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La isla de los monstruos

Acción. Fantástico. Ciencia ficción Minya, el hijo de Godzilla, se encuentra en una isla donde las luchas por el poder son terribles ya que otro monstruo, Gabera, amenaza al rey y a su vástago. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
13 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando parecía que Invasión extraterrestre iba a cerrar la saga de una forma digna, volvió poco después la Toho para reclamar de nuevo los servicios del pobre Godzilla y así emprender La isla de los monstruos. Con el género Kaiju en plena decadencia, existían varias excepciones. En la televisión, Eiji Tsuburaya había sabido trasladar el Kaiju al medio televisivo a la perfección con Ultraman, y desde su presentación en 1966 gozaba de un éxito apabullante, mientras que en el cine, Gamera, parecía resistir con una propuesta como Viras ataca la Tierra (1968), un film de ínfimo presupuesto (e ínfima calidad), protagonizada por niños y que había supuesto una muy grata respuesta en la taquilla.
Así que éste era el camino, convertir a Godzilla en un producto por y para niños. Se volvió a reunir a Ishiro Honda y éste tenía entre manos una historia muy personal, la cuál estaba deseoso por rodar. Una historia bastante interesante, presentar a Godzilla y compañía como el producto de la imaginación de un niño solitario víctima de bullyng, algo así como La historia interminable (1984) pero en formato kaiju. Una premisa la mar de sugerente que muy pronto se vio truncada por graves hechos. Primero, el presupuesto otorgado por la Toho para esta producción fue bajísimo, y para colmo de males, el alma de Godzilla, Eiji Tsuburaya, murió recién comenzado el rodaje dejando tras él una forma única y mágica de crear cine.
La muerte de Tsuburaya fue la gota que colmó el vaso para Ishiro Honda, ya que Tsuburaya quizás, era uno de los pocos motivos que le quedaba al director para seguir regresando a la eterna saga Godzilla, por lo que se nota, y mucho, que esta producción la realizó con total desánimo y desgana.
Para qué engañarnos, La isla de los monstruos es un absoluto desastre. 69 minutos que se sienten como 3 horas. Desde el principio, unos créditos iniciales donde suena un tema cantado por un niñato pegando berridos nos revienta los tímpanos al son de...¡¡¡Gojiraaaaaa...Gojiraaaaa!!!.
El protagonista absoluto de la función es un niño muy seventies, con pantaloncito corto y eterna gorra cosida a la cabeza, que a pesar de ser el marginado del barrio y ser asaltado cada dos por tres por sus compañeros de clase (una panda de delincuentes juveniles), realiza una interpretación repelente y antipática. En casa, el niño se imagina que viaja a Monster Island, donde (¡y atención!) hace amistad con Minya, el hijo de Godzilla, quien disminuye su tamaño a la altura del niño para entablar profundas conversaciones con él.
¿Es el colmo del ridículo?...¡No!. Porque resulta que Minya está igual de puteado que el niño por culpa de un kaiju grotesco y verdoso llamado Gabarah (el mismo nombre que el acosador del niño), y para colmo, su padre (Godzilla), es demasiado exigente con él y no deja de obligarle a entablar batallas monstruosas para hacerse un "hombrecito". Niño y monstruo aprenderán así de sus experiencias para superar las dificultades de la vida.
Lo más penoso de todo es que debido al ínfimo presupuesto y con Tsuburaya, el principal encargado de los efectos especiales, muerto, se echó mano (y mucho más de lo pensado) de stock shots de films previos. Así que todas las escenas con monstruos provienen de Los monstruos del mar y El hijo de Godzilla, salvo la batallita final de Godzilla vs Gabarah, que es totalmente abominable.
En paralelo a las ensoñaciones del niño, éste es secuestrado en su vida real por un trío de ladronzuelos de poca monta y escondido en una especie de fábrica abandonada, y ya lo que vemos en los últimos 20 minutos de película es para aporrear la televisión. Una mezcla entre un film de Parchís y Solo en Casa, con el niñato venciendo a los ladrones de unas maneras lamentables.
La guinda del pastel viene al final, cuando el niño sigue las lecciones vitales de Minya y resuelve sus problemas de bullyng a hostia limpia. Sí, la moraleja de que debes usar la violencia para resolver tus problemas te deja con un regustillo confuso.
Como he dicho, es un film lamentable y sin duda el peor de toda la saga Godzilla, pero aún así podemos sacar algún punto interesante, como los sugerentes ambientes en donde se mueve el niño protagonista.
El mundo por donde éste se mueve y vive sus días, las calles del extrarradio; sucias, llenas de fábricas, con unos padres eternamente ausentes... un escenario atractivo e interesante.
Del film me quedo con esa secuencia del niño volviendo del colegio, sin nadie en casa, abriendo la nevera y viendo por enésima vez la nota de su madre diciendo que llegará tarde. Comiendo en solitario mientras ve la televisión y finalmente abatido en el suelo, muerto de aburrimiento y dejándose llevar por sus imaginaciones Godzillianas. Esta secuencia es un pequeño momento de oro de lo que podría haberse convertido el film. Lástima del conjunto. Convertir a Godzilla en La historia interminable no hubiera estado nada mal, pero el desarrollo es tan abominable que fracasa toda posibilidad de ver algo decente.
La isla de los monstruos fue un absoluto desastre en taquilla y en Japón sólo fueron a verla 1,5 millones de espectadores. Ishiro Honda no volvería a dirigir ningún film del saurio hasta 1975, la travesía por el desierto de Godzilla había comenzado...

