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El primer gran asalto al tren

Aventuras Pierce es un experto ladrón de mediados de siglo XIX que convence a varios compinches para robar 25.000 libras en oro de un tren en marcha. Sin embargo, antes de poder acercarse al botín, la banda criminal tendrá que conseguir hacerse con cuatro llaves que diferentes personas tienen en su posesión. Basada en una novela del propio Crichton, que se inspira libremente en un atraco real ocurrido en 1855. (FILMAFFINITY)
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
24 de mayo de 2010
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Subyaciendo a la trama principal, la del atraco, lo más destacado de la película es la amalgama de situaciones en las que un Connery impresionantemente atractivo se recorre una ciudad, Londres, en la que se codean por las calles seres del inframundo, del lúmpem, de las clases medias y de la aristocracia.

Allí, en la gloriosa época de la Reina Victoria, de las carreras de Ascott, de los banqueros y matrimonios de conveniencia, de las ferias de jardinería y carruajes, del esplendor de la época colonial y de la caballerosidad y flema británicas, se desenmascara también la vida en las cloacas de los prostíbulos, de las prisiones, de los patíbulos, de las alcantarillas, de las ratas, de las tabernas y de las casas de apuestas.

Lo mejor: son banqueros y aristócratas quienes configuran la clientela que sostiene todo ese submundo. Valientes hipócritas. Y así, la película, desmaquilla de tanto colorete, polvo y peluca a la temible, majestuosa y orgullosa sociedad victoriana: como a la más hipócrita de todas.

Los únicos que no se comportan como hipócritas son el trío de actores protagonistas: Connery, Sutherland y especialmente Lesley Ann-Down, que llega un punto más allá que sus dos compañeros de reparto, por ser mujer (en el encorsetado sistema de costumbres incorruptas) y por su chispa, suspicacia y sentido del humor. Gran acierto en la elección del trío protagonista.

¿La trama en sí?. Fabulosa. Pero en los dos sentidos: fabulosamente encantadora como fabulosamente falsaria. Semejante proeza no es sólo imposible, sino que además frivoliza con la inteligencia de todo el resto, volviendo a echar mano del británico recurso favorito para las historias de héroes de justicia en mano: los Robin Hoods aclamados por el populacho vulgo.

¿A quién no le seduce la idea de que el oro saqueado a las colonias sea el botín objeto del robo de este nuevo Robin Hood socarrón e irresistible?

Por eso la película es simpática, ingeniosa y llena de momentos en los que inconteniblemente se desata la carcajada. Pero carece de credibilidad porque del atraco perfecto han querido poco menos que convertir ese tren en un Caballo de Troya. Demasiado...

Pero recomendable, y mucho.
Valkiria
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24 de septiembre de 2006
32 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los años setenta Michael Crichton estaba en su mejor momento (aunque en el ámbito económico estaría más forrado con "Parque Jurásico" que vendría años después). Era un reputado escritor de best-sellers que había escrito buenos guiones ("La Amenaza de Andrómeda" de Robert Wise) y que su salto a la dirección parecía consolidada con la notable "Almas de metal" y la interesante intriga médica "Coma". La gran película de presupuesto alto tenía que llegar y lo hizo con la adaptación de otra de sus novelas "El gran robo del tren". Para poner los medios y el dinero ahí estaba un hombre como John Foreman productor de “Dos hombres y un destino” y de muchas películas de John Huston, el director que rodaba sin prisa, es decir se iba a contar con un presupuesto considerable para una película que en principio prometía.

Atracos y robos ha sido siempre un subgénero cinematográfico que ha funcionado ya que la gente disfruta viendo los pormenores del plan.

Para ello se contaba con actores como Sean Connery, en un papel que siempre le fue muy bien y un algo más desaprovechado Donald Sutherland compartían cartel con la belleza irresistible de Lesley-Anne Down.

El resultado fue un importante descalabro. La historia es un híbrido entre aventura, acción y comedia que no termina de funcionar en casi ningún momento. Precisamente ese carácter de comedieta es realmente lo que le hace en ocasiones insoportable ya que toda la trama de atraco pierda verosimilitud con escenas grotescas más propias del gordo y el flaco que de una película de tal calibre y presupuesto.
El montaje de la película es también tramposo vendiendo gato por liebre continuamente.
No comprendo por qué el propio Crichton desvirtúa su novela cuando era esta mucho más serie y creíble.

De todas formas podemos disfrutar del alto presupuesto con un magnífico diseño de la Inglaterra victoriana, con su estación de tren, barrios pobres, paseos principales, edificios suntuosos, vestuarios y trajes de ensueño... y por supuesto de Geoffrey Unsworth, monstruo de la fotografía, que vuelve a dar lo mejor de sí.

El fracaso de la cinta supondría que Michael Crichton tuviera que olvidarse por un tiempo de dirigir películas y que nunca volviese a contar con un alto presupuesto para dirigirlas.

Discreto resultado de una película y una historia que daba para más. Lo que demuestra que a veces el que la escribe no es el mejor para dirigirla.

