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Matar a un hombre

Western Después de resultar gravemente herido durante el atraco a un banco, Rem Anderson es abandonado a su suerte por sus dos cómplices y su novia. Tras cumplir un año de prisión, Rem sale de la cárcel con la única idea de pedir cuentas a sus viejos compañeros, a los que no tarda en encontrar en un pequeño pueblo del desierto. El juego del gato y el ratón no ha hecho más que empezar. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
17 de diciembre de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenido e interesante western de genuina serie B, correctamente realizado por Andrew V. McLaglen, hijo del inolvidable Víctor y que años después dirigió varias películas con el gran John Wayne (antiguo amigo de su padre) de protagonista.
Es modesta en cuanto a presupuesto pero dosifica bien la acción y el guión del gran Burt Kennedy, años después también realizador con desigual fortuna, saca partido de un argumento no demasiado original pero sí bien planteado, con un excelente prólogo y un buen final que cierra bien la historia.
En medio el ritmo se ralentiza y casi parece más un thriller de intriga y suspense que un western, pero tiene todas las constantes de éste.
Gratísima presencia de una joven y bellísima Angie Dickinson, que poco después entraría en el universo del far west con su precioso papel en la inmortal "Río Bravo".
Excelente fotografía en blanco y negro a cargo del maestro William H. Clothier y agradable presencia de uno de los característicos que más me han gustado desde siempre: Robert J. Wilke, aquí con más diálogos de lo acostumbrado.
Gusta y deja buen sabor de boca.

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Constancio
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17 de noviembre de 2019
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Matar a un hombre es la primera película de Andrew McLaglen y, por ende, su primer western, género al que volvería una y otra vez, con mayor o menor fortuna, quizá animado por aquella desdichada profecía de que, algún día, sería el sucesor de John Ford, su mentor y gran amigo de su padre, Victor. Evidentemente, el tuerto genial era un ejemplar único e irrepetible. La película que nos ocupa es decente, realizada con probidad, pero nada del otro mundo. De hecho, mientras la veía me recordaba aquellas series que alegraron nuestra infancia y adolescencia, la trilogía Sugarfoot, Bronco y Cheyenne. McLaglen emplea bien la cámara del gran William H. Clothier, en un B&N irreprochable, y crea momentos de tensión en las escenas del saloon, cuando los villanos están esperando el resultado de sus nefastos planes. Los intérpretes son habituales del género, vistos en decenas de cintas y/o telefilmes. El prota, James Arness, padece parálisis facial y apenas es capaz de dibujar una o dos muecas. Este hombre fue durante dos décadas el héroe de La ley del revólver, una de las series más longevas de la historia de la tele. Con sus casi dos metros, da el pego. Lo mejor de la función, sin embargo, es Angie Dickinson, en una de sus primeras apariciones en pantalla. Sólo diré que está para comérsela, un ángel de grandes tetas bajado a la tierra. Por lo demás, Matar a un hombre es un honrado y entretenido divertimento.
Eduardo
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24 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha sorprendido. Porque es un director que no me acaba de agradar. Es un abaratado de actores. Ha dirigido a los mejores, y no ha sido capaz de construir una carrera brillante, que además termina mal, haciendo segundas partes del Puente sobre el rio Kwai y de de la Cuadrilla de los Once...
Al parecer su padre era muy amigo de Ford, actor resultón que aparece mucho en su filmografía, y confidente en un Hollywood canalla y que estaba fuera de los intereses de Ford. Consiguió que Ford le incluyese como segundo director, o como ayudante de dirección de El Hombre Tranquilo, y hay comienza su carrera, llena, como digo de altibajos, excelentes actores pero historias poco edificantes, poco trascendentes. Una película suya que sí me gusto fue El Valle de la Violencia, y poco más... Camino de Oregón que tenía una pinta espléndida naufraga un poco, y las demás no salen de la medianía.
Aun así tiene pinta, solo pinta, de haber sido un hombre querido por el sistema, de haber sido uno de los suyos.
He medio en algún sitio que al final de su vida impartió clase de escenografía y teatro en la escuela del pueblo pequeño al que se retiró a vivir...
ÁAD
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