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A mí las mujeres ni fu, ni fa

Comedia. Musical Pedro es un famoso cantante que durante una de sus actuaciones se queda prendado de una hermosísima mujer. Cuando consigue averiguar que se trata de la prometida de un psiquiatra acude a su consulta inventándose el cuento de que no siente atracción por las mujeres. Además contará con la ayuda de la enfermera del doctor de quien está enamorada. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
17 de enero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película hecha para el lucimiento del cantante Peret y dirigida por el gran director Mariano Ozores que tantos buenos ratos nos ha hecho pasar. Es una comedia de tono picante con un humor que ahora resulta blanco y que requiere la complicidad del espectador. Ésto hace que nos pasemos con media sonrisa en la cara casi toda la película. Y es de agradecer ver este tipo de humor de vez en cuando, ahora que todo es tan explícito. Si a esto le sumamos un buen reparto y las canciones de Peret nos dan como resultado una película que nos hará pasar un rato agradable, que más se puede pedir.
bernard gamble
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13 de octubre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film que puede ser apreciado por las personas aficionadas a la música de Peret. No obstante, creo que a partir de esa línea divisoria, pocos espectadores pueden sacarle jugo y disfrute a una película española marcadamente setentera y donde se explotan muchos tópicos y "valores" de otra época.

Tiene el aliciente de algún secundario de lujo como José Luis López Vázquez o Saza, quienes prácticamente hacían bien todo, incluyendo estas cintas de guiones realmente caóticos. No va ir uno negando el mérito de Mariano Ozores, quien consiguió grandes taquillas en una época difícil y promocionó a buenos cómicos, pero resulta innegable que en su amplia producción fílmica hay filmes muy olvidables.

"A mí las mujeres ni fu, ni fa" sería una de ellas, repleta de momentos de resoplido ibérico y machina imperante que provoca cierto estupor a cualquier persona de hoy en día.

Muy fruto de su época.
El Libanés
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6 de septiembre de 2019
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De nuevo el realizador Mariano Ozores realiza un producto con el fin de que un cantante dé el salto a la fama cinematográfica, en este caso Peret. Ese mismo año lo hacía con el gallego Andrés do Barro en la olvidable En la red de mi canción. Pero si en aquel caso la historia (que necesitó de cinco guionistas) no podía ser más trillada y de poco le sirvió al cantante, en esta ocasión es el propio Ozores el que se hace cargo del guión y opta por una alocada comedia de enredo.
Curiosamente, esta película me ha gustado más de lo que esperaba, pero es, sobre todo, debido a la magnífica actuación de los actores que secundan a Peret, y que, en buena parte, le roban la función: Antonio Ozores y José Luis López Vázquez están que se salen; Conchita Bautista -en el que sería su último papel para el cine- se revela como una excelente comedianta; Patty Shepard, ay, cualquier película con Patty Shepard me gusta más, enamora la cámara de Vicente Minaya. También intervienen Gracita Morales, Saza y Mariano Ozores padre.
Sí, tenemos que soportar algunas canciones de Peret, pero el grueso de la función lo llevan los demás actores.
Por supuesto, no se trata de una gran película. Todos conocemos las limitaciones de este tipo de cine y de su realizador, pero tiene sus momentos divertidos. Solo por ver a José Luis López Vázquez de psicoanalista durmiéndose ante las confesiones de sus pacientes, ya vale la pena.
Jose Camps
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4 de marzo de 2021
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Gran ejemplo de cómo se puede extraer una comedia simpática sin ninguna pretensión desde los extremos más diversos: el mundo de la psicología, el del matrimonio, el de los celos, y el de la canción popular. Todo un cajón de sastre.

Este último ingrediente estuvo siempre muy ligado al cine patrio; toda una tradición que hacía pasar el rato a nuestros abuelos, quienes veían a sus ídolos no sólo interpretando papeles con los que pudieran identificarse y sentir simpatía, sino también cantando en pantalla cuando la narrativa decía de romperse en un estallido espontáneo de canciones y bailes (lo que es un musical de toda vida...género que jamás me interesó ni jamás lo hará). Era costumbre en aquellos años ver a artistas populares como Josefa Flores (Marisol), Manolo Escobar o el pequeño José Jiménez Fernández (Joselito).
Uno de esos directores que no pudo resistirse a ser introducido en tal práctica fue Mariano Ozores, sobre todo desde que se juró hacer sólo películas para satisfacer al público. En 1.970 le tocaría colaborar con Escobar para "En un Lugar de La Manga"; al año siguiente se descolgó con "En la Red de mi Canción", protagonizada por el gallego Andrés do Barro, y soportó realizar dos títulos (que uno ya me parece suficiente...) con el catalán Pere Pubill Calaf, conocido como "Peret", uno de los responsables que llevaron la música de raíces gitanas a la cultural popular: "Si Fulano fuese Mengano" y éste que nos ocupa.

