NO" y el polígrafo demuestra que dicho NO se dice con el corazón en un puño, el dineral desperdiciado en la entrada de cine será devuelto al insatisfecho espectador.

Resultados:
-Hacer que gastar siete eurazos en una entrada de cine, más palomitas y agua (agua que multiplica por 180 su precio "de grifo"), merezca la pena.
-Conseguir que en hollywood se den cuenta de que los bodrios con mucha promoción y actores cachas no merecen llegar a ninguna pantalla.
-Disminuir el número de películas malas proyectadas por año en una sala de cine.
-Por consiguiente, la gente confiará en que si paga siete euros, será para ver algo decente de forma garantizada, por lo que la piratería irá a menos.
-Los productores dejarán de invertir en conseguir guiones huecos, actrices tetudas, actores cachas, y muchos efectos especiales, y acabarán donando millones de dólares a asociaciones contra el hambre en África.

¿Qué decir de una película que ya de entrada se llama la montaña embrujada? Pues no se puede comentar mucho más, que lo que os ronda por la cabeza, porque seguro que lo que pensáis es cierto.

La historia es bastante sencilla, un taxista de Las Vegas recoge a unos marcianitos con forma de niño que han aterrizado en E.E.U.U. (que manía tienen los extraterrestres con irse allí, que pasa que en España no tenemos derecho a tener nuestros propios alienígenas?) y que como era de esperar traen una amenaza para nuestro planeta. El taxista en cuestión, que parece un soldado profesional, como es lógico decide salvar al mundo a pesar de tener que luchar contra el gobierno de su país y los acólitos que le persiguen (que como no podía ser de otra manera son muy malos, muy malos)

Para cerrar el círculo de gente metida en el ajo, tenemos a una profesora experta en el tema alienígena, que por esas casualidades de la vida (o del cine) está en un congreso de ovnis allí mismo, en Las Vegas, justo a la vez que nuestro querido taxista y nuestros adorables marcianitos con superpoderes.

El resto no hace falta que os lo cuente, tiros, explosiones, comentarios "ingeniosos" bromas de medio pelo y un final previsible y tontorrón.

Cuando disfrutas tanto del séptimo arte, ciertamente valoras el poder tener acceso por anticipado a aquello que el resto de los mortales podrá disfrutar en veinte días: el estreno de una película.

El disfrute es aún mayor cuando en el mismo estreno estarán los protagonistas y el director de la película; claro que el momento se ve un poco menos profundo y místico de lo que te esperabas cuando aparece el super rechoncho Andy Fickman - pequeño Don Pimpón americano-, Carla Gugino vestidita a las seis y media de la tarde en el centro de Madrid como si fuera a un coctel en la Casa Blanca ofrecido por el matrimonio Obama y un super sonriente Dwayne Johnson - entendiendo por qué el apelativo de "la roca".

Pero claro, uno se imagina un estreno tipo "Mystic River", quedándote helada al ver pasar a tu idolatrado Eastwood, que pase tan cerca de tí que puedas percibir el sonrosado de sus mejillas un grado por encima de los 35º; o ver al perfecto Sean Penn con su cazadora de cuero negra y su jersey de cuello vuelto; ver caminar a tu lado a quien te hiciera soñar en "Cadena Perpertua" al lado de Red, aquel que siempre conseguía cosas.

Sigues soñando y todos se subirían al escenario impostado bajo la pantalla y hablarían de sus experiencias de rodaje, y tu, en el patio de butacas te empaparías de cada palabra, albergando en uno de los mejores rincones de tu alma espacio para ese recuerdo.

Pero... estás en la Gran Vía, con la Roca, la Gugino y Fickman; sufriendo una horrible organización palomitera, con el mismo glamour que tendría Carmen de Mairena vestida de Prada y un murmullo ensordecedor del respetable que no estaba muy por la labor de escuchar las chorradas del ex-triunfito "presentador" del evento (gran salto, Ismael: Ot, Club Megatrix, presentador del estreno de la peli ¿Qué será lo próximo? Ah! el "No cambié" a duo con Dantés)

Después de ésto, la película muy normal, frases pretendidamente cómicas en una trama que poco o nada tenía de aprovechable, con un desarrollo bastante pobre de un guión casi inexistente pero nada que fuera tan horrible como para llevarse las manos a la cabeza. Típica peli de sobremesa con poca enjundia para mentes que quieren descansar un poco sin muchas pretensiones.