Nota: 5,7.
vircenguetorix
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10 de agosto de 2005
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inteligente y mordaz historia sobre el famoso atraco cometido en un tren, en la Inglaterra de 1855. Michael Crichton, que es también escritor de la novela en la que se basa el film, refleja fielmente las miserias de la era Victoriana, con grandes diferencias de clase, ejecuciones públicas festejadas por los asistentes, admiración y no repulsa por los robos audaces, falsedad en cuanto a la apariencia... Todo ello aderezado con un sutil toque de humor que acompaña todo el metraje. Sean Connery está magistral en su papel protagonista, un hombre de múltiples recursos que sabe obtener siempre lo que quiere, pero de un modo elegante, sin perder las formas. Lesley-Ann Down y Donald Sutherland secundan perfectamente al gran Connery, ella haciendo un uso genuino y sensual de sus encantos personales y él poniendo el contrapunto humorístico del grupo, sin necesidad de recurrir a chistes fáciles como ocurre en las películas actuales. La precisión del robo es genial y en todo momento la historia se dedica a ello, lo que hace muy ameno su visionado. En definitiva, Crichton nos ofrece un producto sencillamente genial.
Edgar
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9 de septiembre de 2007
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no tiene minuto de desperdicio, el entretenimiento está asegurado. En mi opinión ha sido una película interesante, básicamente se ha centrado en un robo en un tren en dónde a pesar que el plan resulta fructuoso no todos los "detalles" salen como esperan. Ese aspecto quizás es el que más me ha gustado ya que, a diferencia de no pocas películas actuales, carecen, es decir, en versiones fílmicas de hoy en día se nos presenta un plan de robo totalmente perfecto. Como digo, en ésta película no, hay situaciones que resultan complicadas para los polifacéticos protagonistas.

Sean Connery interpreta su papel como en cualquier otra, persona elegante, suspicaz, astuta e interesante. Donald Sutherland quizás en ésta película resulta más cómico que en otras, todo depende del papel por supuesto. Y Lesley-Ann Down no me resulta que su interpretación sea pésima, vaya, actúa e interpreta normal. Supongo que ajustándose al guión. Respecto al director, es la primera película que veo de él, y dispuestos a opinar no me parece mal director (valga la redundancia).

En fin, si ustedes leen mi crítica o la de cualquier otro respecto a ésta película, es porque tienen un potencial interés, es por ello que os la recomiendo ver.
RAYDEN
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2 de febrero de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo haberlo escrito en alguna otra crítica, pero a Michael Crichton (1942-2008) se le recuerda por sus novelas (Parque Jurásico, Congo, Esfera, La Amenaza de Andrómeda) pero rara vez por su carrera como director de cine, con películas todas ellas que con el tiempo se han convertido en pequeñas joyas de culto. Almas de Metal (1973), Coma (1978) y Runaway (1984) lo son, así como El Primer Gran Asalto al Tren (1978), una adaptación que hizo de su propio libro. Protagonizan Sean Connery, Donald Sutherland y Lesley Anne Down.

Como hace prever el título, El Primer Gran Asalto al Tren va sobre el robo al mismo, el que tratan de cometer un par de pícaros (Connery y Sutherland) acompañados de una despampanante señorita (Down). ¿El robo? De los complicados, pues no solo han de entrar en el vagón y llevarse el cargamento, antes han de conseguir las cuatro llaves que abren sus cerraduras, cada una de ellas con diferente propietario.

Las películas de robos son bastante simples y siguen un esquema siempre similar; van de idear un plan y ejecutarlo. Que guste o no depende de cómo de complicado sea la audacia y cómo de original y vistoso sea el punto culminante del film, el hurto. El Primer Gran Asalto al Tren cumple con estas expectativas, el robo parece imposible y la manera de sustraer el botín está bien trabajada. Crichton además se toma todo el tiempo del mundo para desarrollarlo pues la totalidad de metraje es dedicado a conseguir la hazaña, sin siquiera subtramas.

Esta simpleza en sus intenciones hacen de El Primer Gran Asalto al Tren una diversión sin complicaciones, eficiente porque Crichton es tan bueno plasmando historias sobre el papel como sobre celuloide; aquí aporta lo que promete el título -que no es poco- pero en su contra tampoco mucho más, alguna situación cómica que cae en saco roto y un romance entre dos de los protagonistas que poco parece importar.

A destacar, en positivo la buena pareja protagonista, el porte de un Sean Connery que se la jugó en las escenas de riesgo a bordo de un tren, y un Donald Sutherland al que siempre se agradece ver en pantalla aunque en El Primer Gran Asalto al Tren no acaba de funcionar como contrapunto cómico de un Connery más serio.

En negativo, una escena, la del ajusticiamiento y asesinato a un compinche de los protagonistas que se va de la boca con la policía. Matarle desentona con la ligereza de la producción y quita simpatía a la pareja protagonista. No hubiera pasado nada si la hubieran dejado fuera del montaje final, o encontrado otra resolución no tan violenta.
David MS
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