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El detective y la doctora

Intriga. Comedia Justin Playfair, enloquecido tras la muerte de su esposa, vive en un mundo de fantasia, absolutamente convencido de que él es el legendario detective Sherlock Holmes. La doctora Mildred Watson, completamente fascinada por su caso, se dejará arrastrar por Justin a una disparatada búsqueda del profesor Moriarty por las calles de Manhattan. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
16 de marzo de 2010
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Jehová tiene el demonio. Aquiles tiene su talón. Mahoma tiene su montaña. Don Quijote, sus molinos. Y Sherlock Holmes -Dios le bendiga- tiene su MORIARTY." Del diario de Watson (Frase de apertura de la película)

Tras la muerte de su mujer, la locura se apodera del antaño abogado y juez Justin Playfair (George C. Scott) haciéndole creer ser el mismísimo Sherlock Holmes en mitad de la ciudad de Nueva York en los años 70. Dotado de una gran inteligencia y poder deductivo, trata de ayudar a su hermano, que está siendo chantajeado con unas fotos comprometedoras, pero éste, lejos de agradecer el auxilio prestado, trata de encerrarle en una institución psiquiátrica para apoderarse de sus bienes.

Precisamente allí y con la intención anteriormente citada, Justin conoce a la doctora Mildred Watson (curiosa coincidencia en el apellido), que no sólo se niega a firmar los papeles que incapacitan legalmente al ahora detective Holmes, sino que queda prendada de su extraña situación psicológica e inicia junto a el una serie de aventuras urbanas que les llevarán a vivir juntos todo tipo de neuróticas y divertidas situaciones, centradas en buscar al enemigo de Holmes, Mortimer, siendo guiados para llegar hasta el por las pistas que van encontrando por la calle, interpretadas como señales por el detective.

Una película muy original, más que entretenida y con momentos de diversión asegurados, en la que destaca el gran papel realizado por George C. Scott (Patton, Al final de la escalera) que engrandece a su personaje, y la buena interpretación de Joanne Woodward encarnando a la doctora Mildred Watson. Una gran metáfora sobre la soledad, la locura, la fuerza interior y el amor, ofrecida desde una plataforma simpática y notable como lo es esta cinta.
spoiler:

Nota: Cualquier similitud de mi texto con la sinopsis publicada por FILMAFFINITY corresponde a que la página citada lo ha utilizado con mi consentimiento previo para su publicación en la ficha informativa de la película.
Sandro Fiorito
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17 de marzo de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una rareza entrañable que nos cuenta la historia de Justin Playfair, en otro tiempo juez aficionado a las novelas detectivescas, que tras la pérdida de su mujer se refugia en un mundo de fantasía adoptando para si el rol de su personaje favorito, Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle.

Basada en su obra de teatro, James Goldman adapta el guion para el cine, fusionando a este personaje con el Quijote de Cervantes como su título original “They might be giants” indica, ya que al igual que él ve en el mundo aquello que sus ojos quieren ver.

Mostrando siempre la dualidad entre realidad y ficción y cordura y locura, sitúa a este cruzado moderno en las calles de una Nueva York cuya niebla remite a Londres, y hábilmente a su némesis, el personaje de Moriarty, como a su opuesto, pero más a un nivel conceptual o de metalenguaje en el que verse reflejado.

Justin procura ayudar a su hermano, que está siendo extorsionado, pero este, lejos de querer su ayuda, planea internarlo en un hospital psiquiátrico y de ese modo apoderarse de la herencia. En su camino se encuentra una psiquiatra, de nombre Mildred Watson, que empatiza con Justin, le comprende, y en cierto modo admira su capacidad para el ingenio y la imaginación, para ver más allá.

A ratos cómica y a ratos conmovedora, se mueve en una línea al margen de todo, traspasando límites, ya que en ocasiones la locura puede significar salirse de un molde de lo predeterminado mientras que la cordura implica una sumisión a una realidad social asfixiante, un precedente en el tratamiento de un tema complejo de otras películas posteriores como Alguien voló sobre el nido del cuco o El rey pescador.

Anthony Harvey, quien ya había trabajado anteriormente con James Goldman en El león en invierno, realiza un buen trabajo pese al presupuesto limitado y a los cortes en su duración, debido a que estaba previsto inicialmente como telefilm.
Las interpretaciones son muy destacables tanto en George C. Scott como en Joanne Woodward, que forman una gran pareja y están a gran altura.

Una cinta pequeña y poco conocida, pero cuyas reflexiones valen mucho la pena, y que brilla más cuantos más límites traspasa hacia su lugar de fantasía donde casi todo es posible, una pequeña joya.
mi_mo_ca
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1 de noviembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Hay otra clase de heroísmo que estriba en ser vencedor de sí mismo y no de los demás” (1). ¿Y puede haber acaso mejor suerte de triunfo y de conquista? ¿Cuántos son los “héroes” que se dedican a luchar contra los demás tan solo por desplazamiento de la incapacidad de luchar contra sí mismos? Lo más curioso es que vencen en los demás aquello que está bien enraizado dentro de su propia esencia. El revolucionario quizás tumbe al dictador para volverse, él mismo, una suerte de autócrata; el general podría llegar a valerse de la violencia más brutal para acabar con los violentos… y el político probablemente luche contra ciertos corruptos a sabiendas de que él mismo es corrupto.

Tras la muerte de su esposa y como una preclara proyección de El Quijote, Justin Playfair se empeñó en convertir el mundo en el lugar que pudo haber sido, a su generoso entender. Pero la impotencia lo volvió loco y perdió el sentido de la realidad hasta llegar a proyectarse en el personaje de una de sus lecturas favoritas: el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle... y para su gran suerte, el destino lo pondrá en manos de una psiquiatra cuyo apellido real es Watson, Mildred Watson, y entonces se producirá una sinergia donde quién sabe quién sanará a quién porque, a veces, la locura es exquisita distinción, y muchas veces, la cordura no es más que sumisión.

Una obra teatral escrita por, James Goldman (el notable autor de, “The Lion in Winter” y “Robin and Marian”), originalmente titulada, “They Might be Giants” (frase extraída de, “Don Quijote de la Mancha”, en la batalla de éste contra los molinos de viento) y que fuera estrenada en Londres, en 1961, fue el punto de partida para ésta película que, Anthony Harvey, ha dirigido con apreciable eficacia, logrando una brillante confrontación entre aquello que pareciera anormal con lo que consideramos normal... pero que, quizás, no lo sea tanto. Porque como dice el mismo autor: “Si nunca nos fijáramos en las cosas y en los pensamientos como ellos podrían ser, la humanidad seguiría en la alta hierba sentada con los monos”.

En este sentido, el filme de Harvey –como la obra de Goldman- es subversivo, porque está dispuesto a trascender las apariencias y a deponer los más recientes valores acogidos por la sociedad, para entrar al rescate de la imaginación, la fantasía y sobre todo de esa capacidad de ser amable, transparente y generoso con nuestros semejantes, lo que llevará -en una linda escena- a que, Justin Playfair, sea seguido por todos aquellos en quienes un día dejó una grata huella.

Encantadoras actuaciones de, George C. Scott y Joanne Woodward, el paranoico y la psiquiatra, cuya misión es encontrar a ese maestro del disfraz conocido como el profesor Moriarty, quien, en este caso, podría ser una forma de salir en busca de sí mismo.

(1) Introducción a, “Don Quijote de La Mancha” de Miguel de Cervantes.

Título para Latinoamérica: EL CASO DE JUSTIN PLAYFAIR
Luis Guillermo Cardona
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