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Lo viejo y lo nuevo (La línea general)

Drama A principios del siglo XX, una serie de adelantos técnicos transforma la vida de una comunidad campesina: el establecimiento de una granja-factoría para la cría de vacas y la llegada de un tractor favorecen el abandono de ciertas tradiciones seculares y la aparición de un nuevo tipo de sociedad. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
26 de octubre de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine de Sergei Eisenstein, la mujer había tenido un lugar significativo, pero, evidentemente secundario. ¿La razón? Ese había sido su lugar en la historia. En “La Huelga”, la mujer está en medio de la lucha obrera, padeciendo las carencias sociales y sufriendo el maltrato de patronos y autoridades, pero, sin que tenga relieve alguno. En “El Acorazado Potemkin”, la más sobresaliente es la madre que, reclamando ayuda para su hijo baleado por los cosacos, decide encararlos tratando de que tengan una piedad que no encontrará. En “Octubre”, adicional a su rol de madre y aliada de los bolcheviques, también la veremos en el triste papel de soldado en el ejército de la muerte que protegería el Palacio de Invierno. Pero, cuando llega la idea de hacer, “LO VIEJO Y LO NUEVO” -un semidocumental de propaganda para ilustrar los avances que había tenido la vida en el campo ruso tras la Revolución Bolchevique-, a Eisenstein se le ocurrió que, era hora de que la mujer ocupase el justo lugar que ahora se merecía y que nunca tuvo en tiempos del zarismo, y para el caso, elige a Marfa Lapkina, una campesina iletrada que demostrará un gran compromiso cooperativista y de emprendimiento social. De paso, las restantes mujeres lucirán teniendo iniciativa… y su rol en la comunidad ya no será nunca más el de seres pasivos.

En los documentales, lo común era -y aún sigue siéndolo-, presentar una serie de datos e ilustrar con imágenes “objetivas” aquello que se dice, o simplemente, explicar con palabras aquello que se muestra. Para Eisenstein, el documental tenía que ser otra cosa si acaso buscaba la trascendencia. Ilustrar le resultaba demasiado simplista y él sentía que no podía perderse la posibilidad de abstraer la belleza, la fuerza, el elemento crítico, así como el valor independiente y de conjunto, que hay en cada ser humano, en cada cosa y en cada elemento de la naturaleza. Hasta en lo más simple, Eisenstein quiere ir siempre más allá para tratar de ver lo que, comúnmente, nadie ve. Teniendo a su favor un buen tiempo disponible y el respaldo del Estado para utilizar la película que necesitase, el director cuenta, también, con la potente cámara de Eduard Tissé y con la calificada asistencia de Grigori Alexandrov… y, huelga ya decirlo, tiene a su favor sus profundos estudios y sus prácticos ejercicios acerca del montaje cinematográfico y de la composición de imágenes, y todo esto hará que, “LO VIEJO Y LO NUEVO”, no sea un simple documental y luzca como una obra de arte que es un verdadero gusto ver.

A nivel político, se exalta un poco -y muy justamente- la imagen del gran líder del cambio social, Lenin, con unas pocas imágenes fijas, y el contraste entre la vida que llevaban los campesinos en el pasado con la que empezaron a llevar con la llegada de la industrialización y la maquinaria agrícola, es un hecho plausible e incontrovertible. La organización por medio de koljós (granjas comunitarias) con el apoyo de los sovjós (empresas agrarias del Estado), dio como resultado una inclusión de la clase campesina y obrera como nunca, los rusos, la habían conocido en su historia. La hoz y el martillo que se incluyeron en la bandera de la Unión Soviética y en la Estrella Roja, se volvieron símbolos radiantes de la justicia social.

¿Hubo errores, improcedencias, faltas graves? ¡Claro que las hubo! Ya occidente se ha encargado de promulgarlas - ¡y exagerarlas cuanto ha podido! - para justificar su propia incompetencia y para seguir en su camino de privilegios -sólo- para unos pocos, Pero, el socialismo era un sistema nuevo en el mundo; se tenía que superar deplorables herencias como el tener a cien millones de personas que la monarquía mantuvo en el mayor atraso: seres analfabetos, sin cualificación alguna y anclados en rezagados paradigmas repetidos durante siglos. Y, aún más, había que reconstruir el país y sacarlo del atraso histórico y cultural en que lo mantuvo el zarismo… miento, una gran cultura sí hubo, pero el acceso a ella era exclusivo de la aristocracia.

Termino con unas proféticas palabras de Karl Marx:

“Si la revolución concentra todas sus fuerzas para asegurar el fuerte desarrollo de la comunidad campesina, ésta se erigirá, muy pronto, en elemento regenerador de la sociedad y en elemento de superioridad sobre los países sojuzgados por el régimen capitalista”.
Luis Guillermo Cardona
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18 de marzo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el cine de Eisenstein fuera sólo propaganda soviética, o de la que fuera, su interés sería limitado, quizá sujeto exclusivamente a ser un testimonio de su época, lo que por otra parte también es muy importante.

Sin embargo, el cine del director ruso es mucho más. El director no se limita a narrar unos hechos de forma convincente y sin duda, manipuladora, sino que sigue desarrollando las técnicas que le han hecho famoso (El acorazado Potemkin, 1925) de montaje, primeros planos dramáticos, transparencias, etc. así como la utilización de actores no profesionales. En este caso no hay secuencias tan especialmente destacables como la escalera de Odessa, pero todo el conjunto es interesante.

