The One I Love

Debo decir que antes de ver la película sólo había leído la sinopsis de FA, la cual recordaba vagamente. Bien. Muy bien.

“The One I Love” dura lo justo y necesario: una hora y veinte minutos aproximadamente, no llega a la hora y media. Dramita romántico ligero que me voy a clavar, a la antigua usanza y con sus pinceladas independientes, pensaba.
Mis pretensiones iniciales se iban a la lona a los veinticinco minutos en el ring tras un derechazo de mi oponente en la cabeza que obligaba al “referí” (esta palabra está en el Diccionario de la Real Academia) a señalar el final del combate.

¿De qué va esta película? Pensé. Aquí es cuando me vino el irremediable recuerdo de “Coherence”, grandiosa película, sorpresón del año pasado. Me vi envuelto, sin comerlo sin beberlo, en un maravilloso puzle al que a cada rato se le iban añadiendo piezas.

“The One I Love” es sci-fi del bueno, permitiéndose una sola licencia más fantasiosa, tal vez, del tono que había elegido. No quiero mencionar nada pero quiero mencionar muchas cosas a la vez, porque la película es para verla varias veces, pero no porque quede algún cabo suelto al final de la misma (quedo todo maravillosamente claro), si no porque es un disfrute de principio a fin.

No leas nada de ella, no te crees grandes pretensiones, porque a lo mejor sólo soy yo, pero esto es un puto peliculón.

Una interesante propuesta tanto en el ámbito del cine como en la filosofía de las relaciones. En el primer ámbito se puede destacar que es un filme muy original de argumento claro y entretenido que cuenta dignos representantes en la parte actoral. Algo de comedia aromatizada por ese suspenso que crea el no comprender las cosas del todo. En el segundo ámbito, encontramos que es un pequeño estudio a las relaciones personales:

Ethan y Sophie son un matrimonio en crisis que deciden aceptar el consejo de su terapeuta y pasar unos días solos de en una casa aislada que les recomienda y donde otras parejas han vuelto felices y reconciliadas. Todo parece perfecto al llegar y tras pasar allí la primera noche, pero no tardarán en descubrir que algo raro sucede, algo surreal que llevará su relación a un nivel totalmente desconocido.

No quiero explicaros nada más sobre la trama, creo que es mejor saber cuanto menos mejor, a pesar de que uno no tarda en descubrir la jugada e incluso anticiparla sin muchos problemas, pero ese no es el caso. The One I Love esconde bajo su imagen de tragicomedia romántica mucho más de lo que parece, como si de un viaje a la dimensión desconocida se tratase, incluye un elemento fantástico como mecanismo para que la pareja evolucione y tenga oportunidad de descubrir realmente lo que desea y espera uno del otro.

Ambos de buen principio deciden aceptar el juego y participar a ver donde les lleva, pero veremos como cada uno se lo toma a su manera, el hombre receloso y posesivo, desconfiado de su esposa, intentando desentrañar el misterio y ella mucho más permisiva y liberal, sin ni siquiera preocuparse en buscar una explicación a lo que suceda, más dispuesta a disfrutar de ello y de dejarse llevar.

Hasta que llega un punto en que se les va de las manos, los engaños y las tretas de cada uno empiezan a volverse demasiado serias como para ser evitadas, y cuando uno piensa que la película no puede dar un paso más y sorprenderte, sucede un inesperado giro que le da un nuevo aire y una nueva perspectiva a todo, volviéndose mucho más interesante si cabe.

Mark Duplas se está convirtiendo ya en un clásico de los films indies, junto a su compañera de reparto Elisabeth Moss, realizan una actuación más que solvente en sus respectivos papeles y forman una pareja real y cercana con sus problemas y sus miedos.Ted Danson participa de manera anecdótica como terapeuta de la pareja.

The One I Love es un drama romántico, evidentemente, pero salpicado por lo surreal y la fantasia que hace como si todo hubiese sido traspasado por la mente insana de Charlie Kaufman, lo que llevará a los protagonistas a conocer la mejor versión de si mismos, o al menos la que ellos creen es más perfecta para cada uno, pero ¿será eso suficiente para salvar su relación, o definitivamente acabará con ella?

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Son numerosos los títulos pertenecientes al género de la ciencia ficción que, debido a su poca distribución, escaso presupuesto y su carácter de independiente, no alcanzan un visionado y reconocimiento masivo como el que se podrían merecer debido a su factura técnica y narrativa. Hoy hablo de “The One I Love”, película de drama/comedia romántica, pero donde la ciencia y la fantasía se hacen presentes.

