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El cuervo

Intriga. Drama En St. Robin, Francia, la paz del pueblo comienza a perturbarse cuando, el Dr. Rémy Germain (Pierre Fresnay), comienza a recibir anónimos firmados como El Cuervo, en los que se le exige que rompa su relación con Laura Vorzet (Micheline Francey), esposa del psiquiatra (Pierre Larquey) de la misma institución. Pronto, las misivas comienzan a señalar las faltas de muchos otros personajes del pueblo y se vuelve urgente descubrir quien está ... [+]
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
9 de mayo de 2010
82 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película de Clouzot, realizada durante la ocupación alemana y de la mano de la productora Continental, creada por Goebbels para competir con Hollywood.

"El cuervo" es el anónimo firmante de una serie de cartas dirigidas a distintos habitantes y autoridades de la pequeña localidad de St Robin en las cuales denuncia sus comportamientos inmorales e hipócritas, propiciando así un clima de sospechas, recelos e inquietudes generalizadas.

Cuando se estrenó el filme, en 1943, no le gustó a nadie; tanto la izquierda como la derecha francesas, así como la Iglesia y miembros destacados de la Resistencia repudiaron su ácida visión sobre la sociedad provinciana, plasmada aquí bajo el signo de la hipocresía, las apariencias y la ruindad. Tachada de colaboracionista fue rápidamente prohibida, y su autor condenado al ostracismo durante un par de años. En mi modesta opinión, que en modo alguno es original, esta película está entre las mejores obras de Clouzot, junto a "El salario del miedo" y "Las diabólicas".

Resulta interesante observar cómo puede cambiar la percepción que genera una obra artística en función del contexto en que es creada; así, este filme, que en su época fue leído como una visión podrida de la sociedad provinciana francesa, visión que presuntamente servía como justificación de la ocupación alemana, hoy puede entenderse como una aguda mirada sobre una sociedad que en gran medida colaboró con los ocupantes, propiciando un clima de sospecha, delaciones y desconfianza que constituye precisamente el eje central de la película.

Beneficiada por un magnífico guión, con diálogos excelentes y una buena labor interpretativa, la historia avanza con buen ritmo, ganando en angustia conforme advertimos que las denuncias de "el cuervo" no sólo revelan la hipocresía de los habitantes de St Robin, sino que logran sacar a la luz el lado siniestro de una sociedad cuyos miembros, parapetados tras una apariencia de normalidad, necesitan pocas excusas para destruirse unos a otros. La realización de Clouzot destaca en la puesta en escena y en la concepción de algunas secuencias, como el hallazgo de las cartas, especialmente la del entierro (un plano en picado muestra la comitiva rodeando una misiva acusadora caída en el suelo) y la de la Iglesia, en la que la carta cae llovida desde las alturas, ante los ojos de los parroquianos.

Por último apuntar que esta película, por el original acercamiento que hace de una sociedad provinciana corrupta enfrentada a su misma corrupción, ha podido influir poderosamente en una obra tan reciente, y en aquél aspecto tan similar, como "La cinta blanca" de Haneke.
Quatermain80
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6 de febrero de 2015
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien siempre fue apasionante ver las piruetas y sutilezas que empleaba Hollywood para bailar con la censura del Código Hays, con alguna solución genial y celebérrima, si alguna ventaja podía tener el cine europeo de la época, y en especial el francés, era la libertad temática y la crudeza de su plasmación. Frente a la mojigatería de ultramar Francia era más directa y a fecha de hoy, acostumbrados a la edad de oro de Hollywood como base predominante, deja bastante perplejo el ver filmes de 1940 con banda ancha de vulgaridad verbal, sexualidad manifiesta, relaciones dudosamente lícitas, etc. Le Corbeau es uno de esos ejemplos. Un pueblo esconde multitud de secretos inconfesables en su aparente e hipócrita normalidad. Abortos, adulterios, pederastia, robos, estafas y otros tantos empiezan a ser puestos en público mediante unos anónimos firmados por El Cuervo, una especie de azote de esta Gomorra con sintonía de acordeón parisino. Estos se ceban especialmente en un poco carismático médico rural que tontea con una mujer casada a la vez que se beneficia a una coja ligera de cascos de su bloque, aunque las principales puyas son acusaciones de practicar abortos con desmesura y alegría. El médico intentará descubrir la identidad de El Cuervo a la vez que procurará no ser linchado por el turbio populacho. Peronajes enfangados hasta las orejas, moral al servicio del mejor postor y crítica despiadada a la doble moral y la decadencia rural Le Corbeau es precursora de autores como Polanski.
Kris
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14 de octubre de 2015
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al inicio de “EL CUERVO”, hay un anuncio que reza: “Un pequeño pueblo, aquí o en cualquier lugar” ¡Clarísimo y justo!, porque la clase de gente que aquí se describe, es posible encontrarla en Francia, en Colombia, en EEUU, en Rusia… y en Tetilandia. El chisme, los celos, la manipulación, el fraude… y todo el acervo de improcedencias que solemos ver (y oír) en el transcurrir de cada día (sobre todo cuando decidimos empañarlo viendo u oyendo noticieros), hacen parte de la idiosincrasia, no de un pueblo en particular sino de la humanidad entera. Que hay pueblos donde las improcedencias son más comunes que en otros, también es cierto, pero nadie escapa al polo de sombra que ha contrastado (y contrastará siempre) a la especie humana, porque, para poder hacer el bien es necesario que exista el mal.