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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11 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un mundo asfixiado por los gases contaminantes de las chimeneas de las fábricas, símbolo de la industrialización, por el incremento de delincuencia y de la crueldad infantil, por el desapego paterno...el único lugar seguro en el que se puede refugiar un niño son sus sueños...
¡Y si es al lado de Godzilla mejor que mejor!

Si bien "Invasión Extrarrestre", con el regreso de Ishiro Honda a la saga de Godzilla, podría haber supuesto el broche de oro perfecto para ella, los señores de Toho no cesaron en su manía de seguir reinventando las aventuras del saurio debido a la buena respuesta en taquilla. Pero las cosas habían cambiado; la competencia de las "kaiju-eiga" era tan grande a finales de los '60 que el público estaba ya perdiendo interés, por otro lado Gamera, pese al escaso presupuesto de sus películas, atraía a gente (mayormente padres con hijos) a las salas, y para colmo las series de televisión explotaban de mejor manera lo que antes ofrecía el cine.
Dicho y hecho. Se reclama en la compañía la presencia de Honda, quien, aunque hasta la coronilla de los films de Godzilla, se amolda a la propuesta que idea Shinichi Sekizawa...¿pero qué es lo que se inventa exactamente? Ya que eran los niños el principal interés de la rival Daiei, ahí decidieron apuntar también en Toho, destinando la nueva hazaña de su monstruo estrella a un programa llamado Toho Champion Festival, consistente en ofrecer series, dibujos animados y retocar todos sus "kaiju-eiga" para el público infantil.

Por eso mismo "Oru Kaiju Daishingeki" se estrenaría a finales de Diciembre, un producto perfecto para fechas de Navidad; otro aspecto importante fue el descenso del presupuesto y la imposibilidad del genio Eiji Tsuburaya de participar como encargado de los efectos, por su cada vez peor estado de salud y sus compromisos en televisión. Honda, con la sola supervisión del anterior, tuvo que administrarlos como pudo bajo su mando, además de reducirse el personal de rodaje. Un interesante punto de partida: tenemos a un niño (Ichiro) atrapado en el Japón del "boom" económico y de la alta criminalidad, solo y desamparado.
Maltratado por sus compañeros y sin padres que lo consuelen, como muchos de su edad (un afable vecino hará de abuelo sustitutivo), opta por abandonar su mundo real y habitar el de la fantasía; la idea nos recordará a la de "La Historia Interminable", sólo que ésta llega quince años antes. Por supuesto es vital ver esta historia con los ojos de un niño, como sucede con todos los films de aventuras protagonizados por ellos, pero lo propuesto por Sekizawa, además de hacer por primera vez que los monstruos de Toho sean sólo cosa de fantasía, nos da pocas opciones de aceptación. Una vez más, ¿qué se inventa aquí exactamente?

Nada en absoluto, pues se coge la mitad de secuencias de otras entregas de la saga y se regurgita lo ocurrido en la horrible "El Hijo de Godzilla", que dirigía Jun Fukuda; lo peor de todo es que al niño no se le concede una historia propia en esta aventura, le basta con ver reflejado todo su mundo real en los acontecimientos que suceden en esa isla plagada de miles de criaturas. Y Godzilla únicamente aparece liquidándolas (que tengo que intuir que son villanos) mientras da lecciones a su hijo sobre cómo hacerlo...escenas durante las cuales un servidor prefería taparse los ojos para no contemplar tamaña muestra de ridiculez.
Paralelamente, ya que lo de la isla viene de un argumento reciclado, se introduce una intriga donde dos ladrones se cruzan por casualidad con Ichiro y le secuestran; se suponía que los enemigos eran unos niños acosadores, pero éstos aparecen porque sí, y demostrando su extrema torpeza y estupidez contra las "ingeniosas" artimañas del pequeño...que también tengo que creerme. El escaso metraje lo dice todo, aquí no había entusiasmo para nuevas ideas; lo peor del asunto es que Toho obligó a rodar un epílogo muy imbécil al pobre Honda, quien prefería terminar con un final más melancólico y realista (en Zona Spoiler).

Lejos de este desastre que fue recibido con la mayor de las indiferencias, mola (porque sí, porque mola) ver a Godzilla derribar a tantos y tantos enemigos imaginarios, incluso batallar con los viles humanos (no olvidemos que la bestia se volvió buena). El elenco, con Hideyo Amamoto en un extraño papel no malvado y Yoshifumi Tajima apareciendo por última vez en la saga hasta su muy tardío regreso, no merece ni recordarse.
Para colmo de males, el 25 de Enero de 1.970, un mes después del pobre estreno del film, Tsuburaya fallece de un ataque al corazón dejando un tremendo vacío en el género, en la compañía y sobre todo en Honda, quien cree que las peripecias de Godzilla han de acabar definitivamente...por desgracia no será así, pero él ya no estará allí para verlo; tardará mucho en volver, y cuando lo haga será por última vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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