El Polaquito

Durísimo guión y film sobre la desgraciada vida de un muchacho de la calle en Argentina. Toda su existencia espeluznante transcurre entre los incontables adjetivos de "boludo" y "loco".

Juan Carlos Desanzo elabora de manera magistral una atmósfera social de cruel desesperanza y frustración de las expectativas vitales, encarnada en un cuarteto principal de personajes: Abel Ayala ("Polaquito", un preadolescente de los que callejean como perros realengos), Marina Glezer ("Pelu", la muchacha prostituta sin futuro ni valentía para dejar atrás su presente), Fernando Roa ( "Vieja", un adolescente violenteo, delincuente con labios de mujer, el amigo "mala compañia y peor ejemplo" que "El Polaquito" toma como referencia) y a Roly Serrano (actor adulto y veterano que hace el papel de "Rengo", el chulo de putas y jefe de jóvenes a los que dirige en la dilincuencia).

Película muy dramática, triste y de las que acongojan el corazón del espectador; pero realista, pues describe lo que son las vidas de personas en su esplendor juvenil, procedentes de familias desestructurizadas, sin educación ni escolarización, echados al mundo sin ninguna consideración y responsabilidad; condenados al fracaso, la degradación y la desesperanza más tremendas.

Fej Delvahe

Para estar basada en hechos reales, tener a un director tan experimentado y estar ambientada en un escenario tan duro, el guión es demasiado ingenuo. La distribución de la violencia es torpe –resulta contraproducente que adquiera tantísimo protagonismo–, y su retrato, demasiado básico cinematográficamente hablando –los explotadores sólo son "temibles" porque maltratan físicamente, pero psicológicamente apenas tienen profundidad–.
La jerga y la forma de hablar atropellada de los dos jóvenes amigos resulta creíble y necesaria, pero contrasta con la cuidada dicción de la muchacha, quien tenía ya una base interpretativa robusta.
La música es completamente horrible. Modernilla e inadecuada, atenúa la intensidad dramática, que podría haber sido mayor con un guión más adulto.
La conclusión que saco es que se trata de un producto dirigido a los adolescentes donde se les da todo ya masticado.

La apruebo por sus buenas intenciones, porque se ve que está hecha con ilusión y con ganas, y por la joven actriz Marina Glezer. Pero aun así tengo la sensación de estar siendo demasiado indulgente.

Lo real inverosímil, pesado, reiterativo, poco desarrollado, repitiendo una y otra vez las mismas situaciones teniendo un material tan rico, surgido de la propia crónica negra: esto es El polaquito, que no sigue la tradición iniciada por Pixote, de Babenco, también argentino pero radicado en Brasil. Pixote es un modelo, el comienzo de un ciclo que ha dado mucho de sí hasta la oscarizada Ciudad de Dios: el mundo de la explotación infanto-juvenil en los países más pobres (en los ricos existe de otra manera), un drama lacerante, terrorífico que aquí estremece como testimonio y aburre como película por su tendencia a la monotonía en el guión.

El director se enorgullece de ser el hombre que más cine ha visto en el planeta: tres pelis diarias, reconocer amar al cine con locura y a sus 65 años "confiesa" haber rodado más de 2000 spots publicitarios, unos 50 documentales y 9 largos. Está de acuerdo con Orson Welles cuando dijo: "Para hacer una buena película se necesita un buen guión, un buen guión, un buen guión". Pues me sorprende que no se haya dado cuenta de que es imprescindible que todo esté dosificado hacia la explosión final. Aquí hay un exceso de repeticiones mal narradas, los dos chicos hablan todo el tiempo de la misma manera hasta el hartazgo (loco, boludo, boludo, loco...) mientras que la chica lo hace de otro modo.

Un material original muy interesante mal contado e interpretado con esfuerzo por el protagonista principal y la chica, pero en general todo el conjunto es una rara mezcla de película antigua (en el peor sentido) con sinceridad que surge de la falta de censura. Pero a mí me aburrió, y me daba mucha rabia por la terrible realidad social que muestra.

"El polaquito" es una obra centrada el la vida de un chico huido de casa por las continuas palizas recibidas por su padre, en la que su única forma de ganarse la vida es la mendicidad y pequeños hurtos.

La película nos muestra la época en la que el chaval en plena adolescencia se enamora de una chica que trabaja de prostituta para el mismo hombre que se encarga de explotar lo poco que ganan a cambio de protección. El fuerte amor que siente y el hastío en el que vive provocará que desee cambiarlo todo.

Lo que podría ser el principio de una vida mejor se transforma en un pozo en el que se va hundiendo cada vez más intentando ganarse el corazón de la chica y darle una vida mejor.

Película intensa en la que se muestra el submundo de la capital argentina llena de proxenetas y corrupción en la que cuando te vienen mal dadas poco se puede hacer.

PALABRA CLAVE: Marginal.

PD: le pongo un 6, debido a que siendo bastante buena, en ningún momento llega a destacar y las historias marginales ya están muy vistas, aunque siempre me enganchan.

El Polaquito, es una producción argentina, que mantiene las claves de ese cine marginal, donde los personajes rezuman autenticidad. Me hizo recordar al cine Kinki que se hacía durante finales de los años 70 y a lo largo de la década de los 80 en España.
Aquí, como en nuestro cine de entonces, muchas de sus historias se basan en hechos reales, de esos delincuentes comunes que habitan en los bajos fondos, cabalgando sobre la ilegalidad... Perdedores habituales, cuya única salida es el robo, el atraco, y la violencia.
El Polaquito tal vez adolece de atrevimiento, sin aportar evolución a la historia; tampoco goza de una perfecta ejecución en su ritmo, lo que concluye, ralentizando el resultado.