Un giorno perfetto (A Perfect Day)

Después de ver una peli de Ozpetek me quedo siempre fría, con sensación de dejà vu, por no hablar de su almodovariana El hada ignorante o la sensiblería de La ventana de enfrente. En ambas películas, al igual que en Un giorno perfetto, barniza las historias con cotidianidad creyendo, me temo, que les transfiere realidad y lo que transfiere es superficialidad.

En Un día perfecto se hace una adaptación libre (muy libre) del best seller de Melania Mazzucco en el que no se conserva ni el espíritu del libro, que aunque no he leído, me guío por las entrevistas hechas a la escritora.

La película tiene unos cambios de ritmo que acaban por destrozarla, se centra casi exclusivamente en la historia de Antonio y Emma, el resto de personajes son mostrados como meros accesorios para llenar metraje, nada importan en la película (no así en el libro) y me pregunto que por qué mantener unos personajes cuando se cambian otros. Ese aproximarse al libro de un modo formal en lo aleatorio me indica que no se sabía qué y cómo contarlo.

Contrariamente al libro, no habla de la caduta de la sociedad italiana, se centra en la historia de Antonio y Emma, personajes de los que tenemos noticias, desgraciadamente, casi a diario en los noticiarios. Efectivamente, hablamos de violencia en la pareja con resultados presumiblemente trágicos las más de las veces. Y ese es el centro y motor de la historia que nos cuenta Ozpetek. El resto de personajes quedan poco claros. Ni siquiera se transmite la caduta de la familia como soporte de la sociedad. Simplemente cuenta dos historias y las cuenta mal, porque hay un guión escasísimo que no radiografía a los personajes, ni tan siquiera los define, simplemente hace trazos y sobre esos trazos burdos construye una película con más pena que gloria.

Ozpetek ha declarado en el Festival de Venecia cosas como (ver en spoiler aunque no es spoiler).

Ozpetek no sólo no se ha aproximado al libro sino que no ha sabido contar ni siquiera lo que aduce en sus declaraciones. De nuevo la superficialidad invade su cine que, aunque intente revestirlo de realtà, sus resultados son muy mediocres.

Para ese viaje no hacían falta albardas.