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Rehenes

Drama En el año 1983, cuando Georgia era una de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, un grupo de jóvenes pertenecientes a familias de la élite intelectual intenta huir de la URSS y escapar a Occidente secuestrando un avión. Basada en una historia real. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
2 de septiembre de 2017
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces el reclamo para ver una película es algo insospechado. En el caso de "Rehenes" lo que en principio me llamó la atención fue su nacionalidad, georgiana, que me sonó a algo excesivamente exótico. Y el resultado, en líneas generales, ha sido una elección interesante.

Su concepción y materialización del proyecto, me ha sonado, más que a esperar ver un cine proveniente del este, a cine occidental, quizás por el proceso de "globalización" que afecta a la mayoría de los países. Esta "estandarización" que desde hace algún tiempo se empieza a dar con mucha asiduidad en multitud de nacionalidades, también es una manera práctica de asegurarse de que su producto va a tener una salida al mercado internacional. Puede que se pierda cierta identidad o ciertos rasgos que nos diferencian unos de otros, pero, repito, es una manera no solo de llegar a festivales y acabar su carrera en un certamen, si no de acceder a las salas aunque sea con un número muy limitado de copias.

"Rehenes" se acerca más al cine casi documental que a la ficción. Basada en hechos reales, el tono elegido es frío, meramente el de exponer unas circunstancias y dejando toda la capacidad de emoción a la elección del espectador. Y es precisamente su tono lo más acertado de la película, no ya por el excelente trabajo fotográfico, si no porque está rodada en unos escenarios que el cine "extranjero", como el americano, ha intentado imitar en muchas ocasiones sin conseguirlo, sobre todo recientemente, aunque se lo haya propuesto con toda su intención, bien sea en exteriores: sus paisajes, sus cielos cubiertos, sus ventanas empañadas o su luz, como en interiores, aunque se utilicen tonos más cálidos, pero ese ambiente "desangelado" y opresivo está ahí, no es ficticio. La utilización de su banda sonora, dicho sea de paso, también es buena.

Nunca se nos endosa ninguna moralina o mensaje político, simplemente se nos van describiendo unos hechos, bien construidos y formalmente bien contados, con un correcto guión. Puede que en sus minutos finales el ritmo se pierda algo, pero ese es el inconveniente de ser fiel ante todo a unas circunstancias, ocuparse más por cerrar unos hechos dramáticos que intentar adornarlos convencionalmente, complementado con breves rótulos para la mayor comprensión de lo expuesto.

En cuanto a su reparto me ha parecido acertado, sobre todo en el apartado femenino, quizás por estar relegado a un segundo plano, no por olvido, si no la por exigencia de su historia. Sus personajes están bien descritos y entendemos sus motivaciones, así como el sentido que les habrá movido para hacer el film: la lucha por la libertad, el escapar de cualquier régimen autoritario aunque en apariencia puedan vivir con "todo lo que necesitan", algo que por desgracia se sigue dando en muchos países aunque de distinta forma.

Cine curioso, con buen propósito, nada especial aunque bien dirigido y más correcto que muchos de los títulos que inundan la cartelera, "Rehenes" no solo es una película que se puede ver, si no que en muchos casos, incluso para espectadores desinformados o que vivan alelados en su propio mundo, se debe ver, aunque su resultado no sea brillante en exceso.
Maggie Smee
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2 de septiembre de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que nunca había visto una película de Georgia, y tampoco conocía el caso de este secuestro aéreo; tampoco es mucho lo que se sabe, según he podido leer ahora.

En general, la reconstrucción dramática del caso es bastante realista, pero creo que podría mejorarse. El comienzo se hace un poco largo, el nudo de la película está muy bien logrado, pero luego el final es bastante apresurado. Lo explico mejor con el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
billythekid
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3 de septiembre de 2017
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero… ¿quiénes son los rehenes? Y… ¿cuáles los criminales? Estas dos preguntas van tomando cuerpo durante todo el metraje, planteando envenenadas encrucijadas que alimentan la polémica y cuestionan el uso que del lenguaje hacen los regímenes totalitarios. La propaganda de los déspotas no deja ningún resquicio para la ambigüedad, el raciocinio o la disidencia: la realidad tiene que ser constante, única e inequívoca, oficial, incuestionable y unánime. Incluso hacerse preguntas puede ser peligroso, ya que los tentáculos del poder lo infestan todo con su terca red de espías y sus terroríficos delatores. Cuando hay miedo a la libertad – por suponer una ofensa, menosprecio o burla a los pilares ideológicos que fundamentan los axiomas supremos e irrebatibles –, cuando se prohíbe a los ciudadanos llamar a las cosas por su nombre, cuando el disimulo y la mentira se convierten en una segunda piel, entonces hay que echarse a temblar. O no queda más remedio que emprender la huida.

El estilo deslavazado, inhóspito y gris elegido por el director para recrear un suceso real, resulta un completo acierto, ya que incrementa la sensación de estar asistiendo a un encubierto e irreverente documental de aquellos penosos años de la febril agonía del régimen comunista de la URSS, obtuso y empecinado coloso con pies de barro. Pero su trama también podría pasar por ser una fabulación desquiciada o un cuento para adultos de amarga moraleja o una mordaz alegoría sobre las penalidades de vivir bajo el estéril yugo de una dictadura, sea del signo que sea. La angustia del horror cotidiano deviene en pesadilla, la suma de los cochambrosos y mezquinos detalles que jalonan el mínimo recorrido configuran un tapiz macilento, deshilachado y monótono. Como si no pudiera haber luz tras atravesar las tinieblas. Auténtica y abrumadora claustrofobia.

