El dedo en la llaga

Para los jóvenes.
Para los desesperados.
Para los que ya no tienen ilusión.
Para los que están al pedo.
Para los que jamás pudieron ver una obra de teatro.
Para los que ya no tienen ganas de reir.
Para los que luchan por cambiar la realidad.
Para los que no se dejan cambiar.
ESTA ES VUESTRA PELÍCULA.
Y el último, que apague la luz.
Hasta la Victoria siempre

El excelente trabajo de Juanjo Puigcorbé y Karra Elejalde en esta cinta es motivo más que suficiente para disfrutar con "El dedo en la llaga", un pantallazo de la Argentina de provincias en tono de comedia, con toques emotivos y reivindicativos.
De no ser por algún bache producido por cierta búsqueda de una comicidad no muy a tono con el resto del filme, el resultado hubiese sido bastante mejor.
Los dos actores españoles construyen dos personajes entrañables, junto a los cuales se viven los mejores momentos de esta recomendable película.

¡Oh, lo siento, pero esta película tiene poquísimo encanto! Su tema central es cansino, manido y poco animado.

El guión va sobre dos "gallegos", actores de teatro, que han emigrado a Argentina y andan por los pueblos ofreciéndose a pequeños empresarios o ayuntamientos para representar sus obras de teatro. Se les ve a leguas que no han triunfado y que pasan muchas necesidades. Entonces llegan a un pueblo donde uno de los dos se saltará el guión y hará una crítica feroz acerca de la construcción de un hotel en el lugar, lo cual desencadenará un escándalo y a continuación una serie de apoyos por parte de los jóvenes y de persecusión por parte de los políticos.

En resumidas cuentas, una película muy floja, a pesar de que el tema que trata parezca fuerte.

Por favor, Alberto Lecchi, mírame a los ojos y dime: ¿No podrías esforzar un poco más la mente y hacer una buena película como aquella de tu colega director David Mamet, titulada "Oleanna" (USA 1994), en lugar de emplear tiempo, dinero, trabajo en una obra tan pésima y superflua como esta que de bueno sólo tiene el título de "El dedo en la llaga"?

A través de dos actores españoles, se lleva a cabo una especie de revolucion en un pequeño pueblo de Argentina. El tema es manido, pero además está llevado a cabo de una manera tan poco sutil que a veces da verguenza ajena, parece dirigido a niños de primaria. Ni siquiera la salvan las actuaciones.

La bajada de línea es tan obvia, que termina siendo obscena, la salva de ser todavía peor lo involuntariamente burda y tonta que resulta, es demasiado cursi, manida y discursiva como para tomársela en serio.
Y más allá de su perorata ideológica constante, las situaciones están muy mal planteadas y peor resueltas, la mezcla de géneros, en una especie de comedia dramática grotesca y de denuncia social, es pésima, las escenas de la cena de gala, es el mejor (peor) ejemplo, de lo que un grotesco no debería ser.
Los personajes son esquemáticos y solemnes, el peor de todos es el de Dario Grandinetti, que sumado a lo soberbio y perdona vidas de su rol, se suma su propia interpretación y personalidad no muy alejada de la del personaje, con todas sus "reflexiones" de filosofo de café progre, que cree tener la solución a todos los problemas, claro que no dice que todas las recetas que aporta fracasaron en el mundo entero, ese detalle los progres siempre lo olvidan.
Como en toda oda progre, los villanos son empresarios y políticos, que se van volviendo cada vez más caricaturesco al avanzar la película hasta convertirlos casi que en asesinos, de hecho el nombre de los partidos es una más que evidente y grosera parodia de los 2 principales partidos nacionales argentinos.