Aunque quizás en un año como 1.971, con el auge del "hard rock" llegado de las costas británicas (Purple, Zeppelin, Tull o Sabbath ya eran mundialmente famosos), este tipo de música que todavía predicaban algunos españoles conservadores de tomo y lomo estaba ya más que desfasada. El caso es que ahí aparece, nada más empezar la película, el sr. Pubill (aquí como Pedro), demostrando ser todo un ídolo de masas, sobre todo de las femeninas, jóvenes y descerebradas; sí, el bueno de Ozores se encarga él solo del argumento y no se le caen los anillos para exponer con toda frivolidad las sinvergonzonerías de una joven estrella de la canción (¿y se supone que este tío me tiene que caer simpático?...).
Curiosamente introduce al dueño de un club con una vida sexual demasiado activa (Marcelo) y a su mentecato psicólogo (Nicolás), incapaz de satisfacer las necesidades sexuales de jovencísima prometida (Ángela) por respeto al matrimonio; aunque el espectador tenga que tirar de fuerza de voluntad para creerse una relación como la de los últimos personajes (algo muy típico de estas comedias), el director consigue elevar el nivel de humor gracias precisamente a estos secundarios tan pintorescos y alocados. Tanto es así que sus problemas, incongruencias y enredos captan más la atención que el insípido protagonista.

Lo que se desata entonces es un divertido vodevil con el sello de Ozores por todas partes, y con la picaresca como principal aliciente para el público de la época; se agitará más el crisol metiendo de por medio a la entrometida y descarada asistenta del psicólogo (Adelina) y convirtiéndola en cómplice de un "juego" amoroso que se acoge a la misma artimaña usada por Joe para llevarse a Sugar a la cama en "Con Faldas y a lo Loco" (no hay duda de que las influencias de Wilder siempre han estado presentes para el cineasta). Un juego donde Pedro se finge un impotente emocional desinteresado en las damas ante Nicolás sin otro objetivo que acostarse con Ángela.
Y si el doctor curara a este paciente famoso sería todo un chollo en su carrera, teniendo la esposa que sacrificarse por ello, claro (algo que jamás vamos a ver en una película hoy día). Un juego más visto que el tebeo pero simpático al fin y al cabo; interés amoroso a dos bandas y algunas situaciones graciosas que derivan en uno de los recursos más usados no sólo en el cine de Ozores, sino en la comedia de enredo clásica: la escapada de todos los protagonistas a un hotel o similar en un entorno casi bucólico, todo sea para avivar las llamas de la pasión y remover un poco más el enredo.

Equívocos graciosos, discusiones de alcoba, puertas que se abren y se cierran, todo alcanzando un histérico clímax muy propio de los vodeviles, aunque Ozores no se libra de una severa reprimenda por castigarnos con absurdeces más irritantes que simpáticas (la frivolidad de los personajes, que les hace algunas veces detestables, o cuando Pedro declara a viva voz que su remedio para curarse depende de Ángela...que es ya para llevarse las manos a la cabeza). Siempre es agradable de ver, eso sí, los disparates y ocurrencias de José Luis López Vázquez, José Sazatornil y sobre todo Antonio Ozores.
Por debajo de este trío estelar las guapísimas Conchita Bautista y Patty Shepard (la primera demostrando que la actuación para el humor se le da mejor que a la segunda); y el director tiene la gentileza de rescatar del olvido a una Gracita Morales en un pequeño papel, que sin ser memorable resulta divertido. Pero quien está por debajo de todos ellos es un esforzado y en mi opinión no demasiado carismático "Peret"; para ser él el centro del débil argumento resulta estar tremendamente eclipsado por sus compañeros de reparto.

Eclipsado hasta en los momentos musicales, ya que el más inspirado e imaginativo no lo protagoniza él, sino Bautista. Historieta de otros tiempos para nada más que para pasar el rato, cuyos principios (sobre todo el de la huida a la casa de la sierra) serían repetidos por el director para futuros títulos (desde "Fin de Semana al Desnudo" hasta "El Recomendado" pasando por "Queremos un Hijo Tuyo" o "El Erótico Enmascarado", la copia más reconocible de la que nos ocupa).
A mí me resultó interesante un momento en particular que nada tiene que ver con la trama ni con la película: el largo plano-secuencia del club al que entran Nicolás y Ángela con todos los clientes hablando sobre el tráfico; el padre de Mariano y Antonio hace, por cierto, una breve intervención aquí.
Chris Jiménez
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4 de marzo de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia musical orquestada para la promoción de Peret con abundante lencería fina que visten señoritas guapas.
"Borriquito como tú" y otras perlas del artista flamenco catalán que hoy son pura arqueología. Se salva su interpretación de "Guitarra".
Un psiquiatra bobo, Nicolás Marlasca (López Vázquez), dedicado al psicoanálisis que busca la causa de los problemas sexuales de sus pacientes en su infancia y en la relación con las mujeres. ¿Dónde habremos oído últimamente ese mismo apellido?
Comedia de enredo y destape de escasa gracia. Juegos torpes con los nombres como Marcelo Cabañas (Ozores), un putero confundido con un tal Carabaña o Carrasca, o la "Baja de Goya" en la persona de Gracita Morales.
Abundantes referencias a medicamentos psicóticos, "Tranquilax", con calcio, vitamina B12 y meprobramato. Este último un ansiolítico de acción parecida a los barbitúricos. También sale un digestivo como la sal de frutas.
Citas a Gregorio Marañón y a su teoría de la inseguridad sexual de Don Juan Tenorio o al doctor López Ibor.
Por lo demás tópicos demasiado manidos, "Un psiquiatra no debe casarse nunca", "La enfermera del psiquiatra es como la sopa de sobres, que no tiene color".
Una mala película que no recomendamos.
Lafuente Estefanía
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