Hacia el final de la cinta, varios jerarcas soviéticos pontifican y repiten sin descanso: “Pero si no les faltaba de nada, si lo tenían todo… ¿por qué lo han hecho?” Ante semejante proclamación de ceguera, terquedad, cerrilismo y prepotencia sólo cabe confirmar que no hay mejor ciego que el que no quiere ver. Sobre todo, cuando han transcurrido más de tres décadas y la ubicación de las tumbas de los desdichados interfectos sigue siendo una asfixiante y ofensiva incógnita para todos sus familiares. Como si se quisiera borrar el descrédito y la afrenta de aquel episodio a base de perpetuar la injusticia y manteniendo el despotismo. Las víctimas son siempre incómodas, en especial cuando ningún paisano alzó la voz o actuó para detener aquellas tropelías. En definitiva, una valiente y desesperante muestra de cine comprometido.
antonalva
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16 de diciembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en un caso real ocurrido el 18 de noviembre de 1983, cuando siete jóvenes intentaron huir de la Unión Soviética secuestrando un avión de Aeroflot. Entre los secuestradores estaban los pintores Gia Tabidze, Davit Mikaberidze y Soso Tsereteli, el actor Gega Kobakhidze y dos médicos.. Todos abordaron el avión en Tiflis e intentaron desviarlo a Turquía con 57 pasajeros y siete tripulantes a bordo.

Los hechos fueron muy confusos y el guión de David Turashvili fue rechazado varias veces, según el todavía existe censura en Georgia. Al final pudo dirigir la pelicula el geogiano Rezo Gigineishvili con la historia ligeramente maquillada quien la proyectó en diferentes festivales con bastante repercusión.

Una buena manera de ver como poseer un disco de los Beatles en aquella época era delito o un acto peligroso y como unos jóvenes buscan escapar de esa claustrofóbica opresión estatal para buscar la libertad. El plan de aficionados de los chicos tuvo consecuencias letales que no llegaron a aclararse hasta el colapso de la Unión Soviética en 1991. Por eso la postura del director no es muy crítica con respecto a los secuestradores.

Una película correcta e interesante ya que el cine Georgiano es poco frecuente, bien ambientada e interpretada.
Destino Arrakis.com
videorecord
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22 de abril de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stalin era georgiano. No le sirvió de mucho a Georgia que se vió anexionada a la fuerza a la URRS y asistió al desguace de territorios históricos que se repartieron entre otros países aledaños incluida la propia Rusia. Pero el tiempo pasa y los supervivientes se acomodan y algunos hasta gozan de privilegios. Los hijos de algunos de ellos disfrutan de un baño en las costas del Mar Negro, pero sólo hasta determinadas horas, no sea que se vayan nadando a Turquía. 
La llamada "generación jeans" que en los últimos coletazos del régimen soviético en los 80 se mostraban impacientes por vivir su juventud en un occidente utópico. Siete de ellos, intelectuales, entre los que se encontraban médicos, pintores, actores decidieron no esperar más y con sorprendente y aparente chapuza, el director y la historia no lo aclaran muy bien, secuestran el vuelo 6833 de Aeroflot con consecuencias trágicas.

 En el 2001 David Doiashvilli escribió una obra teatral sobre el incidente que ha tenido cierto éxito. El libreto de la obra tuvo problemas para ser aceptado por la autoridades. Quizás para curarse en salud el de la película hace todo lo posible para que no empaticemos con esos jóvenes hijos de miembros de la nomenklatura del partido y se acerca más a los márgenes del documental mostrando unos hechos caóticos, poco esclarecedores de lo que allí ocurrió (el asalto militar se escamotea), presentando a jóvenes intelectuales poco más que descerebrados inconscientes incapaces de planificar y asumir con dos dedos de frente lo que estaban haciendo. La firme oposición de la tripulación y la tensión que portaban los protagonistas parece que fue lo que al final dio al traste con el plan. En el camino murieron inocentes en un fuego cruzado sin esclarecer.

Se atreve sin embargo, aunque sea tímidamente, a reflejar cómo órdenes superiores impidieron que los padres pudieran mediar en la solución del conflicto. Órdenes que al parecer venían de Eduard Shevardnadze a la sazón líder del Partido Comunista de Georgia, que llegó a ser Ministro de Exteriores de Gorbachov y Presidente de la propia Georgia desde el 95 al 2002 en que fue depuesto, ya desaparecida la URSS. Shevardnadze que implicó al ejército, tachó a los secuestradores de bandidos y drogadictos y presionó para que fueran condenados a muerte podría haber utilizado el conflicto para posicionarse políticamente.
Solo la joven Tinatin Petriashvili salvó su vida después de 14 años en prisión. Es fácil a toro pasado decir que si hubieran tenido paciencia tan solo ocho después habrían asistido a la independencia de su país, a la caída del muro y de la URRS. Por contra también se encontraría con la subsiguiente guerra civil, limpiezas étnicas y desmembración de su territorio. No hay vuelos que nos ayuden a escapar de nosotros mismos.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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