Turín negro

Película de denuncia político-social, género tan típico en la Italia de los años 70, basado en hechos reales. Su mayor interés radica en contemplar a Bud Spencer en uno de sus escasos papeles dramáticos. Hacía muy poquito que Spencer había saltado a la fama, con "Le llamaban Trinidad" (1970) y "Le seguían llamando Trinidad" (1972) y de este modo, recibió algún encargo "serio" como el presente antes de encasillarse definitivamente en su eterno papel cómico. De todos modos, en "Turín negro" su presencia se debe exclusivamente al factor de aprovechar la tremenda fama que había logrado: sólo aparece en las primeras escenas del film y en breves momentos al final. Realizada con corrección y con una música inquietante (de puro thriller), es un film muy recomendable.

A medio camino entre el "poliziottesco" y el drama social, "Turín negro" utiliza una trama de crimen resuelto en falso como excusa para mostrar las precarias condiciones de vida de los inmigrantes sicilianos en Turín, los resortes de la explotación laboral y la delgada línea que separa la actividad empresarial de las prácticas mafiosas. Por ahí tenemos a Bud Spencer, encarcelado por un crimen que no ha cometido, y a sus hijos, empeñados en descubrir, con la ayuda de un abogado amigo de su padre (interpretado por el entonces famoso cantante Nicola di Bari), quién es el verdadero culpable del crimen y por qué han incriminado a su amigo. Sus pesquisas, cómo no, levantarán ampollas y darán lugar a una peligrosa espiral de violencia.

La película tiene notables aciertos, sobre todo en su parte de drama social, la ambientación en los cochambrosos barrios donde viven los protagonistas es muy buena, la relación entre los dos hijos del preso es bastante entrañable y la plasmación casi neorrealista del día a día de las familias obreras está hecha con naturalidad y resulta creíble. El problema viene de la parte digamos "policiaca" de la película, narrada de forma algo atropellada y con giros de guión un poco forzados para incluir a los niños en ella, y de los altibajos en el ritmo derivados de la dificultad de combinar las dos vertientes de la historia.

En todo caso, la resolución de la trama es correcta, el último acto está bastante bien rodado, y en general entretiene y mantiene la atención del espectador sin demasiados problemas.

Recomendable para aficionados al cine de intriga hecho con poco dinero, amantes de la serie B italiana y admiradores de Bud Spencer que quieran verle en un papel más serio de lo habitual.

Advierto, eso sí, que el doblaje español es horripilante, con mención especial para la insoportable voz de pito que le han colocado al más pequeño de los niños.