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Por la senda más dura

Western Un aventurero debe transportar una importante suma de dinero a la viuda de su jefe, un poderoso ganadero, para que cumpla su última voluntad: fundar un pueblo en el Oeste. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
24 de julio de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película fue rodada cuando el spaghetti western agonizaba penosamente, víctima de Trinidades, Aleluyas y Sartanas varios. La dirige el incombustible Antonio Margheriti, aka Anthony M. Dawson, un tipo que plantó sus raíces en la SF y el terror, para luego ir pasando de género en género, cual falsa moneda, dando tumbos y más tumbos, pero sin perder nunca la caradura que le caracterizó. Y pese a todo ello, Por la senda más dura es una rara avis dentro del género. Eso no significa que sea buena, ni mucho menos, pero rara, un rato.
Veamos: se trata de una coproducción hispano-italo-estadounidense, con abundante presencia de estos últimos, no sólo en el capítulo interpretativo, sino en el técnico. Está rodada en las islas Canarias, como se repite más de una vez en los títulos de crédito. Y dan el pego, vaya si dan el pego. Salen unos cactus de lo más aparentes, y hay polvo, arena y caspa por arrobas. El protagonismo no recae, como cabía esperar, en el cazador de recompensas interpretado con hastío por Lee Van Cleef, quien luce unas greñas grises que dan pavor, y no se quita el sombrero en toda la película, como si lo llevara atornillado al cráneo. Los héroes de la función son... dos negros y un indio, que llevan de cabeza a los blancos codiciosos, puesto que arrastran una cantidad de 86.000$. El guión es errático, evoluciona de mal en peor, y el final es tontorrón y convencional.
Pasemos al reparto. Aparte del mencionado Van Cleef, tenemos a Jim Brown, ex jugador de fútbol americano que gozó de una dilatada carrera cinematográfica. Luce aquí un paquete impresionante, no sabes si porque los pantalones le iban estrechos o por la enormidad de los atributos. Le da la réplica otro morenito de la serie B, Fred Williamson, sin duda lo mejor de la cinta, en su papel hierático, burlón y casi autoparódico. El tercero en discordia es Jim Kelly (el indio), que fue karateka entre otras cosas y lo demuestra soltando algunos patadones y triscando por los montes como si fuera de goma. Es mudo, y casi mejor así. La presencia femenina se limita a la elegante y sofisticada Catherine Spaak, que sale indemne de un intento de violación colectiva, para fenecer al poco víctima de la codicia. Uno se pregunta qué hacía una dama tan glamurosa en esta muestra de cine macho y recio. Supongo que pagarse las vacaciones en Ischia o Saint-Tropez.
Pero ahí no acaban las sorpresas. Aparecen tres viejas glorias de Hollywood en papeles episódicos: Harry Carey Jr., el siempre inquietante Barry Sullivan, y el entrañable Dana Andrews, que aparece dos minutos y muere con su dignidad habitual.
Y en el terreno técnico, nada más y nada menos que el gran Jerry Goldsmith a cargo de la banda sonora. De colección, seguro, porque es mala de cojones. Alegre, dinámica, traviesa, pero mala a fin de cuentas.
Con todo ello, diversión garantizada. Recomiendo a los fans del spaghetti que se hagan con una copia, y también a los amantes del western en general provistos de sentido del humor. No se arrepentirán.
Eduardo
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30 de octubre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cineasta italiano Antonio Margheriti dirige, con el seudónimo de Anthony M. Dawson, una coproducción hispano-ítalo-estadounidense rodada en las Islas Canarias, con un reparto internacional, cuando el cine del Oeste europeo se encontraba ya en una profunda crisis. Hay un fondo de reivindicación racial muy evidente, pues tres actores negros, Jim Brown, Fred Williamson y Jim Kelly (¡que hace de indio!) copan los principales papeles, estableciendo una curiosa mezcla, más del cine norteamericano que del europeo, de "blaxploitation", "buddy movie" y artes marciales. Lee Van Cleef, envejecido prematuramente a causa del alcohol, vuelve a sus papeles de malo, aunque es un malo con matices.