Una pareja de casados pasa por una crisis matrimonial y deciden solicitar ayuda a un terapeuta. Este les recomienda un fin de semana en una casa de retiro que le pertenece, donde asegura que numerosos pacientes suyos han terminado resolviendo sus problemas. Una vez allí, Sophie (Elisabeth Moss) y Mark (Mark Duplass) se encuentran con una situación inesperada y fuera de de los límites de la realidad. Incrédulos, deciden descubrir qué es lo que se esconde detrás de este extraño suceso, sin saber que, a partir de ahí, encontrarían mucho de lo que les faltaba en la relación, explorando nuevas emociones y redescubriendo el amor, sin saber hasta dónde éste podría llegar.

Dirigida por Charlie McDoweell (“Bye Bye Benjamin”), “The One I Love” nos trae como referencia necesaria a esa obra maestra llamada “Coherence” (2013) de James Ward Byrkit en términos de formato, donde no se echa mano a una realidad futurista ni a situaciones sobrenaturales para ceñirse al género, sino que a personajes reales en condiciones cotidianas que se ven enfrentados a una realidad que supera los límites.

Sin embargo, la diferencia que marca “The One I Love” con otras películas del mismo tono, es que en este caso, el drama personal no es la excusa para contar una interesante historia de ciencia ficción, sino todo lo contrario: es la fantasía del argumento y su metafísica lo que da material y razones para justificar el deterioro de una pareja de estos tiempos, donde la rutina, el tedio y la desconfianza acaban por malgastar una relación, siendo esto el punto central de la historia y no otro.

Una vez conseguido este objetivo por parte del director, no se podría obtener un buen resultado si no fuera también por un guion conciso (a cargo de Justin Lader), de corta pero certera duración, capaz de empezar como un filme convencional y con completa naturalidad, dar un giro central y terminar por girar las veces que sea necesario, desconcertándonos, invirtiendo a sus personajes y resolviendo de manera magistral una cinta que ameritaba un desenlace a la altura.

El escaso número de escenarios en donde se desarrolla la película, que resulta un acierto para centrar la atención en el fondo y no en la forma, se suma a las grandes interpretaciones de sus dos protagonistas. Tanto Mark Duplass, a quien parece sentarle bien este tipo de producciones tras su trabajo en “Safety Not Guaranteed” (2011); como Elisabeth Moss, conocida por su papel como Peggy Olson en la serie “Mad Men” y por el que recibió un Emmy el año 2009; se lucen interpretando sus papeles con una gran gama de matices, caracterizando de forma disímil ambos roles, haciendo absolutamente creíbles todas las situaciones y empapando la pantalla con una química entre ambos pocas veces vista. La espontaneidad y frescura brota por los poros de estos dos actores que, junto a Ted Danson (“Cheers”), el terapeuta, son los únicos tres en pantalla a lo largo de todo el filme.

“The One I Love” es una tremenda película sobre la puesta a prueba de una relación que se cae a pedazos, capaz de llevarnos del humor al drama y luego al misterio, e incluso luego al terreno de lo fantástico, en una atmósfera que crece en misterio e intensidad sin perder su forma, sin desmoronarse en el camino y, lo que es más importante, sin dejar cabos sueltos a pesar del intrincado puzzle que revela, en una época donde la originalidad escasea y las buenas ideas se extrañan.

Realizada con un escaso presupuesto y muy poca bulla, tenemos a una nueva joya de la ciencia ficción independiente que, para quien escribe, se suma a “The Signal”, “I Origins” y a “In Your Eyes” como lo mejor que nos dejó el género el pasado 2014.


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En estos raros tiempos en los que los músicos superan en cantidad a los melómanos y la originalidad en el arte ya no está tan en boga, algunos afirman que la idea de propiedad de la obra por parte del artista debería ser revisada. Conmigo de momento no cuentan, pero ese es otro tema.

Werner Herzog se mofa en "Encounters at the End of the World" de la carrera de los Scott, Shackleton y Amundsen por poner el primer pie en el Polo Sur. ¿Para qué? si hoy en día se puede consultar en Google maps. Así que en este contexto:

¿Qué pensar cuándo te encuentras con una réplica del intrincado guión de "Coherence", pero con sus ramificaciones podadas sin por ello perder el pulso o la coherencia?

La conclusión: en el spoiler.