Pero, el director Henri Georges Clouzot, cometió un error de peso que le costaría caro, al mencionar luego que, el pueblo donde ubica su historia, es St. Robin en Francia. ¿Qué pasó? Que al haber sido rodada la película en plena II Guerra Mundial, durante la ocupación de Francia por parte de las fuerzas del eje (1940-1944) y bajo la producción de Continental films (de Berlín), de inmediato se interpretó como una forma de denigrar de la sociedad francesa en beneficio de los “intereses de cambio” que traían los invasores y esto le significó la prohibición y la expulsión de la industria al mismísimo director, al guionista Louis Chavance y a la actriz Ginette Leclerc, quienes pasarían varios años sin poder volver a trabajar. ¿Hubo condescendencia, por parte de ellos, a este propósito? Esto es algo que nunca se supo a ciencia cierta, pero así fue el veredicto y así fue condenado.

No obstante, y en honor a la objetividad con la que pretendemos escribir siempre, necesario es decir que “EL CUERVO” es una importante película, precisamente por ese alegato donde se demuestra que no no es dado categorizar ni mucho menos juzgar, porque determinar donde está el bien y donde está el mal, donde está la luz y donde la oscuridad, no es tan simple como suele suponerse. El mundo de los buenos y los malos, empieza y termina en los libros y en las películas, porque en la vida real las cosas son de otro talante y mucho más complejas.

El cuento que escribiera Chavance, complementado por el director Clouzot y que, según se dice, parte de un hecho real, hace referencia a un ginecólogo llamado Rémy Germain, quien, al igual que otras personas importantes del pueblo, comienza a recibir una serie de cartas firmadas por alguien que se identifica como El Cuervo, en las que se le exige que rompa sus relaciones con Laura, la mujer del psiquiatra Vorzet. Al tiempo, las cartas desnudan los “pecadillos” que guarda cada uno de los implicados, y pronto, todo el mundo será un posible sospechoso de ser considerado El Cuervo.

En un tono bastante sardónico y un ambiente de inspirada iluminación con remembranzas expresionistas, Clouzot va trazando una historia de intriga que va desglosando la hipocresía social hasta un punto donde no queda títere con cabeza… y si acaso, su objetivo esencial era aquella sociedad en la que le tocó vivir, podemos dar fe de que la puso de cabezas como pretendía.

Muy buenas interpretaciones de Pierre Fresnay, como el médico cuyo nombre está siendo llevado a la picota pública; Ginette Leclerc, la mujer que, de manera muy particular, aspira a conquistarlo; Héléna Manson, la enfermera a la que apuntan casi todos los dedos índices; y entre otros, Pierre Larquey, quien, como buen psiquiatra, será el hombre que ponga sobre la mesa las mejores teorías.

Ocho años después, “EL CUERVO” atraería el interés del gran director Otto Preminger, quien realizaría un remake con el título “The 13th letter”.
Luis Guillermo Cardona
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16 de febrero de 2011
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿De qué va?:

La tranquilidad de un pequeño pueblo francés se ve alterada cuando un anónimo, en lugar de escribir El lazarillo de Tormes como sería lógico suponer, empieza a mandar misivas a sus habitantes en los que se les informa de diversos hechos delictivos y cotilleos varios que han acaecido en la localidad y que demuestran que todos tienen algo que ocultar...

Crítica:

Brillante cuento coral y rural alrededor de un médico de provincias sobre el cual recaen muchas sospechas de ser dado a prácticas abortivas. Unos diálogos muy trabajados, a veces subiditos de tono para la época, y de una mordacidad a prueba de bombas son quizá lo más destacable de un filme que por lo demás cuenta con un buen tratamiento de los múltiples personajes y un ritmo narrativo irreprochable. Lástima que al desenlace final se le pueda buscar con facilidad algún que otro sinsentido, aún así las virtudes superan con creces a los defectos.

No, no, en ésta no muere Brandon Lee. De nada.
triforme
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14 de agosto de 2020
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
En St. Robin, un pequeño pueblo francés, unos inquietantes anónimos firmados por “El cuervo” comienzan a llegar a los ciudadanos, destapando los trapos sucios de muchos de ellos, denunciando sus fechorías, poniendo el foco especialmente en el doctor Germain, quien deberá enfrentarse al odio de los vecinos.

Los pueblos son microcosmos donde las habladurías ocupan un espacio central en las conversaciones. Que si tal señor se entiende con su cuñada, si el sobrino del maestro es un vago, si la nieta del general es fácil, si el alcalde hace negocios contrarios a la ley… Los rumores constituyen el pegamento que mantiene unida la sociedad, encargados de dictaminar la respetabilidad de la gente. No obstante, a los rumores hay que dosificarlos, permitir que sobre ellos sobrevuele la duda, no convertirlos en hechos palpables. Cuando una oleada de sucios secretos salga a la luz quedará al descubierto la hipocresía, el egoísmo y la vileza del ambiente.

Clouzot filma una intriga donde todos los personajes, incluido el protagonista, poseen una ética dudosa, un ejercicio de estilo con potentes escenas como la de la misa y la del entierro, que retrata cruelmente una comunidad poblada de miserias. Retuerce la trama quizá en exceso, para confundirnos, pero ahí resiste la descripción de un mundo podrido hasta las entrañas.

Clouzot nunca ha gustado a los franceses. Aún peor: algunos admiradores le definen como el “Hitchcock francés”, haciendo uso de esa manía tan extendida que consiste en que cuando se quiere alabar a alguien se le compare con otro sujeto más famoso. No, Clouzot no es el “Hitchcock francés”. Clouzot es Clouzot. Punto.

En realidad se parecen poco. Esta historia el inglés la habría abordado de manera opuesta, habría empezado por desvelar la identidad de “El cuervo”, siguiendo su filosofía de ofrecer toda la información a los espectadores, y a partir de ahí hubiera sembrado el relato de suspense. En cambio, Clouzot apuesta por un misterio clásico, que no se resuelve hasta el desenlace, casi hasta el último fotograma.
Jackie Daytona
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