En suma, es un film muy entretenido, bien dirigido y bien interpretado, en el que destacaré además el diseño de los títulos de crédito iniciales, y la estupenda banda sonora de Jerry Goldsmith.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pedro Triguero_Lizana
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7 de febrero de 2011
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este spaghetti no tiene nada de nada, es increíble ver como un film de tan solo 80 minutos se puede hacer tan largo.
Los protagonistas son dos negros con diferentes intenciones sobre una misma empresa, la de transportar 80.000 dólares a través de un duro territorio perseguidos por un cazador de recompensas (Lee Van Cleef) y otros aprovechados y buscavidas que se unen a él con la esperanza de hacerse con el botín.
La persecución es bastante cutre, los perseguidores no reducen ventaja ni cuando van a caballo y los perseguidos a pie.
Se echa de menos un mayor protagonismo de Lee, que no es en absoluto el protagonista y tiene un papel muy discreto.
El film solo tiene escasos momentos de entretenimiento a los que no hay que buscar lógica pues poca tienen.
El final es posiblemente lo mas cutre de una película que va claramente de MÁS A MENOS.
Barto 1488
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31 de agosto de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cúal era la intención de Margheritti al hacer este western? ¿Querría hacer un blaxploitation conscientemente o fue idea de los productores aprovechar el empuje que tenia en América este género en los 70 así como el tirón comercial que los protagonistas tenían en el género "negro"? ¿Qué pinta en esta función Lee Van Cleef exactamente? ¿Puede haber un final mas mierdoso? Me surgen unas cuantas dudas que no tengo intención de aclarar después de haber visto este spaghetti tardío y sobre todo bastante fallido de Antonio Margheritti. Digo que es una obra fallida porque tiene algunos elementos interesantes: un buen arranque con Van Cleef (curioso empezar con un personaje secundario) dirigido un poco chuscamente pero tiene su aquel; varias escenas de acción con ritmo y rodadas con buen pulso; una pareja protagonista con química y ciertas líneas de diálogo ingeniosas ("All I see is a fast talking nigger...in a fancy shirt", en español: "Veo a un negro con una increíble camisa diciendo tonterías", mejor en inglés, por supuesto); el uso de unos escenarios exóticos, distintos a los habituales (imagino que por temas de producción) y en definitiva, una intención por parte de Margheritti de hacer algo distinto a la media de spaghettis como habitualmente venía haciendo con mayor ("Y Dios dijo a Cain", "Joko invoca a Dios y muere") o menor ("El karate, el colt y el impostor") fortuna, esto quizás sea lo más destacable de la película.

El problema es que la película no se puede sustentar sólo en estos puntos de interés que se ven eclipsados por algunos errores de bulto que enumero a continuación (al menos en la versión que he visto, desconozco ahora mismo si hay una version UNCUT pero tampoco tengo interés en averiguarlo):
- No se sabe cómo pero todo el mundo sabe que hay un negro con EXACTAMENTE 86.000 dólares en su poder y todos saben hacia dónde se dirige.
- Aparecen y desaparecen personajes secundarios sin ton ni son, ávidos de dinero como si esto fuera la fiebre del oro y que no hacen nada mas que alargar la trama innecesariamente.
- Lee Van Cleef está metidísimo con calzador (supongo que está ahí para favorecer la taquilla europea) y sobre todo, está MUY desaprovechado, tan solo aporta el empaque propio de su presencia. Es un personaje absolutamente plano que se limita a ir como un perro rabioso detrás de uno de los protagonistas sin que se profundice en la motivación de sus actos y sin que se establezca ningún tipo de relación entre ellos dos...y no hay enfrentamiento real con el protagonista como cabría esperar dada esa persecución encarnizada a la que nos dirige la trama, sino que su personaje tiene un destino absurdo en manos de otro que practicamente "pasaba por allí".
- Para rematar este desaguisado: no recuerdo una explosión tan mal dirigida y peor montada, sin un plano general en condiciones (aunque la explosión se produce, no podemos excusar problemas de pasta), con unos insertos de fuego innecesarios y unos muñecos que cantan muchísimo al caer al agua (¿de dónde sale esa cascada?)...aunque tengo que reconocer que esto último le da un cierto encanto 'camp' y casposo que si hubiese sido la constante en la película otro gallo cantaría.

Es sorprendente ver cómo una película que tenía buenos mimbres puede llegar a ser tan torpe. Al final, nuestros protagonistas se van río abajo a "tomar el camino más dificil" dicho en boca de uno de los protagonistas, mientras el ávido cazador les observa en la lejanía y les deja marchar. Nosotros no sabemos cuál es ese camino, nunca han hablado de él previamente, pero a estas alturas ya nos da igual, sólo queremos que se vayan de una vez para no volver.

Conclusion: para echarte unas risas a costa de ella, ni tan mal.
Canchado
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20 de julio de 2020
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso, ¿senda dura o senda peluda?, al menos a juzgar por las greñas que lucen todos los que salen en la cinta. Siguiendo la moda de mediados de los 70 allí encontramos todo tipo de melenas, barbas, patillas o bigotes. Hasta al mismo Peter, un Lee Van Cleef en horas muy bajas, le asoma por debajo del sombrero un pelaje de espanto.
La película no hay por donde cogerla. Un capataz negro, Pike (Brown) promete a su jefe llevar 86.000 dólares para fundar en Sonora un pueblo junto al rancho Morgan. Al jefe le da lo que parece un infarto de miocardio y la palma allí mismo (con lo raros que son en el western). Como si lo hubieran pregonado, detrás sale una manada de mangantes a por el dinero bajo la dirección de Peter que, de momento, deja la faena de cazarrecompensas. Ya se lo habían advertido: "No se mata un hombre por 200 $". Bueno, también sale otro negro que es jugador de ventaja con su traje y su camisa de puntillas, "Veo a un negro con una increíble camisa diciendo tonterías", un indio que parece chino, es mudo, tiene aire de bobo y sabe kung-fu, además de una antigua señorita de burdel que acaba de estrenarse de viuda y que también busca el dinero. Lances y lances a cual más chusco para llegar a un final que parece el viaje al fondo de la Tierra.
Lo peor de todo es que enseguida te das cuenta que está rodada en Canarias, unas cuantas postales alejan cualquier duda, además del terreno volcánico, los dracos y la arena negra. Vamos, que parece un western con mojo picón. Y claro, con el lógico síntoma de insularidad que tienes interiorizado, te dices, ¿cómo van a cruzar estos el río Grande y pasar a Méjico si están en Canarias? ¿Adónde van?
Lafuente Estefanía
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