Mucho niño, poca organización, mucha revisión de sala para impedir que se colara antes de tiempo en el top-manta, pero... y lo divertido que es ir a un estreno? ;-)

Así os lo digo, es una castaña. La peli roza el interés los 3 primeros minutos pero luego se diluye, de manera rápida. Por si faltase, el Dwayne La roca, haciendo de niñera(otra vez) sin fuerza, es una especie de Vin Diesel en la insoportable( Supercanguro). De la dirección mejor ni hablo que me salen palabrotas. En fin, mala.

Cuentan que sucedió cuando George Bush estuvo en la Casa Gris. Un joven empresario iraquí, para salvar a su padre de la cruenta guerra, lo llevó a vivir a una agradable casa que adquirió en las afueras de California. Luego de pasar con el anciano algunos días, el hijo regresó a Irak para seguir administrando su negocio, y al poco tiempo, recibió un correo electrónico de su padre: “Hijo, te extraño mucho –decía el viejo–, es muy agradable la casa en que vivo, pero, estoy deseando sembrar bellas plantas en el jardín y no tengo quien me remueva la tierra. Ya sabes lo viejo que estoy yo para hacerlo”.
Al día siguiente, el anciano recibió un e-mail de su hijo: “Padre, ¡por nada del mundo vayas a remover la tierra del jardín… allí tengo guardado algo muy poderoso!
Pasada la medianoche, y cuando el viejo soñaba con un Irak sin gringos y en paz, en su casa irrumpieron los marines, el FBI, la CIA, los SWAT… y hasta los detectives de la agencia ACME, quienes, en un santiamén, removieron la tierra del jardín de este a oeste y de sur a norte… hasta tener que marcharse con las manos vacías, pues, no hallaron nada que comprometiera a nadie.
Al amanecer, el viejo desvelado, decidió encender el computador y, cuando iba a escribirle a su hijo, encontró un correo de éste que decía: “Lamento padre las incomodidades que haya podido causarte, pero fue la manera más efectiva que se me ocurrió para que removieran la tierra de tu jardín”.

Cuando veía en esta entretenida película, esos ostentosos desplazamientos de las fuerzas de seguridad norteamericanas, para perseguir a dos jóvenes extraterrestres llenos de buenas intenciones, se me vino a la mente este genial cuento y también me acordé de, “The Blues Brothers”, la corrosiva película de John Landis. En “LA MONTAÑA EMBRUJADA”, se ratifica lo que ya es historia: Ni miles de máquinas humanas entrenadas para matar, ni todo el armamentismo del mundo, podrá jamás contra el más pequeño pueblo, si éste lleva en el alma el honor y cree fervientemente en la libertad de su gente. Lo demostró Cuba, Vietnam hizo lo suyo, y ahora Irak renueva este hecho incontrovertible.

Sarah y Seth (dos nombres que suenan bíblicos), han venido a la tierra desde un lejano sistema solar porque su planeta está en peligro y alguien quiere tomarse la tierra para apoderarse de nuestro oxígeno. Los chicos quieren evitar este hecho y esperan llevarse de nuestros científicos tan sólo una técnica que les enseñe a re-oxigenar su planeta. Pero, las fuerzas especiales que – gracias al mal cine… ¡el único que ven! - en todo alienígena advierten a un enemigo y quieren acabarlos tan pronto los tengan en la mira.

Entonces, el filme dará pie para que, un buen tipo con un largo prontuario y ahora conductor de taxi, en su afán de redimirse tenga la oportunidad de oro y encuentre, por fin, un aliciente poderoso para enderezar su vida.

Se pasa un buen rato con una película que incluye abundantes aventuras, algunas gratas situaciones y unos personajes sensibles que luchan por un objetivo especial.