Cortocircuito 2

La primera vez que vi esta película era un niño y como niño que fui en su época la flipe con Cortocircuito. La historia no es que fuera la hostia (realmente era pobre), tampoco tenía actores demasiado brillantes pero tenían a un robot que nos enterneció el corazón; Johnny-5 era un robot que aparte de 3000 idiomas y hablar a saco no sabía hacer nada pero que llenó de alegría las tardes de aquel domingo lluvioso del 90 y pico.

Cortocircuito no aspiró a ser una gran película o a ser éxito de taquilla, sino más bien trato de colarse en nuestra propia casa. Johny 5, el protagonista, utiliza un lenguaje común, cercano y afectuoso logrando sentirlo como una persona. Lo que nos hace empatisar con esta tierna maquinita.
A través de sus diálogos, deseos, y ocurrencias, el director empalma a un personaje profundamente humano. Y es aquí donde recae su gran logro; le da vida a un objeto. Tan bien logrado que sentimos tristeza cuando lo golpean o lo insultan, y alegría cuando está contento. Es como un niño ingenuo, inteligente y curioso, talvez tan bueno que por eso mismo; no puede ser humano.
Una comedia familiar que aunque pasen los años, y los chistes ya no sean tan graciosos; sigue conmoviendo. Totalmente recomendable.
Muy buena banda sonora, compilando aquellos éxitos de los 90.

Una película amena y entrañable con un robot carismático y con un corazón más grande que cualquier humano.
Me marcó de pequeño, incluso con cierta dosis de acción al final.
Es una película que nunca morirá en mí.

Secuela casi obligada debido al éxito de su antecesora de uno de los personajes más entrañables de la década de los '80. Esta vez el robot adquiere unos tintes más familiares (si podían serlo más) que en la película dirigida por el irregular John Badham y todo tiene un ambiente más de sobremesa e infantil.
Johnny 5 tendrá que enfrentarse a la gran ciudad esta vez en lugar de al ejercito americano como pasara en la anterior. La película gana en ritmo pero pierde acción, en cuanto al humor sigue manteniéndolo casi intacto. Repite en el reparto Fisher Stevens, con algún que otro punto cómico pero que pasa sin pena ni gloria a pesar de que cortocircuito sería casi inconcebible sin su aparición.

En esta segunda parte se ha profundizado especialmente en el dilema clásico de toda película de robots, la búsqueda de la humanización, entrando en juego cuestiones de tolerancia, adaptación y confianza. Además, la película adquiere serios tintes dramáticos que despertarán la empatía del espectador, a pesar de tener un final tan imposible de evitar como pasteloso, muy típico de los años '80 (para bien o para mal).

Perfecta película para sobremesas de ámbito familiar, no siendo mejor que su predecesora pero sí diferente, lo cual es un punto a su favor.

Recibió pésimas críticas, supongo que ya estaban cansados de tantas secuelas y nuevas partes (cosa que ahora estamos más acostumbrados), porque realmente la película no es mala. Está bastante bien producida (con algunos fallos lógicos). La historia, muy diferente, hace que no se haga pesada. Es entretenida y divertida, aunque abusa un poquito de la sensiblería.

Quitándose los prejuicios, creo que es una película más que aceptable.