Vemos como en el campo se vive como en tiempos de la Prehistoria. Las leyes favorecen el empobrecimiento general al dividirse las propiedades entre hermanos. Las personas están a merced de su suerte y son menos que animales. En la ciudad ya se nota el progreso comunista. Altos y modernos edificios. Plantas de investigación y desarrollo animal. El retrato de Lenin (muerto en 1917) preside todos los lugares. Pero ese desarrollo no ha llegado al campo. El progreso es lento y los enemigos muchos: el atraso e ignorancia de los campesinos, los poderes locales y la burocracia estatal.

El futuro es el campesino inocente y las máquinas. Las máquinas nos llevarán a un mañana venturoso, dónde el hombre ya no será un animal de carga. El campo será de todos y sus frutos también. Pero no debemos envanecernos, no debemos convertirnos en lo que hemos odiado, sino seguir siendo inocentes y puros. Bueno, esto es lo que nos cuenta. Si después fue un fracaso en la práctica, eso lo explica la Historia.

http://cinequeveo2.blogspot.com.es/2013/03/lo-nuevo-y-lo-viejola-linea-general-1929.html
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cinequeveo
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19 de noviembre de 2008
16 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre la maestría y genialidad del director ruso Eisenstein ya se ha dicho todo. Su uso del montaje, su épica, la estética de la vanguardia soviética en su máxima expresión. Pero me interesa señalar la contradicción abismal entre la exaltación épica de unos hechos y lo que sucedió en verdad. Las colectivizaciones de los años 30 fueron una de las mayores tragedias en la historia de la humanidad, el propio Stalin cifró las víctimas en 10 millones en sus conversaciones con Churchill. Se pasó tanta hambre, que se recurrió al canibalismo. "El triunfo de la voluntad" es una obra maestra, pero luego vinieron "La lista de Schindler" y "El pianista". ¿Cuándo hará el cine justicia a los campesinos soviéticos masacrados en los años 30?.
Teddy Roosevelt
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15 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagino que si Karl Marx hubiese pensado 'El capital' en imágenes, le habría gustado que se pareciera a 'Staroye i novoye'. La película de Sergei Eisenstein es, probablemente, la menos belicista de su filmografía, pero también una de las más comprometidas. Una vez derrocado el régimen zarista, toca transitar de la Rusia imperial a la Unión Soviética, un camino del que aquí el cineasta soviético, a su manera, muy propagandista e irreverente, esboza los puntos principales, es decir, la colectivización de los medios de producción y la industrialización en detrimento de la mano de obra.

Este semidocumental podría haber resultado algo pesado o aburrido, al estilo de 'Oktyabr', aunque el (in)genio de Eisenstein y, sobre todo, su sentido del espectáculo, hacen del panfleto un alarde imaginativo. Una máquina que elabora leche es presentada como una fuente y manantial imparable que sacia la sed, una boda se convierte en el ritual de apareamiento entre un toro y una vaca, la cosecha resulta ser un juego competitivo y una danza, y al conductor de un tractor –el bien más preciado– se le introduce poco menos que como a un héroe condecorado de guerra.

Toda la acción discurre entre el campo, yermo, pero preciosista, retratado de forma casi elegíaca, y la ciudad, moderna y, sin embargo, adormecida. Y esto último está estrechamente relacionado, muestra el propio cineasta, con la burocracia contra la que carga, anquilosada y corrupta como el dinero y la mentalidad de los kulaks de turno. La religión se lleva también parte de la crítica en un filme que a golpe de hoz y martillo no deja burgués con cabeza.
Jorge Pardo
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8 de junio de 2009
7 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
206/06(08/06/09) Eissenstein es uno de los más grandes directores de la historia del cine, un maestro del montaje, un experto en el uso de las metáforas visuales, en el encadenado de imágenes, sabía como nadie utilizar los primeros planos donde la pasión de los personajes traspasa la pantalla, envuelve sus trabajos de un ritmo frenético que eleva el tono épico llegando a creerte lo que cuentan y esto es lo malo que este genial director pusiera todas sus dotes cinematográficas al servicio de un régimen tiránico que explotaba al pueblo y lo tenía sumido en la oscuridad más absoluta, un régimen stalinista llevó a la muerte por hambre, que asesino en purgas políticas a los que les discutían, recluyó en gulags en Siberia, creó proyectos faraónicos, en todos esto murieron millones de personas, ha sido la peor tiranía del S.XX, mucho más infame que la de Hitler. Los calidad de la cinta es sobresaliente, nos relata cómo se los ganaderos y agricultores se une para levantar una cooperativa, todo representado en la evolución de arar las tierras, una mujer al principio tira por la tierra del arado, continua uniendo a los agricultores, con mucho trabajo y la ayuda del Partido en una cooperativa, acabando por el dinero y la ayuda del Partido con un tractor tirando de docenas de carros por el campo en una escena colosal, por supuesto no podía faltar la dura crítica a los “cerdos ricos”, asimismo había que ridiculizar a la religión ósea el cristianismo, primero en la escena en la que tras una sequía piden en procesión que llueva y para coronarlo en la secuencia burlesca de la boda entre el toro y la vaca. Sergei era uno de los más grandes manipuladores del séptimo arte, fundamentalmente por que en lo suyo era bueno. Recomendable a los que gusten de gran cine épico manipulador. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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