Viscosidad

Se conoce que al guionista y director William Sachs le debieron de regalar por esas fechas el famoso "blandiblú", y como hacíamos los niños que llevábamos al colegio los regalos de Reyes, el tal Sachs prefirió lucirlos en la gran pantalla que llaman más la atención.

El fin de la censura y la mejora en el maquillaje y los efectos, supusieron el declive del cine de terror de serie B en los años setenta, que hasta entonces había cuidado mucho sus argumentos satisfaciendo a un publico variopinto y numeroso. A partir de estos momentos ese grupo se reduciría enormemente y los que quedaron se convirtieron en seguidores de un cine en la mayor parte de ocasiones muy casposo, gore, hortera y sin más valor que el mostrar cuanto más mejor.

“Viscosidad” no es el peor título que recuerdo, pero representa como pocos estas breves ideas que aquí apunto.

Supuesto film de terror y ciencia-ficción, que en realidad no es más que una excusa para poner en marcha todo un muestrario de efectos de maquillaje asquerosos, y con el único fin de dar asco, ya que mas que miedo, produce repulsión.
Una nave terrestre de viaje por los anillos de Saturno, sufre una extraña radiación solar que mata a dos tripulantes y deja malherido al tercero. La nave regresa y el tripulante herido se va convirtiendo poco a poco, en una especie de ser gelatinoso y asesino cargado de rabia contra los que le han enviado allí y contra el mundo en general. Guión de pacotilla, puesta en escena regular, banda sonora horrible….y actorcetes de tres al cuarto….su director William Sachs, firmo joyas como Galaxina (1980) o escribió el guión de “obras maestras” como Exterminador 2 (Mark Buntzman,1984), con esto esta todo dicho del personaje y de la película.
Totalmente prescindible, o para aquellos con insomnio que traten de dormirse. Da más miedo el telediario…aunque en su estreno en España, gozo de cierto éxito.

Ciertos directores con poco presupuesto pueden hacer cosas decentes y lograr disimular la falta del mismo, no es el caso de William Sachs, el tipo hace un bodrio barato, donde para atrapar a un astronauta que se ha convertido en un hombre despellejado, pero con mucha fuerza, que encima es radioactivo, no designan a nadie para su búsqueda más que a un doctor y un militar que va por su propio gusto para ver si puede ayudar, realmente es patético que no tuvieran siquiera el presupuesto para pagarle a una decena de extras que hiciera de agentes especiales.
No solo es mala, sino que es aburrida, y estúpida, sumado a que los actores, sobre todo el tal doctor que busca al ex astronauta, es de los peores actores que he visto en mi vida, inexpresivo como ninguno, no se entiende por qué carajo lo contrataron, ya que ni siquiera es atractivo, como para justificar por el lado estético su protagonico.

Hasta el momento de escribir esta crítica sólo había visto otra película dirigida por Williams Sachs, "Galaxina" (1980), que aunque asumidamente cutre y chapucera, al moverse en el terreno de la parodia de ciencia-ficción, tenía cierta gracia. Pero esta otra cinta no es sólo que sea solo floja y limitadita sino tan anodina como previsible, le falta un guión con un mínimo de entidad y matices para que enganche e interese, las interpretaciones son muy pobres y la puesta en escena es tan plana como insípida por mucho que quiera ser enfática.

Y, sobre todo, le falta también el sentido de humor tanto de aquella como de esas otras pelis de ciencia ficción o fantasía de serie B que involuntaria o inconscientemente nos hacen reír. Carece de ese pellizco y encanto, por mucho que los efectos especiales sean aceptables o que no le falte cierta truculencia.

Porque en muchos momentos de la cinta, insisto, y tengo que repetir lo del énfasis, aunque se subraye lo que se nos cuenta y se potencie el morbo dosificando los sustos y la angustia, es como si se hiciera con balas de fogueo. No hay un relato poderoso detrás que respalde esos trucos del director, aunque se ejecuten los trucos correctamente.

Y eso cuando se hace bien, porque hay algún recurso utilizado en esas secuencias de modo muy notorio que chirría totalmente, como sucede con la inadecuadísima música de la banda sonora.

Y si bien es verdad que en el último tramo la peli remonta un poco, eso no la redime de sus pecados. Empezando por la cara de pasmado que tiene en todo momento el que se supone protagonista (Burr DeBenning), y lo anoréxico de las interpretaciones de todos y de la propia narración y de los diálogos, sin matices y con serios problemas de ritmo.

Ocurre además que, a diferencia de las buenas películas con hombre-monstruo, en que se suele tratar de que el espectador empatice con él y sienta compasión por su desdicha, el tipo viscosete y que se va derritiendo que aquí se supone debía hacerlo no conecta en ningún momento con quienes estamos de este lado de la pantalla. Y es que la peli no hace ningún esfuerzo por ello. Y mira que había posibilidades.